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castellano

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El castellano es una lengua romance, derivada del latín. Es el idioma oficial de España, donde es la lengua nativa de la mayor parte de la población; alrededor de 36 millones de personas lo hablan como primera opción. Otros 9 millones en las regiones en las que se utilizan otras lenguas —gallego, catalán o vasco—, lo dominan normalmente con fluidez. A esto se añaden unos 300 millones de hablantes en América.

El castellano es extremamente homogéneo en casi toda la península; las diferencias entre las hablas regionales, desde Cantabria hasta Almería, son sobre todo de entonación y timbre; a ello se añade la pronunciación diferente de algunos consonantes como la s, la d y la z. El vocabulario y la gramática, en cambio, son casi totalmente uniforme, aparte de contados regionalismos. Una excepción son dos hablas locales, el astur y el aragonés o fabla.

El castellano fue definido y estandarizado en 1492 por Antonio de Nebrija; poco más tarde se convirtió en la lengua del imperio español y como tal fue hablado en grandes partes de Europa; ya desde el siglo XIII-XIV fue una importante 'lingua franca' en el Mediterráneo, gracias a la expansión del imperio aragonés hasta Grecia.

A inicios del siglo XX, la ocupación de la franja norte de Marruecos y del Sáhara Occidental amplió su influencia; hasta hoy es la lengua extranjera de referencia para parte de la población de la costa marroquí mediterránea, pese al fomento oficial del francés. En el Sáhara Occidental sólo es hablado por las generaciones mayores, pero sí se mantiene vivo entre los refugiados saharauis en Argelia.

Pese a su escasa presencia como idioma de referencia o pasado colonial en el Mediterráneo, donde dominan el inglés y el francés, la posición del castellano como idioma mundial —gracias a su expansión en Iberoamérica— y la importancia económica de España lo está haciendo más atractivo para las jóvenes generaciones de la región.

Además, el castellano es desde el siglo XV la lengua materna la población judía sefardí, oriunda de España. La variante haquitía (o jaquetía, del árabe hakía, hablar) es el español medieval hablado entre judíos sefardíes en Marruecos, enriquecido con palabras magrebíes y hebreas. Se ha ido asimilando al castellano moderno en el siglo XX , pero el ladino, djudezmo o judeoespañol (no relacionado con el ladino rético) sobrevive entre unas mil personas en Grecia, unos 20.000 en Estambul y varias decenas de miles en Israel, tanto de origen marroquí como de procedencia griega o turca. Se trata del castellano del siglo XV enriquecido con palabras griegas, turcas pero también catalanas e italianas, debido al paso de muchas familias sefardíes por el reino de Nápoles. Además, en Israel habla castellano un importante grupo de población oriundo de Argentina.

El astur (conocido como asturiano o bable en Asturias, como leonés en León y como mirandés en la zona nororiental de Portugal) es hablado por unos 100.000 personas en la zona central de asturias y por grupos minoritarios en los pueblos de León, Zamora, Miranda y en el norte de Extremadura. Se clasifica como una rama del romance ibérico, similar al portugués y castellano, pero más cercana a este último. Hoy, sólo la fonética lo caracteriza, mientras su vocabulario y morfología han asimilado las formas del castellano. En Asturias existe cierto volumen de literatura local en esta variante.

El aragonés o fabla se considera a veces representante de una rama romance-pirenáica, distinta a la del castellano o el catalán, pero hoy se distingue del castellano sobre todo por la fonética. La estandarización moderna acentúa al máximo las diferencias ortográficas, pero el fabla también conserva cierto vocabulario distinto y en algunos aspectos se asemeja más al portugués. Es hablado sólo por unas 10.000 personas.

En el sur de la Península, el habla andaluz se diferencia fonéticamente del castellano, pero nunca ha sido estandarizada y normalmente no crea dificultades de comunicación. En algunas zonas, como Cádiz, se emplea a veces una ortografía propia que refleja el habla local.