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Se convirtió así en el último de una larga lista de profetas que habían difundido el mensaje de la salvación, desde Noé y Abraham a Moisés, David o Elías hasta Jesucristo. No tiene naturaleza divina pero se le considera el último y definitivo de los enviados; tras él no puede venir otro.
La biografía de Mahoma (sira) ha sido transmitida con gran número de detalles por los cronistas dedicados al hadiz, textos que anotan los hechos y palabras de Mahoma. Aunque comúnmente aceptadas como verdad histórica, los científicos modernos empiezan a poner en cuestión la fiabilidad de estas informaciones. La propia historiografía islámica distingue entre datos fiables, probables y dudosos, según la 'cadena' de personas por la que fueron transmitidos. Acorde a la sira, Mahoma —su nombre era Mohamed Abu Kasem ben Abdala— nació en La Meca, en Arabia Central, alrededor del año 571 d.C. en el seno de la influyente tribu Qoraich. |
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Mahoma en la Caaba según Rashid Al-Din, autor de 'Historia Universal', Persia, siglo XIV |
De origen humilde, se convirtió en guía de caravanas y se casó a los 25 años con Jadiya, una rica comerciante. A los 40 empezó a tener experiencias espirituales, acompañados de ataques epilépticos, que finalmente se concretaron en la visión del arcángel Gabriel. Éste —así se narra el momento fundacional del islam— le enseñó un libro y le ordenó: “Lee”. Aunque analfabeto durante toda su vida, Mahoma era de repente capaz de recitar íntegramente el texto que le fue enseñado y lo transmitió a sus primeros discípulos tras el fin de la visión. Durante experiencias similares a lo largo de una década fue recibiendo y memorizando otros capítulos de aquel libro divino, hasta completar un cuerpo de 114 azoras o capítulos, ordenados más tarde de mayor a menor. Hégira La tribu de los Qoraich veía con malos ojos la actividad sectaria de Mahoma, ya que sus prédicas se dirigían contra los ritos religiosos del santuario central de La Meca, conocida como la Caaba. Este santuario atraía grandes cantidades de peregrinos de toda Arabia y constituia así una importante fuente de ingresos para la ciudad. Mahoma emigró finalmente a la ciudad de Medina, situada unos centenares de kilómetros al norte, donde fue acogido por la importante comunidad judía. Este traslado, ocurrido en el año 622, se conoce como hégira (del árabe hiyra, emigración) y constituye el año cero para la era musulmana. En Medina, Mahoma fundó su primera comunidad de creyentes y empezó una larga guerra con los habitantes de Meca que ocho años más tarde terminó con la conversión de éstos al islam. Fue en Medina donde Mahoma promulgó, incluyéndolas en el Corán, las leyes precisas —sobre todo referido al matrimonio y la herencia— que hasta hoy rigen la vida de gran parte de las sociedades islámicas y donde convirtió la nueva religión en una base para la organización social de la comunidad. El peregrinaje a la Caaba o hayy (se pronuncia hach), un antiguo rito árabe, fue integrado entre los preceptos de la nueva fe como un deber de todo buen creyente. Mahoma en persona la realizó poco antes de su muerte en 632 d.C. Tras la muerte del fundador, cuatro califas se sucedieron a la cabeza de la comunidad de fieles, lo que dio lugar a los primeros cismas. |
En detalle | ¿Fiabilidad histórica? |
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Durante los siglos XIX y XX, historiadores y teólogos cristianos llegaron a la conclusión de que la Biblia, compuesta por fragmentos de muy diverso origen, no es un documento histórico fiable. El Corán nunca se ha sometido a una investigación similar. La ciencia da por buena la versión de los hechos narrada por los comentarios de los primeros exégetas, aunque éstos sólo fueron transmitido oralmente —se conservan largas listas de cadenas de transmisión, conocidas como isnad— antes de ser anotados en los siglos IX, X u XI, y los manuscritos de esta época tampoco se conservan. Así, la historiografía islámica seria no empieza hasta los siglos XII-XIII de la era cristiana. Pese a la enorme cantidad de detalles que se creen conocer de la vida de Mahoma, la fiabilidad de esta información es bastante frágil y su veracidad histórica nunca ha sido demostrada por fuentes independientes ni hallazgos arqueológicos. Algunos historiadores, como el español Ignacio Olagüe o el alemán Günter Lüling, ponen en duda toda la historia oficial del islam. Partiendo del hecho de que la Arabia del siglo VII fue en su mayor parte cristiana y judía —la Caaba fue probablemente una iglesia antes de ser adoptado como templo islámico—, esta escuela científica muestra que el islam en sus inicios fue un movimiento de renovación de la fe cristiana; así, algunas azoras del Corán se basan en canciones litúrgicas de las iglesias árabes. Una visión también apoyada por las leyendas de los bereberes marroquíes: éstos relatan que Jesucristo les había prometido mandar un "renovador" de la fe, razón por la que aceptaron como nuevo guía espiritual a Mahoma. |
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