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Los caraítas pertenecen a una corriente del judaísmo que sólo reconoce el tanaj, la Biblia hebrea, como escritura fundamental y rechaza las interpretaciones elaboradas durante siglos por los rabinos y recogidas en el talmud, la llamara ley oral. No respetan la halaja y mantienen que cada uno debe basar su conducta únicamente en las instrucciones sacadas de la tora.

Este rechazo de la autoridad de los rabinos hace que la corriente judía mayoritaria se conoce como judaísmo rabínico, en oposición al caraíta. No obstante, los caraítas conocen la figura del maestro instruido en la comprensión de la tora y llamado haham o hajam. A diferencia de lo que ocurre en el judaísmo rabínico, también una mujer puede ocupar este cargo.

Entre los rasgos que más caracterizan a los caraítas es su negativa a encender velas para marcar el inicio del shabat. Además no colocan tefilin durante el rezo y normalmente rezan postrándose, algo que los rabínicos sólo hacen durante dos festividades concretas. Otra diferencia es que consideran judío a cualquiera nacido de un padre judío, opuesto a la genealogía matrilinear del judaísmo rabínico. En el siglo XVIII, las leyes del Imperio Ruso que discriminaban a los judíos no se aplicaban a los caraítas.

Se cree que los caraítas como movimiento formado surgen a finales del siglo VIII en Bagdad, unidos por el predicador Anan ben David. Durante el siglo X y XI, amplias comunidades en Iraq, Egipto e incluso España seguían la fe caraíta. Luego parecen haber entrado en declive y tras las emigraciones de judíos árabes a Israel en la segunda mitad del siglo XX, prácticamente desaparecieron de los países musulmanes aunque en los años cincuenta aún se encontraban caraítas en Egipto. En 1997 aún quedaban unas 80 personas de fe caraíta en Estambul. Esta comunidad hablaba tradicionalmente un dialecto griego, aunque hoy usa el turco.

Un caso particular es Crimea: en el siglo XIX, el caraíta Abraham Firkovich (1786-1874) impulsó un movimiento caraíta en toda Ucrania, y especialmente en Crimea, donde interpretaba los abundantes testimonios arqueológicos judíos —como enormes cementerios con lápidas en hebreo— como restos de la gloria caraíta del pasado. Hoy aún viven en Crimea y otros puntos de Ucrania pequenas comunidades caraítas, el censo de 1979 registraba unas 3.300 personas. Los caraítas de Crimea hablaban hasta fechas recientes el tártaro de Crimea, un idioma turco, como lengua materna.