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El shabat, es decir el sábado, es un momento fundamental en la vida religiosa y social judía. Por una parte es el día de descanso obligatorio, que conmemora el descanso de Dios el séptimo día de la creación del mundo, según la tora, y la halaja prohíbe realizar trabajos durante este día. Por otra, la celebración del shabat con velas y cena festiva es un rito familiar y espiritual que mantiene viva la práctica religiosa.
En la tradición judía, cristiana e islámica, la semana empieza con domingo y cada día de 24 horas arranca en el momento de la puesta del sol, de ahí que el shabat empieza con el atardecer del viernes y dura hasta el siguiente ocaso. Utilizamos aquí la grafía shabat para este concepto religioso para diferenciarlo del sábado del calendario común. La Real Academia Española introdujo recientemente la ortografía sabbat, pero su uso es poco habitual y no refleja la pronunciación habitual del término hebreo.
Rito
La primera cena del shabat, y la más importante, tiene lugar la noche del viernes. La familia se reúne y un rato antes de la puesta del sol, la madre de familia —si está— enciende dos velas que deben dejarse arder hasta apagarse solas. El hombre de la casa, si hay, bendice una copa de vino o zumo de uva recitando el kiddush en hebreo, luego los presentes beben todos de la copa. Acto seguido se bendice el pan, se moja en sal y se reparte a todos. Luego sigue la cena, en la que se sirven a menudo platos tradicionales de la cocina asquenazí o sefardí.
Por la mañana del sábado se acude a la sinagoga para rezar en comunidad. Durante el día pueden tener lugar otras dos comidas festivas y al ocaso se enciende una vela, ya con menos ceremonia, para poner fin al shabat.
Prohibiciones
La tora prohíbe trabajar en shabat y el talmud enumera 39 actividades vetadas. Entre ellas hay numerosas faenas agrícolas, cocinar, amasar pan, coser o fabricar ropa, cazar, encender o apagar fuego, escribir más de dos letras, terminar una cosa, transportar objetos de un lugar a otro, caminar más de una distancia determinada... La halaja interpreta estas prohibiciones de manera extensa y prohíbe innúmeros gestos.
La norma que hoy más influye en la vida cotidiana es la prohibición de encender fuego. Hay consenso que todo uso de electricidad o motores a combustión equivale a encender fuego, de ahí que está estrictamente prohibido conducir en shabat, encender luz, llamar un ascensor, descolgar un teléfono... Esta interpretación se realiza por deducción y una argumentación dialéctica que puede alcanzar los detalles más triviales: ¿la prohibición de cazar se refiere también al intento de atrapar una mosca bajo un vaso? Como anécdota se relata que sería prohibido matar un piojo en shabat, pero no una pulga...
Por otra parte existen numerosísimos costumbres para llevar una vida casi normal en shabat, sin vulnerar la letra de la ley. Así, dado que está prohibido llevar objetos, es preciso enredar la llave de la casa de tal forma con el cinturón que sirva de hebilla: se transforma así en parte de la ropa. En Israel, una norma municipal obliga a construir las casas con ascensores que durante el shabat suban y bajen de forma automática, parándose en cada piso, de manera que no es necesario apretar un botón para bajar a la calle.
Todas las reglas del shabat se pueden y se deben vulnerar si es preciso para salvar una vida humana. Algunos rabinos fundamentalistas israelíes, no obstante, han puesto en duda que en esta categoría incluya la vida de quienes no son judíos.