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El farsi o persa ha sido uno de los idiomas de mayor influencia en el desarrollo cultural del Mediterráneo en los últimos milenios. Su papel es comparable al jugado por el griego, el latín o el árabe.
Hoy es idioma oficial en Irán y varios países vecinos: también son farsi el tayik de Tayikistán y el dari en Afganistán. También en Bahrain hay una población nativa que habla farsi.
Es una de las lenguas más extendidas de la rama iraní —lo hablan alrededor de 70 millones de personas— y existen documentos escritos desde la época del Imperio Persa, hace más de dos milenios. En el curso de los siglos, el farsi ha dejado amplias huellas en los idiomas de los países vecinos, sobre todo en el árabe, que ha tomado una importante parte de su vocabulario de astronomía, horticultura y temas similares del farsi. A través del árabe han llegado a Europa algunos de estos términos. Por otra parte, el farsi ha asimilado un importante número de palabras árabes, sobre todo expresiones abstractas y administrativas.
Dos variantes del farsi se consideran a veces idiomas propias: las hablas de Luristán y las provincias vecinas en el suroeste de Irán, conocidas también como lenguas luri, y el tat en Azerbaiyán y Daguestán. También son bastante similares al farsi algunos idiomas caspios, como el mazandarani.
El farsi se escribe con el alfabeto árabe, ampliado con algunos caracteres con puntos diacríticos añadidos, que representan fonemas inexistentes en árabe, como la p, la g y la ch.