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islam
El islam es una de las tres religiones monoteistas que han formado la conciencia de todas las culturas del espacio mediterráneo y la más joven de las tres. |
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Cuando hablamos de la civilización judeocristiana —entendida como un conjunto de conceptos espirituales, creencias y ritos —deberíamos incluir en este marco también el islam: esta religión se basa en los mismos fundamentos que el cristianismo y el judaismo; las diferencias son apenas de matiz. Así, al menos, lo ve el musulmán medio: lejos de considerarse ajeno al mundo cristiano, entiende que su fe es la continuación y purificación de los ritos fundados por Abraham, Moisés, Jesucristo... Mahoma no es más que el último de una cadena de profetas que —según esta visión— fueron enviados por Dios para crear y renovar sucesivamente el judaismo, el cristianismo y finalmente la religión ‘definitiva’, que ya no podrá ser modificada o mejorada: el islam.
A grandes rasgos, el islam comparte con el cristianismo todos los conceptos fundamentales: exige la sumisión a Dios para alcanzar la salvación eterna y el paraíso. No respetar las normas religiosas o hacer mal al prójimo es pecado y podrá ser perdonado por Dios o castigado el día del Juicio Final con el infierno. La diferencia entre ambas creencias está en el detalle: ¿cuáles son las normas religiosas y qué se considera pecado. La diferenciación entre Dios y Alá que se hace a menudo en Europa —como si se tratase de dos entes espirituales distintos— es incomprensible para un musulmán: considera que sólo existe una deidad que es venerada, a través de diferentes ritos, por judios, cristianos y musulmanes. |
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Alá no es más que el nombre árabe de Dios: los obispos libaneses y sirios invocan a Alá cuando celebran misa. Evidentemente, añade confusión el hecho de que algunos fundamentalistas musulmanes insisten en utilizar el término Alá —o Allah, en su transcripción inglesa— cuando se expresan en lenguas diferentes del árabe.
El islam se presenta a menudo como una extrema simplificación de la fe: no hay mediador alguno entre el hombre y Dios, no existe la figura del sacerdote. Los ritos necesarios para cumplir con la obligación religiosa son sencillos. El profeta del islam, Mahoma, no se considera una figura divina, aunque venerable. Sí tiene carácter divino el libro santo que le fue revelado: el Corán, base de la fe. El islam no conoce la figura del sacerdote: la conexión con Dios es inmediata y personal. Ni siquiera las mezquitas tienen un carácter sagrado, más allá de lo que simbolizan como lugar de reunión de los fieles: es posible rezar en cualquier lugar y no es necesario contar con un imán o predicador para cumplir con el rito. |
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