La halaja es la ley judáica, basada en la tora y sus interpretaciones, recogidas en el talmud y el midrash. Prevé un sinfin de regulaciones para los gestos más comunes del día, sobre todo en lo que se refiere al ámbito de la comida y al mantenimiento del shabat. En muchas comunidades judías ortodoxas se sigue cumpliendo de forma rigurosa.
El otro gran ámbito de la halaja es la kashrut (o casherut), las normas que determinan qué comida es kósher (o cásher), es decir permitido para el consumo (corresponde a halal en el islam). Sólo se debe comer carne de animales que sean rumiantes y tengan pezuñas partidas, lo que excluye a cerdos, caballos o conejos. Además, todo animal debe ser sacrificado de forma ritual, de manera que pierda toda la sangre. Sólo está permitido el pescado que tenga escamas y aletas. El marisco no es kósher.
Tampoco está permitido mezclar productos cárnicos y lácteos. Tras el consumo de carne se debe esperar varias horas —no hay una norma exacta— hasta poder consumir leche o un derivado. Los judíos más observantes poseen dos juegos de cocina separados, desde cacerolas a trapos y esponjas, para cocinar, conservar alimentos de estos dos tipos o limpiar los utensilios con los que hayan sido tocados.
Finalmente, la halaja prevé innúmeras reglas para los detalles de la vida familiarla, desde la correcta realización de la circuncisión hasta los términos de matrimonio, divorcio, consideración legal de los hijos... Existe una literatura voluminosa de rabinos de todos los siglos respecto a la aplicación correcta de la halaja o su adaptación a la vida moderna.