El velo a debate
Cuatro mujeres debaten sobre lo que el velo significa para ellas, que carga simbólica tiene para la sociedades en las que se está popularizando, qué reacción merece. Son:
Bahira Abdulatif, traductora de árabe y ex profesora de la Universidad de Bagdad. Vive en Sevilla.
Teresa Rodríguez de Lecea, profesora de filosofía en la Universidad Carlos III y miembro del Movimiento por la Paz.
Salima Abdeslam, diputada de la Asamblea de Melilla.
Gema Martín Muñoz, arabista y directora de la Casa Árabe (Madrid).
Salima, ¿por qué llevas velo?
Salima Abdeslam: Por mi libertad, por mi libre elección. Para mí llevar el velo significa hacer visible que soy una española musulmana. Siempre lo hice para mí misma y porque creía en él.
Bahira, ¿por qué tú no lo llevas?
Bahira Abdulatif: Nunca se me ha pasado por la cabeza porque en Iraq nadie de la familia ni de mi grupo de amigos lo llevaba. Las señoras ancianas solían utilizar abaya, un manto negro, pero era una indumentaria tradicional sin un sentido religioso. En mi casa somos siete hermanas, y de repente hace seis años, una de ellas (que es catedrática en biología y ha escrito libros), me dijo que había decidido llevar el pañuelo porque se encuentra más a gusto así. Ella siempre ha tenido una tendencia espiritual y yo la respeto porque es su opción. Yo defiendo su libertad a ponerse el velo y ella defiende la mía a no ponérmelo.
¿El hijab puede ser equivalente al pañuelo que llevaban las mujeres españolas hace cincuenta años?
Teresa Rodríguez: Es diferente. El velo tradicional de las europeas no tenía una significación religiosa. La mujer que debía cubrirse en el espacio público para no llamar la atención, pero nunca tuvo el significado religioso, ni siquiera la mantilla.
Gema Martín Muñoz: Cada velo tiene su propia razón de ser. Hay velos tradicionales, como la abaya que decía Bahira, que sirven para que la mujer se cubra cuando atraviesa el espacio público (ese velo sí tiene que ver con el pañuelo de nuestras abuelas), pero las sociedades árabes y musulmanas han evolucionado y han surgido otras formas de velo, vinculadas a una nueva generación. El hiyab es un velo nuevo, que sólo cubre el pelo y permite a la mujer tener una identidad plena. No es un manto que la envuelve. El hiyab se combina con vaqueros, camisetas, gafas de sol modernas, y la clave fundamental de todo es que sea una libre elección.
Salima: Cuando yo opté por llevar pañuelo a mi madre no le gustó y se sorprendió. Me dijo “todavía eres joven”. Ella pensaba que era algo cultural y yo le contesté que lo llevaba por convicción. Me dijo “te doy diez días y seguro que te lo quitas”, pero ya llevo diez años.
Esa vuelta al velo, ¿es un síntoma de conservadurismo o una reivindicación de la identidad musulmana en Europa?
Salima: En Europa es una reivindicación identitaria. A partir del 11 de septiembre [de 2001], los musulmanes se han querido unir en una piña y demostrar que existen. La realidad de Melilla es completamente diferente, porque es una ciudad europea donde viven los musulmanes desde hace más de quinientos años, pero yo he hablado con chicas en Inglaterra y en Francia y dicen que es un signo de identidad contra el opresor.Se sienten rechazadas por el mero hecho de ser musulmanas y es una manera de reivindicarse.
Gema: Lo que sí ha habido es un cambio generacional. Para las madres de las jóvenes de ahora —que fueron jóvenes en los años 60 y 70— el cambio profundo fue quitarse el velo. En la nueva generación, a partir de los años 80, las jóvenes mayoritariamente han decidido ponerse el pañuelo. Ese cambio generacional coincide con la acumulación de una serie de fracasos en esas sociedades, primero liberales, luego nacionalistas y socialistas que fracasaron cuando habían prometido unos logros fundamentales. Y lo que recupera la nueva generación, como elemento de identidad, de afirmación y de esperanza para salir del estancamiento, es lo islámico.
El velo impuesto
Una niña de diez años que lleva el pañuelo no puede elegir. ¿Qué hacemos en esos casos?
Salima: Yo estoy en contra de cualquier acto que obligue a la mujer a ir en contra de su voluntad. Eso ocurre, especialmente, en muchos países árabes, pero aquí son casos aislados.
Gema: Los niños a partir de los 12 años tienen perfecta capacidad de elección de lo que se quieren poner. Y no hay más que ver a nuestros hijos eligiendo su ropa.
Teresa: ¿Pero hay realmente esa libertad en los países árabes?
Gema: Existe un nivel importantísimo de lo que marca la familia, como en todas partes. Hay colegios donde, en el uniforme, colocan el pañuelo, pero eso no quiere decir que esa niña no pueda decidir qué hacer cuando sale de la escuela. Lo verdaderamente importante es su acceso a la educación.
Teresa: La libertad de elección a la hora de vestir todo el mundo la acepta en el mundo occidental, al menos de entrada. Pero claro, cuando aquí la niña no va al colegio si no lleva el velo, o no va a la clase de gimnasia, nos damos cuenta de que el velo conlleva muchas más cosas. En niveles económicos más altos el acceso a la educación es libre y el ponerse velo o no, también. Eso hace la cuestión mucho más inocua. Pero nosotros estamos contacto con un grupo de población, que es la inmigración, que culturalmente está en una situación más débil, y quizá esa sea la explicación a muchos de los problemas que se plantea. Lo importante es el acceso a la educación, al mundo laboral y al espacio público, con o sin velo.
Bahira: Hay algunas familias que puede que obliguen a sus hijas a llevar el velo, pero no es lo normal. A veces yo he hablado con niñas que dicen que les gusta porque lo ven como algo de mayores, pero también quiero subrayar, que por motivos políticos se fomentan ciertos fenómenos. Y yo hablo de Iraq porque es lo que conozco. En los años 80 yo daba clases en la universidad y tenía dos chicas entre cuarenta alumnos que llevaban pañuelo. Ahora veo la sociedad iraquí y casi no la puedo reconocer porque la gente no sólo lleva el velo, ¡lleva el niqab! Iraq siempre ha sido un país moderado, laico, pero hoy día ves pintadas en las escuelas de las niñas donde pone “Velo o ácido”. Desde occidente se ve una imagen de la sociedad iraquí con todas las mujeres cubiertas y no son conscientes de que se están cubriendo por miedo. Con la invasión americana estamos en pleno retroceso.
Integración
¿Qué podemos hacer con todas esas personas que se sienten agredidas por esos signos de identidad musulmanes aquí en Europa?
Gema: Si se sienten agredidos es su problema. Que tú le veas el pelo o no a una persona no es una cuestión de ciudadanía. Somos muy etnocéntricos y la gente se ofende porque una prenda como el pañuelo está desafiando nuestra concepción de dominación mundial a través de nuestros códigos, que pasan también por la manera de vestir.
Bahira: En este país a Salima, que lleva velo, la miran de una manera y a mí de otra. De mí piensan que me estoy integrando porque no llevo pañuelo y de Salima que no se quiere integrar, pero eso no es cierto.
Salima: Empezando por el hecho de que yo no soy inmigrante y, por lo tanto, no me tengo que integrar. El primer día de facultad, en Económicas, los cinco profesores me preguntaron si estaba segura de hacer esa carrera. ¿Por qué me lo preguntaban a mí y no a mis compañeros? Se me cuestionó mi capacidad intelectual por llevar el hiyab.
Teresa: Tampoco es tan raro que la gente se extrañe, porque son comportamientos e indumentarias nuevas y la sociedad española ha sido muy homogénea hasta hace diez años.No siempre es fácil adaptarse a lo que nos es ajeno, a lo Otro, y alguien puede interpretar el velo como un signo agresivo por desconocimiento. Los musulmanes deben ir explicando a través de la convivencia que el pañuelo no tiene un significado de rechazo de la sociedad española. Yo entiendo que no sólo sois vosotros los que deis la explicación, es también la sociedad la que debe acercarse a la información. Pero tampoco os debe extrañar que a mucha gente le sorprenda y se sienta descolocada ante algo completamente nuevo y diferente.
Gema: Hay que banalizar el tema del pañuelo. El islam se ha convertido en un fetiche mediático y hace falta una cuestión mucho más pedagógica. Hemos construido un fantasma, el miedo al islam, que se alimenta todos los días. La clave de todo es que con pañuelo o sin pañuelo, de origen español o inmigrante, todos como ciudadanos cumplamos y respetemos la ley.
Hay mujeres que no son contratadas por llevar el hiyab.
Gema: En este país tengo derecho a ponerme un pañuelo en la cabeza y que no se me discrimine, se me rechace, o se me excluya. Que no te contraten o que no te alquilen un piso por llevar hiyab, va contra la ley.
Bahira: Desde el mundo musulmán no pasa desapercibida esa contradicción. Los fundamentalistas dicen que “Occidente predica libertades y derechos humanos, pero ni siquiera nos dejan elegir nuestra vestimenta…” El problema del hiyab se creó en Europa.
Teresa: Pero el velo impuesto entra en contradicción con los valores occidentales. El velo se convierte en el símbolo visible de la mentalidad patriarcal. En una sociedad democrática cada uno puede vestirse como quiera, pero el que viene de fuera debe adaptarse a las normas democráticas. Aquí se ha hecho una Ley de Violencia de Género que no es fácil de aplicar a los grupos de otras culturas. No sólo a los islámicos, también a los latinoamericanos. Estos grupos no son permeables.
Gema: No todas las mujeres que llevan hijab son sufridoras, sumisas y maltratadas. No son víctimas. Con pañuelo encuentras multitud de mujeres que se reafirman en su proyecto individual y que estudian en la universidad. Con pañuelo se puede ser una mujer sometida patriarcalmente y una mujer moderna.
Niqab¿Con niqab se puede ser una mujer moderna?
Gema: El niqab no es un problema en nuestro país. Hay casos en los que no es conveniente para la convivencia que lleve el niqab. Cuando es inaceptable e inadmisible, ni se acepta ni se admite.
Bahira: Pero si sigue el discurso persecutorio de las chicas con pañuelo acabará siendo habitual, porque les dan el pretexto. Hay páginas web de predicadores islámicos invitando y justificando el niqab, ellos sacan provecho de ese discurso occidental.
Salima: En Inglaterra una maestra quería dar clases a unos niños de siete años con niqab. Eso no tiene sentido.
Gema: En esas ocasiones se regula.
Teresa Rodríguez: Es evidente que en los trabajos de cara al público no debe permitirse el niqab.
Ley del velo en Francia
¿Qué os parece la ley francesa que prohíbe todo símbolo religioso ostensible en la escuela?
Gema: Me parece un error, y además cae en la incoherencia democrática, porque Francia prefiere dejar a las niñas fuera de la escolarización antes de que puedan llevar un pañuelo en la cabeza. Lo que un país democrático debe exigir por encima de todas las cosas es la escolarización, porque la educación es lo que le va a permitir a las mujeres tomar conciencia de sí mismas para que puedan reivindicar derechos ante su familia y ante la sociedad. Tan mal me parece que sea obligatorio el uso del velo, como sucede en algún país musulmán, como que sea prohibido en nuestros países.
Salima: Desde la prohibición del velo el número de adolescentes que se coloca el velo al salir de la escuela o en la universidad se ha multiplicado.
Bahira: ¿Cuál es la alternativa? Estos padres van a llevar a sus niñas a escuelas islámicas.Aunque al principio sea obligado, si la niña mezcla en la escuela con gente diferente, con el tiempo podrá reelegirlo más consciente, o decidir quitárselo. Si la meten en una escuela estrictamente religiosa qué futuro le espera.
Teresa: A veces tengo la sensación de que nos centramos en el pañuelo y todo queda muy limpio. Pero el mundo islámico tiene unas concepciones patriarcales que afectan a los derechos humanos, como los crímenes de honor. Y uno de los signos de ese mundo es el velo.
Salima: Hasta ahora ha habido una lectura misógina y machista del Corán, pero son las mujeres musulmanas las que van a conseguir que las cosas cambien.
Gema: Esas situaciones patriarcales no son exclusivas de los musulmanes y existen en otros universos religiosos. También en España hay muchas mujeres oprimidas y maltratadas en el seno familiar, y hay que luchar contra ello globalmente, no sólo entre los musulmanes.
¿Creéis que hay algún problema en que las niñas vayan con hiyab a un colegio católico?
Salima: Yo estudié en un colegio católico. Estuve desde muy chica con las monjas. Llegábamos todas las mañanas y rezábamos el padre nuestro todos los días. En los países árabes hay muchos colegios católicos a los que prácticamente sólo van musulmanes. Yo he sido jugadora de baloncesto hasta que llegué la universidad. No he tenido ningún momento de mi vida una barrera por ser musulmana.
Bahira: Tres de mis hermanos estudiaron con monjas en Iraq. Aquí sería inconcebible que padres católicos llevaran a sus hijos a una escuela de musulmanes. Cada día veo más intolerante a la sociedad española.
Teresa: El fenómeno de la inmigración no lleva más de diez años y la sociedad va digiriendo poco a poco. El esfuerzo tiene que ser por los dos lados.
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