Fátima ya tiene su historia
A Fátima le gusta el pueblo, San Lorenzo de El Escorial. "Le gustan mucho los cuentos, los lee en español, yo ya le he enseñado la biblioteca y le hemos hecho un carnet para que pueda llevárselo a casa", señala Delia Duró, directora del Instituto Juan de Herrera.
Fátima sólo lleva cinco meses en España y tiene también su historia. Su caso abrió hace un mes el debate sobre la convivencia de culturas y dio pie a comentarios sobre sentimientos y actitudes hacia la inmigración, más en concreto, hacia la marroquí.
Desde que Fátima decidió escolarizarse en un instituto del municipio, ya le han lavado la cara al mismo en un par de ocasiones para borrar las pintadas de todos los 'colores' que adornaban sus paredes. "El pintor dice que no está bien lo de las pintadas, ni de un signo ni de otro, que sus hijos pueden y deben estudiar junto a niños de otras nacionalidades, se enriquecerán mutuamente, no lo duda, y ambos han de respetar las normas de convivencia", comenta Delia Duró.
En San Lorenzo hay empadronadas 14.000 personas, 1.200 son extranjeras y, de ellas, unas 200 son marroquíes. "Hay menos extranjeros que en otros pueblos de por aquí, los vecinos conviven sin problemas, y en la plaza, aquí delante, todas las tardes los niños juegan al balón", dice una tendera que sube el cierre de su negocio por la mañana. Las casas del pueblo se ordenan escalonadas y desde 'La cuesta del hielo' se divisa un Madrid más bonito, si cabe. El padre decidió no ingresar a su hija en el colegio porque no estaba de acuerdo con el uniforme
"Si existiera realmente un problema sería político, no de educación; en ningún momento nos hemos pronunciado sobre el velo. El pañuelo que cubre la cabeza y el cuello de Fátima no es un problema, nunca lo ha sido", declara la directora de otro centro escolar, el colegio privado concertado La Inmaculada Concepción. "Fátima tenía que aceptar unas normas que acatan todos los alumnos de este colegio sin distinción alguna y decidió no hacerlo. Las primeras reuniones con la familia de la niña fueron positivas, pero el padre de Fátima dio marcha atrás, decidiendo no ingresar a su hija en el colegio porque estaba en desacuerdo con que la niña vistiera el uniforme que, por reglamento interno, el centro obliga a que lleven todos sus alumnos". El padre manifestó que "con la falda enseñaba demasiada pierna".
Hoy hay tres niños marroquíes escolarizados en este centro y otros tantos de hasta 18 nacionalidades diferentes. Fátima y su familia han elegido libremente. El Instituto de Enseñanza Secundaria Juan de Herrera de San Lorenzo de El Escorial, al que acuden un total de 29 niños marroquíes (el 10% de la matrícula en horario diurno es de alumnos extranjeros), se encarga ahora de su educación, con las horas extraordinarias y las aulas de refuerzo que demanda toda enseñanza compensatoria. Khadija va al colegio vistiendo su ropa 'de calle', se pone el uniforme dentro del recinto y se lo quita cuando sale
Tras el revuelo mediático de los primeros días, las aguas han vuelto a su cauce y Fátima acude todos los días a clase donde se encuentra con su compañera Yousra, otra niña marroquí de la que no se separa. No ayudan en la tarea de integración ni su timidez ni tampoco el desconocimiento de nuestro idioma. Delia Duró, directora del instituto, habla de un "lógico problema de socialización" y de una niña con "una gran disciplina escolar y sumamente educada y discreta".
Los jueves, Fátima no va a clase de religión y se ha incorporado a la de ética. Sus dos hermanos van a otro colegio del mismo pueblo. "La Comisión de Escolarización tiene la misión de buscar un centro educacional para todos los niños y equilibrar el reparto de plazas, pero hay que atender a la demanda de los padres también, la libertad de elección de colegio tiene que ser un hecho, pero actualmente no es real", nos comenta la directora del colegio La Inmaculada Concepción, Teresa Hernando. Por otra parte no le cabe duda de que "estamos de nuevo ante una campaña de descrédito hacia la Iglesia y las instituciones religiosas".
Khadija (15 años), otra niña marroquí escolarizada en San Lorenzo de El Escorial, entraba en su aula después del recreo (a las 11 de la mañana) del pasado lunes 11 de marzo con el uniforme del colegio (falda gris y azul tableada, camisa blanca y chaqueta azul marino).Hace unas semanas, el Defensor del Menor,Pedro Núñez Morgades, hizo un llamamiento para "buscar fórmulas que hiciesen viable el uso del uniforme y la escolarización de Khadija", teniendo en cuenta que, en caso de conflicto, debería primar el interés superior de la menor a ser escolarizada. Dicho y hecho. Khadija va al colegio vistiendo su ropa 'de calle', se cambia dentro del recinto, se pone el uniforme y a la hora de salir del colegio repite la operación. La Madre Teresa ha declarado que lo importante es que la niña ya esté escolarizada y que "hay que dar tiempo al tiempo".
La exigencia del uniforme de este centro es legal y responde a un reglamento interno aprobado por la comunidad educativa. Con 15 años, ésta niña marroquí nunca había acudido a un colegio. Ahora la niña estudia junto a sus compañeros y el centro escolar que le ha sido asignado pone especial empeño en fomentar el aprendizaje del español. "Los inmigrantes llegan cuando llegan y el proceso de escolarización, por lo tanto, es extraordinario, fuera de fecha y con otras necesidades", dice Teresa Hernando, directora del centro católico.
Tanto en este colegio como en los demás en los que hay escolarizados niños extranjeros se hace un esfuerzo importante para que éstos se sientan integrados en la comunidad a la que ahora pertenecen, prestando el mayor interés en el aprendizaje del idioma. "La mitad del currículum escolar de Fátima está dedicado al aprendizaje del español", señala Delia Duró.
Es importante la labor de integración fuera y dentro del centro escolar, una tarea conjunta de padres y educadores. A ese respecto Gabriel Rodríguez, director del colegio público San Lorenzo del mismo municipio, ha dicho que Khadija y su hermana Mariem, de 12 años, que ahora estudia sexto de primaria en este centro, permanecían 'guardadas' en casa. "Viven en un barrio de la parte alta de San Lorenzo y se dedicaban a tareas domésticas y a traer leña para calentarse".
Tienen otro hermano que estudia ahora en el Instituto Juan de Herrera, el mismo en el que lo hace la niña marroquí Fátima El Idrissi. "En el colegio hemos tenido que adelantar las clases de natación, para adaptarnos a las edades de desarrollo de estas niñas, porque no se les permite usar traje de baño cuando se han desarrollado", dice Gabriel Rodríguez. "Nosotros tenemos que tener en cuenta que viven con nosotros personas con un bagaje cultural y social muy diferente al nuestro y ellos por su parte han de entender que su 'integración' depende en gran medida de su actitud hacia las normas de una sociedad, de un pueblo, de una pequeña comunidad en la que ellos han decidido vivir", comenta una madre que acude a recoger a su hija al colegio La Inmaculada Concepción.
"Cuando me entrevisté con las monjas para traer a mi hija a este colegio se me informó del ideario del mismo y de las normas que debíamos cumplir, uniforme, horarios..., no creo que sea diferente en otro colegio. No ha de haber ningún problema. Si estás de acuerdo traes a tus hijos a este colegio, si no, buscas otro. Ni para ellos ni para mi el trato ha de ser diferente".
El 'monasterio a San Lorenzo' es la esencia de esta localidad y por la Lonja que lo bordea siguen caminando todos los sábados por la mañana ingleses, marroquíes, japoneses y españoles. San Lorenzo de El Escorial duerme abrigado por el monte Abantos y ofrece paseos eternos por pinares y monte bajo. Fátima, seguro, jugará en ellos.
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