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Los samaritanos forman una comunidad religiosa muy antigua, emparentada con el judaismo pero separada desde hace muchos siglos del tronco común. Según su propia tradición, los samaritanos mantienen el 'judaismo original' de los primeros tiempos, tal y como se vivía antes del Cautiverio babilónico, es decir la deportación de los judíos a Mesopotamia relatada en la Biblia y fechada en el siglo VI a.C.. Aseguran que la fe correcta habría sido alterado por quienes retornaron de Babilón. La mención de los samaritanos en los evangelios muestra que ya en la época romana no se les consideraba parte de los judíos sino una corriente herética.
Los samaritanos consideran sagrada la tora, aunque en una versión propia que difiere en detalles menores de la tora ortodoxa, pero aparentemente no utilizan el resto del tanaj, el compendio de libros de la Biblia hebrea. Rechazan expresamente el talmud y la halaja, la ley judía desarrollada durante siglos. Siguen una ley propia, basada en la propia tora y las interpretaciones (midrash) de rabinos y teólogos samaritanos. Otra diferencia importante es que no consideran sagrada la ciudad de Jerusalén sino el monte Gerizim cerca de la ciudad palestina de Nablús, que incluso está expresamente mencionado en la tora samaritana como lugar elegido para el templo de Dios.
En épocas anteriores, la religión samaritana estaba bastante extendida y se cree que hubo comunidades hasta en Egipto e Iraq. Hoy sólo quedan cuatro familias con alrededor de 700 individuos. La mitad de ellos vive cerca del monte Gerizim en la periferia de Nablús, la otra en Holon, un barrio del sur de Tel Aviv. Dado que los samaritanos no aceptan conversos y normalmente rechazan casarse con personas de otras creencias, la comunidad lleva tiempo al borde de la extinción.