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Yemen es el país árabe más sureño y el que mejor conserva la antigua civilización arábiga. Aunque en gran parte desértico, sus altas montañas permiten una importante agricultura que ya en la Antigüedad fue fomentada por sofisticadas técnica de regadío y embalses. Por su riqueza, basada en parte en la exportación de incienso, fue conocida entre los romanos como Arabia Felix (la Arabia feliz).
Es un país muy conservador, sobre todo en lo que a la libertad de las mujeres se refiere, aunque menos que Arabia Saudí o los países del Golfo. Desde la reunificación de sus dos mitades en 1990, el conservadurismo del norte se ha implantado también en el sur, antes comunista. La política, téoricamente multipartidista, está dominada por el Congreso Popular General, el partido fundado por Alí Abdulá Saleh en 1982, que desde entonces domina el Parlamento. La libertad de prensa es algo mayor que en los países vecinos, aunque los periódicos sufren a menudo acoso e interferencias del gobierno..
Desde poco después de la llegada del Islam, gran parte de Yemen fue gobernada por un imán de la corriente chií-zaidí. El avance del Imperio Otomano hacia el extremo sur de la Península Arábiga, en el siglo XVI, sometió las costas de Yemen, pero sólo controló el interior del país durante un centenar de años. En esta zona, las tribus mantuvieron un estado propio, dirigido por imanes de la orientación zaidí. Sólo a mediados del siglo XIX, Saná volvió a caer bajo control otomano. Gran Bretaña, por su parte, estableció a partir de 1839 un protectorado en la costa sur, con la colonia de Aden como capital.
A partir de este momento, Yemen Norte y Yemen Sur evolucionaban de formas distintas: la sociedad del sur, abierta a la influencia europea, se volvió más urbana y centrado en el comercia, la del norte, fundamentalmente agrícola, continuó bajo el dominio del imán zaidí hasta 1962, año en el que un golpe de estado suscitó una guerra civil. El conflicto duró hasta 1970, con el bando republicano apoyado por tropas de Egipto y el bando monárquico financiado por Arabia Saudí. Terminó con la victoria republicana.
En 1967, Gran Bretaña abandonó Adén y un movimiento marxista se hizo con el poder. En las siguientes décadas, las dos repúblicas yemeníes negociaban una reunificación que finalmente tuvo lugar en 1990. El presidente de Yemen del Norte, Alí Abdulá Saleh, se mantuvo en el cargo y fue confrmado por elecciones en 1999 y 2006.
La unificación, aunque pacífica, tuvo consecuencias violentas, fundamentadas en la sensación de abandono del sur, más pobre que el norte y con peores infraestructuras, aunque con mayor índice de alfabetización y, hasta entonces, una libertad de movimiento mucho mayor para las mujeres que en el muy conservador norte. En 1994, el Sur se volvió a declarar independiente, pero una invasión de tropas yemeníes del norte, apoyadas por fuerzas de choque de ex combatientes árabes en Afganistán, puso fin al experimento. Desde entonces, el descontento desemboca periódicamente en manifestaciones y protestas en Aden.
A partir de 2004 saltó otro conflicto en el extremo noroeste de Yemen, alrededor de Sadá. Enfrenta el gobierno con el clan Huthi, que encabeza un movimiento radical islamista, las Juventudes Creyentes. Pese a numerosos acuerdos de paz, la guerra civil vuelve a surgir periódicamente. El clan Huthi es zaidí, una rama de la orientación chií del islam, pero no es ésta la raíz del conflicto: alrededor del 40 % de la población yemení, incluido la mayor parte de los altos cargos y el propio presidente, pertenecen a esta rama, que teológicamente no se distingue demasiado de la suní.
La Primavera Árabe prendió pronto en Yemen: fue el tercer país, tras Túnez y Egipto, en el que estallaron protestas cívicas. Un año después, el presidente, Ali Abdalá Saleh, está a punto de abandonar el cargo, aunque de momento, sólo ha traspasado el poder a su vicepresidente, Abd Rabuh Mansur Hadi. Más información: Primavera Árabe.