La grafía árabe, también conocida como alifato, se basa en un alfabeto de 28 signos. Aunque su aspecto es muy distinto al hebreo o al siriaco, forma con éstos el grupo de alfabetos semitas, un tronco derivado directamente del conjunto fenicio. Como éstos, se escribe de derecha a izquierda.
Hoy, el árabe se utiliza para escribir todos los idiomas árabes exceptuando el maltés, que emplea la grafía latina. También se emplea para el kurdo en Iraq y, a menudo, para el tamazigh en el Magreb. Hasta 1928, también el turco se escribía siempre con este alfabeto; así como algunos idiomas del Cáucaso, que hoy utilizan el cirílico o el latino.
Además es la grafía oficial en Irán, donde se usa para escribir el farsi y otros idiomas iraníes. Aunque se trata del mismo alfabeto, en la versión manuscrita y en numerosos textos impresos se suele emplear un trazo más inclinado, con ligazones más apretadas, que hacen que sea difícil descifrarlo sin experiencia previa.
El árabe es una cursiva, lo que quiere decir que todas las letras se enlazan, también en los documentos impresos. Sólo seis letras —Alif, D, Dh, R, Z y W— no se ligan con la que les sigue. Por otra parte, cada letra tiene cuatro formas: al inicio de una palabra, en medio, al final y en posición aislada. En algunos casos, las cuatro formas son muy similares, otras bastante distintas; normalmente basta con eliminar la curvatura del 'rabo' que adorna las letras en posición aislada, tal y como aparecen en la tabla.
Las diversas maneras de ligar dos letras entre sí puede dar lugar a combinaciones no siempre reconocibles en el primer instante; su uso es más difundido en los textos manuscritos que en los impresos. Una de ellas, لا lamalif (ligazón de la L con la A) se considera a veces como la 29ª letra del alifato, dado que es obligatoria de usar cuando se escribe la secuencia L-A
En realidad, otro signo, que no tiene rango de letra, funciona como tal: la hamza, una pequeña señal en forma de herradura que indica un arranque vocálico, bien al inicio de una palabra, bien en medio, donde obliga a un inciso. Puede colocarse encima del alif, pero también por encima de la y la Y, que entonces se escribe sin puntos, e incluso puede ir sola al final de una palabra.
Hay otras letras que no aparecen en las tablas del alifato: la (Alif maksura), una sin puntos, que al final de una palabra se pronuncia como A, y la o Ta marbuta, que colocada al final de una palabra indica que ésta es femenina. Normalmente se pronuncia como una a breve, excepto si la siguiente palabra empieza con vocal, caso en el que se convierte en T.
A veces se dice que el alfabeto tiene 25 consonantes y tres vocales; no obstante, dos de ellos —W y Y— también funcionan normalmente como consonantes. Sólo la alif, la primera letra del alfabeto, es una vocal pura. Al inicio de una palabra puede tomar el valor de a, i o u, lo que se indica con una hamza (así aparece en la tabla), Sin la hamza, la alif —entonces un simple trazo vertical—se convierte en una mera a larga. Las vocales largas u e i se representan mediante la W y la Y, las últimas dos letras del alfabeto.
Tashkil
Las vocales cortas no se suelen escribir, aunque existe un sistema para representarlos mediante tracitos por encima o debajo de la palabra, una prácticada conocida como 'tashkil' (dar forma). En los textos impresos sólo se emplean cuando una palabra presenta una ambigüedad que no se puede resolver por el contexto. Únicamente las ediciones del Corán y los textos dedicados a la enseñanza escolar utilizan siempre el 'tashkil'.
Aparte de las tres vocales cortas fatha (a), kasra (i) y damma (u), existen el signo de 'sukun' (sin vocal) y la geminación de una letra (shadda o tashdid). Esta última se emplea a menudo incluso cuando se prescinde de señalar las vocales, al menos en textos manuscritos. Cuando coincide un tashdid con una fatha o una damma, ésta última se coloca encima. La kasra se puede escribir bajo la letra que lleva tashdid, pero es mucho más habitual colocarla directamente bajo el propio tashdid, de manera que se halla encima de la letra.
Los trazos vocálicos tienen cada una version duplicada que se conoce como 'tanwin' y se pronuncia como -an, -in, -un. Únicamente se coloca al final de los sustantivos y adjetivos, donde señala el caso gramatical: nominativo, acusativo/dativo y genitivo.
Finalmente existen la señal que alarga una alif con hamza (madda) y la wasla, que indica que no se pronuncia una alif, normalmente la del artículo Al-
La falta de vocales en este alfabeto no es un problema para las lenguas semitas, como el árabe, cuya morfología y gramática se basa en gran parte en los consonantes, mientras que las vocales juegan un rol menor, a menudo sólo gramatical. Eso sí, para escribir idiomas de otros troncos, como el tamazigh o las lenguas turcas, la grafía árabe se revela poco apta.
En algunos países se emplean signos adicionales para expresar fonemas no presentes en árabe: así, en Marruecos, la G se representa con una ك (K) con tres puntos arriba; la P con una ب (B) con tres puntos abajo, la W sonora a veces como una ف (F) con tres puntos arriba. En Irán y en el Kurdistán iraquí, la ه (H) se utiliza para escribir la vocal E.
Además, hasta mediados del siglo XX, Marruecos utilizó una grafía ligeramente distinta, en la que la ق (Q) disponía de un punto arriba (la actual F) y la ف (F) se escribía con un punto abajo.
Números
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La mayor parte del mundo árabe oriental utiliza los llamados números índicos, también llamado arábigo-índicos o sistema árabe oriental, cuyo nombre señala su origen en la India. Forman la base de la que fueron derivados los guarismas arábigos, que hoy se emplean en toda Europa y se han convertido en universales. La similitud entre ambos bloques es fácil de descubrir si se tiene en cuenta que algunos números índicos, como 2, 3, o 7, fueron girados en un ángulo de 90º. En su función, son exactamente iguales: se trata de sistemas posicionales y ambos se escriben de la izquierda a la derecha. La cifra 1985 se escribe ١٩٨٥ en números índicos.
El uso de las cifras índicas es habitual en Jordania, Líbano, Siria, Iraq y en toda la Península Arábiga. En el Magreb no se conocen: allí se emplean desde siempre los números arábigos (de hecho, fue la variante desarrollada en el Magreb y Al Andalus la que dio lugar a los guarismos que hoy usamos en Europa). En Egipto se usan con frecuencia los números índicos, aunque en muchos textos impresos también se encuentran los arábigos. En Irán se usa una versión en la que tres cifras tienen formas ligeramente distintas: 4, 5 y 6 se escriben ۴ ۵ ۶, en lugar de ٤ ٥ ٦.
En la primera época de la civilización arábiga se utilizaba otro sistema: cada letra del alfabeto posee un valor numérico, al igual que ocurre con el griego. Teóricamente, las primeras nueve corresponden a las cifras del 1 al 9, las siguientes del 10 hasta el 90, y el último tercio del 100 al 900; dado que sobra una letra se le asigna el valor 1.000. No obstante, para asignar los valores numéricos, el alfabeto no sigue el orden actual sino uno muy distinto, orientado estrechamente en el del arameo y similar al del hebreo actual. Las primeras 10 letras del alfabeto, en este orden arcaico, son آ ﺏ ﺝ ﺩ ﻩ و ﺯ ﺡ ﻁ ي. Sin embargo, algunas de las letras tenían diferentes posiciones y valores en la parte oriental y la occidental del mundo árabe. Hoy, el uso de las letras como números únicamente se encuentra en prácticas mágicas o de oráculo.