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La circuncisión es una mutilación ritual en la que se amputa al varón parte del prepucio, es decir, la piel que cubre el glande del pene. Es similar a la operación de fimosis que se practica en niños con dificultades de retirar esta piel. El rito es prácticamente universal entre los creyentes musulmanes y judíos, así como entre las comunidades cristianas de Egipto y Etiopía, pero también ocurre entre poblaciones que no pertenecen a ninguna de estas religiones. Normalmente se realiza en bebés o niños, o bien en adultos cuando desean convertirse a una religión que exige la circuncisión.

Los judíos consideran la circuncisión un rito imprescindible para formar parte de la comunidad, ya que según el Antiguo Testamento, Dios pactó con Abraham convertir a los judíos en el pueblo elegido, si ellos practicaban la circuncisión en señal de "marcarse". Aunque teóricamente podría realizarla el padre, normalmente se delega en un profesional llamado mohel. La ceremonia, que siempre se realiza siete días después del nacimiento, se conoce como brit milá. Debe cortarse todo el prepucio y luego — así lo define la tradición— "extraer con las uñas el revestimiento interno de éste"; acto seguido el mohel debe chupar la sangre y escupirla. Este último detalle, llamado metzitza, ha sido objeto de controversias desde el siglo XIX por la posibilidad de transmitir al niño una enfermedad infecciosa, pero es firmemente defendido por importantes rabinos de Israel como parte inexcusable del rito.

El Corán no contiene referencia alguna a la circuncisión pero se considera comúnmente que un musulmán debe estar circuncidado; entre otras cosas porque la Biblia atribuye este acto a Abraham, reconocido como profeta por el islam. Muchos juristas islámicos consideran la circuncisión una mera recomendación, no una obligación, pero algunos predicadores saudíes declararon en 1992 apóstata a un juez libio que puso en duda que la circuncisión formara parte del islam. La operación se practica normalmente —aunque no obligatoriamente— a quienes se convierten a esta fe.

La circuncisión habitual en el islam se distingue algo de la practicada por los judíos: sólo se estira el prepucio y se corta, normalmente con unas tijeras afiladas. Aunque suele dar lugar a una fiesta familiar, no es una ceremonia religiosa en sí y cualquiera puede practicar la operacion. No se establece una edad concreta a la que deba hacerse. Hay familias que la realizan una semana después de nacer el niño, acorde a la práctica bíblica, también atribuida al profeta Mahoma, pero en muchos países se lleva a cabo tradicionalmente cuando el niño tenga alrededor de 7 años; en todo caso debe hacerse antes de que alcance la pubertad.

La Iglesia católica en general rechaza la circuncisión, porque considera que este rito religioso judío de alianza con Dios ha sido reemplazado por el bautizo; no obstante, la Iglesia copta de Egipto, si bien especifica que no se trata de un rito religioso ni obligatorio, la considera una cosa “buena y útil”, pero que nunca debe hacerse después del bautismo.

Consecuencias

Poco se sabe sobre las consecuencias de la circuncisión para la salud sexual; a veces se alega que la ausencia del prepucio facilita la higiene genital y reduce la probabilidad de transmitir enfermedades sexuales. Otras se asegura que la circuncisión reduce la capacidad del hombre para experimentar placer, aunque hay cierto consenso respecto a que la operación tiene consecuencias mucho menos graves que la de la ablación o "circuncisión femenina". Aun así, médicos y juristas como la egipcia Nawal Saadawi o el palestino Sami Aldeeb consideran que se trata de una mutilación corporal realizada sin el consentimiento del niño y que debería prohibirse mientras no haya indicación médica que la aconseje.