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cuerpo La sexualidad como es la esfera de la sociedad más cargada de tabúes, sobre todo en el ámbito mediterráneo. donde tres religiones monoteístas —cristianismo, judaismo e islam— imponen sus idearios morales, muy similares entre ellos. Todas asocian el cuerpo desnudo a la sexualidad y, con ello, a una esfera prohibida o condenable, de ahí que no sólo el ámbito sexual sino también la desnudez se considera reprobable; el grado de restricción —en la calle, en la playa, en el arte... — varía según el país.

Hoy, la libertad en todo lo que se refiere a la sexualidad y el cuerpo es mucho mayor en los países europeas, normalmente definidos como cristianos, que en los dominados por el islam, pese a que el cristianismo es rotundo en su condena del placer sexual, mientras que la teología islámica no asocia el placer al pecado.

La separación paulatina de religión y vida social ha permitido que en Europa se vuelva a reivindicar desde los años sesenta el placer como aspecto fundamental de la sexualidad femenina, más allá de su función reproductora. Simultáneamente, el concepto de la virginidad ha ido perdiendo peso en gran parte de los países mediterráneos.

El tabú más arraigado asociado a la sexualidad humana es la homosexualidad. Durante siglos se ha clasificado como una "aberración sexual", enfermedad o vicio, en lugar de entenderse como una decisión o inclinación personal de vivir no ya la sexualidad sino un conjunto de relaciones humanas con personas del mismo sexo. Al norte del Mediterráneo, la aceptación de gays y lesbianas ha sido la lucha más importante en las últimas décadas del siglo XX y hasta el inicio del XXI; al sur se están dando aun los primeros pasos para lanzar este debate públicamente.

Numerosas culturas del mundo conocen ritos para marcar el cuerpo físicamente acorde a su condición masculina o femenina: tatuajes, mutilaciones, cicatrices... En el ámbito mediterráneo existen diversas formas de convertir el cuerpo en expresión de la condición sexual. Un ejemplo es la costumbre, muy difundida en Italia y en España —donde se considera prácticamente ineludible— de agujerear las orejas de las niñas recién nacidas o a los pocos días de nacer, para que puedan llevar pendientes. Aunque el rito ya no es universal, es aun frecuente que a una niña sin agujeros se le confunda con un niño, independientemente de cómo vaya vestida.

Más consecuencias tienen dos ritos de mutilación genital: la circuncisión entre los chicos y la ablación entre las niñas, ésta última practicada sobre todo en Egipto.

La forma más visible de señalar la condición sexual es el corte de pelo, tradicionalmente corto para los hombres y largo para las mujeres en toda la región. Hoy día, esta norma dista de ser rígida; en prácticamente todos los países se acepta de buen grado, al menos entre las clases urbanas, que una chica lleve el pelo corto. Distinto es el caso de los hombres: tener melena sigue siendo marcando cierto inconformismo en toda Europa y es considera incluso indecente en la mayor parte de las sociedades islámicas.