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En 1970, tras una serie de gobiernos inestables y golpes de estado, el ministro de Defensa Hafez Asad tomó el poder y convirtió Siria en una dictadura formalmente dirigida por el partido Baaz, laico y socialista. Tras su muerte en 2000 le siguió su hijo Bashar Asad. La familia pertenece a la tolerante orientación alawí del islam. Siria es el único país árabe con una constitución laica y no tolera los movimientos islamistas.
Alrededor del 10% de la población siria pertenece a alguna de las muchas ramas cristianas presentes desde siempre en la vida política y social. Pese a su apertura hacia la sociedad y cultura europea, el conflicto de Siria con Israel por el Golán ocupado ha colocado el país en un supuesto 'bando enemigo' de Estados Unidos.
Esta incómoda situación política ha fomentado una alianza diplomática entre Siria e Irán y es el motivo por el apoyo que Damasco ofrece al movimiento libanés Hizbulá.
La libertad de expresión y los derechos humanos siguen hoy muy restringidos en Siria, no existe una prensa independiente y hay escasos movimientos civiles. Por otra parte, la igualdad entre mujeres y hombres es netamente mayor que en cualquier otro país árabe, exceptuando Líbano, y no se registran conflictos sociales de gran calado.
Un punto de tensión es la situación de la población kurda, que habita la región de Qamishli en el noreste del país y la zona al norte de Alepo. Las reivindicaciones kurdas en Siria raramente han provocado conflictos sangrientos, a diferencia de lo que ocurre en Turquía, Iraq o Irán. El uso del idioma kurdo en público no está perseguido pero sí la publicación de libros en kurdo. En 1962, un censo extraordinario despojó a unos 120.000 kurdos —el 20% de la población kurda total— de la nacionalidad siria; recibieron tarjetas de residencia como "extranjeros". Sus hijos no son registrados por ninguna instancia y prácticamente no existen para el estado.
Estos kurdos apátridas se conocen como maktumín y según el gobierno sirio se cifran en unos 75.000. El número de kurdos considerados "extranjeros" sobrepasa los 65.000 según el gobierno y los 200.000 según fuentes kurdas. De 1973 a 1976, el régimen sirio promovió, además, una política de "arabización", trasladando a sirios del sur del país hasta la región de Qamishli, donde recibieron terrenos, casas y ayudas para asentarse.
La primavera árabe llegó tarde a Siria, pero con fuerza. A partir de marzo, numerosas protestas pedían reformas políticas, pero fueron aplastadas brutalmente por policía y ejército, que torturaron hasta la muerte a muchas personas. Las marchas no cesaron, no obstante, y a partir de julio se complementaron con una resistencia armada, formada por desertores militares y ex policías. Este Ejército Sirio Libre hace frente al régimen sobre todo en el norte de Siria y cuenta con el apoyo de la oposición en el exilio, aunque ésta está dividida y sumida en luchas internas. Más información: Primavera Árabe.