Palestina hoy es sinónomo para un conflicto armado enquistado en la orilla oriental del Mediterráneo. El territorio en liza es pequeño —unos 6.000 Km², poco más grande que Cantabria— pero la onda expansivo de los enfrentamientos mantiene bajo tensión continua todo Oriente Próximo.

El histórico territorio de Palestina, parte del Imperio Otomano, albergaba una población de habla árabe, en gran parte musulmana y cristiana, con importantes comunidades judías. Hoy, el término se refiere habitualmente a Cisjordania y la Franja de Gaza, territorios ocupados desde 1967 por Israel. Teóricamente, ambos son autónomos, pero de facto están sometidos a la jurisdicción del Ejército israelí. Aunque las tropas se retiraron de Gaza en 2005, la franja sigue bloqueada, sin conexión con el exterior; en Cisjordania, el mando militar israelí representa la autoridad suprema, por encima de los cuerpos legislativos y ejecutivos elegidos por la población y constituidos en Autoridad Palestina.

Los palestinos no son ciudadanos de ningún Estado —Israel no les reconoce ningún estatus— pero dependen de la autorización de Tel Aviv para todo viaje al exterior... e incluso para poder regresar a casa una vez que hayan salido.

Varias veces, gobierno israelí y representantes palestinos han intentado resolver el conflicto a través de negociaciones; hoy hay consenso que la solución debe conllevar la creación de un estado independiente palestino en los territorios de Cisjordania y Gaza, aproximadamente en las fronteras anteriores a 1967; el acuerdo ha sido impedido, entre otros motivos, por la pretensión de Israel de anexionarse cierto porcentaje —menor pero estratégico— del territorio palestino y su negativa de desmantelar las mayores colonias judías. Además, no hay acuerdo sobre el estatus definitivo de Jerusalén, anexionado por Israel en 1980 pero reivindicada como capital por los palestinos.