El velo que divide el islam
Derecho de la mujer o atentado contra su dignidad? El velo islámico, destinado a ocultar los encantos de la mujer, no hace más que realzar la visibilidad de quienes lo llevan en Europa.
El trozo de tela volvió a encender los ánimos en toda Europa el 20 de octubre pasado, cuando los tribunales británicos fallaron contra Aisha Azmi, una profesora británica musulmana de 24 años, suspendida de su trabajo por insistir en dar clase con la cara cubierta por un velo negro.
El caso provocó tanto debate en Reino Unido que incluso Tony Blair tuvo que elegir bando en este "muy sensible debate sobre cómo integrar a la gente en nuestra sociedad". Blair apoyó la decisión de suspender a Azmi, lo cual llevó a ésta a denunciarle por "tratar a las minorías étnicas como parias".
También en los Países Bajos, a pocas semanas de las elecciones, el debate irrumpió en el Parlamento.Turquía y Túnez prohíben a profesoras, funcionarias y estudiantes universitarias llevar el velo islamista El primer ministro holandés, el democristiano Jan Peter Balkenende, recordó que, actualmente, la ley prohíbe llevar velo a funcionarias uniformadas y juezas y manifestó que "los holandeses deben respetar la forma de vestir de los musulmanes", aunque se mostró reticente con respecto al 'burqa' que cubre todo el cuerpo, incluida la cara, con sólo una rendija para los ojos.
El diputado holandés Geert Wilders pretende prohibir el uso público de esta prenda. Él propuso, hace casi un año, una ley que vetara el uso del 'burqa'. Recibe el apoyo de la ministra de Inmigración, Rita Verdonk, que ha encargado a un imán, un jurista y a un experto en islam un dictamen sobre la viabilidad de una ley de este tipo. Se esperan los resultados para el próximo 7 de noviembre.
En el municipio belga de Maaseik, que acoge a 200.000 habitantes, una norma municipal ya prohíbe el 'burqa' bajo multa de 150 euros. Además, varios colegios belgas impiden a sus alumnas llevar el pañuelo islamista.
La cautela de Blair y Balkenende contrasta con la postura nada ambigua de dos países musulmanes: Turquía y Túnez. Ambos prohíben no sólo el 'burqa', sino el simple 'hiyab' —un pañuelo que tapa pelo y escote pero deja libre el rostro— a profesoras, funcionarias e incluso a las estudiantes universitarias.
También el Gobierno egipcio ha puesto en marcha varias iniciativas para limitar el uso del velo en la sociedad, hasta ahora sin éxito. En 1994 intentó prohibir el 'niqab' —la prenda árabe equivalente al 'burqa' afgano y obligatoria en Arabia Saudí—, pero la medida nunca llegó a ser aplicada en la práctica. Se evita que las funcionarias que atienden en aeropuertos y oficinas turísticas lleven velo, pero su uso es general en el resto de la administración pública.
Prenda antigubernamental
La Universidad Americana de El Cairo prohibió en 2002 el uso del 'niqab' entre las alumnas, alegando que podía utilizarse para esconder armas bajo las vestimentas, pero tuvo que abolir la medida tras una batalla jurídica. El último episodio ocurrió el pasado 27 de octubre, cuando el rector de la Universidad de Helwan resolvió prohibir con firmeza la misma prenda.
En otros países, como Marruecos, los atuendos islamistas no están restringidos por ley pero sí considerados símbolos religiosos con una fuerte carga ideológica antigubernamental. Según denuncia el periódico At-Tajdid, órgano de la oposición islamista, algunas academias y empresas han empezado a pedir a alumnas y trabajadoras que no aparezcan con 'hiyab'.
Es difícil saber qué pasaría si una profesora de Rabat se propusiera llevar el 'burqa' en clase: hoy por hoy, parece inimaginable. Más aun tras la reciente decisión del Gobierno de retirar un manual de educación religiosa en el que una niña de diez años aparecía con 'hiyab'. La imagen se había convertido en motivo de escándalo para buena parte de la prensa marroquí, que fustigaba el "adoctrinamiento" de la infancia marroquí acorde a las corrientes integristas, financiadas supuestamente por los petrodólares de Arabia Saudí.
En la misma línea insistió, hace pocas semanas, el presidente de Túnez, Zine Al Abidine Ben Ali, cuando pidió a las mujeres adoptar "la ropa tunecina auténtica" y no el velo "de inspiración sectaria, importado de fuera y ajeno a nuestras tradiciones". Aunque para el inexperto, la diferencia entre ambas prendas es escasa, la sociedad magrebí distingue entre el paño tradicional, frecuente en las zonas rurales —que la mujer se puede quitar sin ofender a Dios— y el 'hiyab', que exterioriza el fervor religioso.
Parece hilar muy fino, pero tiene sentido: quien lleva el velo señala a su entorno que ha optado por unas normas distintas a las del resto de la sociedad. Así lo explica Samra, una joven palestina: "Elegir el 'hiyab' —o ser obligada a llevarlo, como es habitual en Gaza y muchos campamentos de refugiados— significa también no dar la mano a varones que no sean de la familia ni hablar con chicos si no hay testigos".
Aunque la inmensa mayoría de las magrebíes que visten el polémico trozo de tela no llegan tan lejos, el temor se debe no sólo a que se introduzca una moda en el país sino todo un cambio de hábitos que trastorne el normal desarrollo de las relaciones sociales.
El mismo argumento se reflejó en los debates previos a la adopción de la 'ley del velo' en Francia, en 2004, donde desde entonces se prohíbe asistir al colegio con "símbolos religiosos ostensibles". La justificación: permitir este tipo de señales distintivas abriría la puerta a otorgar excepciones de todo tipo que finalmente harían imposible dar una clase normal.
Alemania siguió el ejemplo francés de forma gradual. En abril de 2004, el 'land' Baden-Württemberg votó prohibir el 'hiyab' a las profesoras de los colegios públicos. Otros siete 'länder' adoptaron leyes similares, aunque sólo Berlín extendió la prohibición a todos los símbolos religiosos. Pero en julio pasado, un tribunal de primera instancia reabrió el debate y dio la razón a una profesora musulmana, al señalar que las monjas católicas en el sur de Alemania dan clase vestidas de hábito.
De hecho, el debate ha abandonado la polémica sobre la asimilación de los inmigrantes o la multiculturalidad para centrarse en la cuestión del laicismo. No falta quien señala la oposición de la Iglesia católica como uno de los motivos que impiden prohibir el velo islámico en los colegios: tal ley abriría la puerta a una eliminación progresiva de todos los contenidos religiosos de las aulas.
El cuarto país europeo en restringir el 'hiyab', tras Francia, Alemania y Países Bajos, es Suiza. El cantón de Ginebra veta actualmente el uso de esta prenda —y el de las tocas católicas— en los colegios y los tribunales decidieron, ya en 1997, que las empresas privadas pueden decidir sobre la vestimenta de sus empleadas. Austria, en cambio, elige la vía contraria: según su interpretación, llevar el pañuelo forma parte de la libertad religiosa y no puede impedirse.
Legislación antiterrorista
Pocos países europeos se han librado del debate. En 2004, Italia vivió una anécdota polémica cuando el alcalde de un pueblo cercano a Milán decidió multar a una mujer italiana, convertida al islam, por llevar el 'burqa', recurriendo a una ley de 1931 que prohíbe "enmascararse en público".Un año más tarde, el Parlamento confirmó en el marco de la legislación antiterrorista la prohibición de ocultar la cara.
En España, la polémico saltó en 2002 con la negativa de un colegio a admitir a una alumna con velo, aunque el caso se decidió a favor de la chica. En Dinamarca, el Tribunal Supremo decidió en 2005 que el despido de una empleada de un supermercado era legal, porque su contrato estipulaba que no podía llevar esta prenda.
Pero no faltan voces que denuncian la polémica del velo como una cortina de humo que desvía la atención de otros problemas más acuciantes relacionados con la inmigración. Las cifras les parecen dar la razón: se estima que sólo 40.000 de las alrededor de 800.000 musulmanas británicas llevan algún tipo de velo. Más simbólico aun será el debate previsto por el Parlamento holandés, puesto que se estima que en todo el país no hay más de 50 mujeres usuarias del 'burqa', entre casi medio millón de musulmanas.
Sólo Arabia Saudí, Irán y Sudán imponen por ley el hiyab o una prenda similar Muchas mujeres europeas que insisten hoy en lucir 'hiyab' son hijas de madres inmigrantes que nunca lo llevaron. De ahí que Fadela Amara, fundadora del movimiento francés Ni Putas Ni Sumisas, defensora de las comunidades de origen magrebí, se pronuncia a favor de la 'ley del velo' porque, en su opinión, las chicas que utilizan hoy este símbolo son "activistas reclutadas por imanes llegados de Egipto y Pakistán". Añade que "a causa de nuestra posición sobre el velo, tuvimos más problemas para trabajar en Europa que en los países musulmanes", como Marruecos o Argelia.
De hecho, en el lado islámico del Mediterráneo, el debate divide cada día más a la sociedad, porque aquí, el velo es la bandera que muestra la fuerza de los movimientos ideológicos dispuestos a derrocar los regímenes que consideran corruptos, para reemplazarlos con repúblicas islámicas en las que el 'hiyab' —así lo teme gran parte de la sociedad— pronto no será una elección, sino la obligación.
El velo toma las pantallas
Actualmente, sólo tres Estados imponen por ley la vestimenta islámica: Arabia Saudí, donde el 'niqab' es obligatorio; Irán, que ha institucionalizado el 'chador'; y Sudán, que en los años ochenta proclamó el 'hiyab' como necesario, aunque la medida no llegó a popularizarse.
Dos territorios más instan a sus ciudadanas a islamizar su indumentaria: Zamfara, en el norte de Nigeria, y la región autónoma de Banda Aceh, en Indonesia. Pero la presión social crece en casi todos los países musulmanes.
Las organizaciones islamistas aseguran que, actualmente, entre un 70% y un 85% de las mujeres egipcias lleva algún tipo de velo, una cifra difícil de comprobar. El cambio social ha sido muy visible en la industria del cine: si en las películas egipcias de los años cincuenta y sesenta abundaban los escotes y las minifaldas, hoy algunas de aquellas actrices 'fatales' regresan a la pantalla sin mostrar un solo mechón de pelo.
Siria, dirigida desde hace 35 años por el partido laico Baaz, se resiste aún a la oleada, aunque la polarización mundial que siguió al 11-S también aquí ha llevado a la expansión del 'hiyab'. Rana, una joven empleada siria, explica que cada vez más mujeres llevan el velo para "demostrar que son diferentes a las occidentales. Creen que mostrando sus valores religiosos enseñan al mundo que el pueblo árabe no es agresivo". Quienes llevan el 'burqa' en Damasco, sin embargo, son siempre turistas iraníes o saudíes.
Donde el debate es más encarnizado es en Turquía. Atatürk fue el primero en prohibir, allá por los años treinta, el velo islámico, una ley confirmada en 1989 para universidades y oficinas públicas y declarada legítima por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo en 2005.
Los estamentos del poder —Ejército y grandes colectivos de la burguesía— lo consideran una amenaza que simboliza la intención de desmantelar el Estado laico. Aunque no es tradicional, sino importado en los años ochenta desde Irán, su uso es cada vez mayor en los barrios populares de Estambul.
Para muchos fundamentalistas turcos, Europa se ha convertido en la tierra de la tolerancia, que les permite vivir su fe de una forma pública, vetada en Turquía. El propio primer ministro del país, Recep Tayyip Erdogan, declaró en 2004 que sus hijas se veían obligadas a estudiar sus carreras en Estados Unidos: sólo allí podían acudir a clase vestidas con el 'hiyab'.
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Velo. Información en el Fondo de MediterráneoSur.