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Topper
Ilya U. Topper
[Madrid · Feb 2006]
Irán  reportaje 

La estrategia de la confrontación


El aislamiento internacional de Irán a causa de su programa nuclear se combina con las aspiraciones de Teherán de asumir el liderazgo del mundo islámico

Más de un millón de personas escuchaba al presidente iraní Mahmud Ahmadineyad el 11 de febrero pasado, es decir el 27 aniversario de la Revolución Islámica. El antiguo alcalde de Teherán, cuya victoria en las elecciones presidenciales de junio 2005 fue una sorpresa para todo el mundo, volvió a sintetizar los puntos clave de su programa de Gobierno para los próximos cuatro años. Volvió a hablar del holocausto, definiéndolo de nuevo como "una invención del sionismo internacional para chantajear a Occidente y ocupar Palestina" y repitió que "el enriquecimiento del uranio es una cuestión de interés nacional". Ahmadineyad también hizo referencia al 'martirio', es decir las acciones suicidas, como "un elemento básico de la cultura islámica".

Este rumbo de colisión frontal con Occidente parece responder a un plan definido con una hoja de ruta nítidamente trazada. Los gestos de confrontación durante la negociación nuclear parecen encuadrarse en la misma estrategia.

Luciano Zaccara, investigador del Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos de la Universidad Autónoma de Madrid, cree que "Ahmadineyad, de momento, da imagen de ser consecuente con su discurso. Amenazó con pedir la retirada de los inspectores si el dossier de la investigación nuclear llegaba al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y lo ha hecho. Prometió seguir investigando y acaba de reiniciar las actividades. Si no quiere perder la cara, debe mantener ahora su discurso altisonante".

¿La finalidad? Aunque la imagen de un enemigo exterior siempre puede venir bien para consolidar el poder de un dirigente, Zaccara cree que el mensaje se dirige más a un público internacional. "Irán nunca ha sido una sociedad anti-occidental. Todo el mundo tiene un pariente en Europa, recibe visitas, muchos viajan… Es cierto que siempre se culpa a los ingleses o a Estados Unidos de todos los males, pero no hay una real animadversión contra las culturas occidentales".

En todas las casa persas hay imágenes de la familia del profeta Mahoma

El investigador, que visita Irán con frecuencia, relata que pese a que las imágenes de televisión parecen afirmar lo contrario, ser danés en Teherán no es motivo de preocupación. "Mis amigos iraníes me cuentan que la población está totalmente tranquila; me hablan de unos jóvenes daneses que viven en una residencia de estudiantes junto a iraníes sin ningún problema. Un chico español que vive en Teherán me cuenta que hace falta ver las noticias para enterarse de que la ciudad está enfurecida. La manifestación que provocó los incidentes violentos ante la embajada austríaca estaba dirigida por los basiyíes, la organización juvenil de las milicias pasdarán (guardias de la revolución); es decir que de espontánea tenía muy poco. Los basiyíes ya intervinieron a favor de Ahmadineyad durante las elecciones".

El pretexto de las caricaturas

Así, el destino de los discursos de Ahmadineyad habrá que buscarlo tal vez en este río turbio en el que se ha convertido el llamado mundo islámico y que promete ganancia de pescadores. Irán, cuyo idioma es el persa, y que profesa la rama chií del islam, siempre se ha hallado un tanto alejado del mundo árabe, en su gran mayoría suní. "Ahora parece que puede ganar apoyos con un discurso lo más universal posible" opina Zaccara. "De ahí su insistencia en las caricaturas: ningún presidente de un país musulmán le podrá llevar públicamente la contraria en este punto, porque se desacreditaría ante los sectores religiosos. En realidad, Irán sería el país menos indicado para enfurecerse por una imagen del profeta: las representaciones de Alí, yerno de Mahoma, y su hijo Husein están omnipresentes  en las casas chiíes. Pero es un asunto que le ha venido muy bien a Ahmadineyad para erigirse en portavoz del islam".

La utilización de las viñetas como pretexto es aún más obvia si se recuerda que el 17 de octubre, la revista egipcia Al Fagr reprodujo los dibujos —entonces aún no tan famosas— sin provocar ninguna protesta pública. La orquestación de las manifestaciones violentas no cuajó hasta tres meses después.

La aspiración de liderazgo viene de antiguo. En el Irán de los años setenta, gobernado por el emperador Mohamed Reza Pahlavi, ya se creía  que el país no sería tomado en serio como potencia regional si no tenía armas nucleares. Durante estos años no era tanto Washington, aliado de Pahlavi, sino Moscú quien se oponía a un arsenal nuclear en Teherán. Estas aspiraciones fueron interrumpidas por la Revolución Islámica que trajo Jomeini al poder en 1979 y sobre todo por la larga guerra contra el Iraq de Sadam Husein.

Programa a largo plazo

Se cree que en los años noventa, el presidente Alí Akbar Hashemi Rafsanyani retomó los planes de construir la bomba atómica con la ayuda de Corea del Norte y de científicos pakistaníes y centroasiáticos. La colaboración con la Agencia Internacional para la Energía Atómica (AIEA), formaría parte de un plan destinado a convencer a los gobierno europeos y la opinión pública internacional de las intenciones pacíficas del programa nuclear iraní.

Pero la "operación confianza" como había sido denominada la tercera fase, no tuvo mucho éxito, de forma que  la ruptura queda como única vía. Hay quien cree que ésta es la razón por la que el presidente Mohamed Jatamí —defensor de un 'diálogo entre civilizaciones'— tuvo que renunciar a presentarse en las elecciones de juio de 2005, en las que ganó Mahmud Ahmadineyad, un ex oficial de los pasdarán (Guardias de la Revolución) de la línea dura.

Sadam disparó contra Israel tras invadir Kuwait para granjearse simpatías en el mundo árabeIrán, siempre alejado del mundo árabe, busca apoyos al protestar contra las caricaturas

La retórica revolucionaria, recuperada tras el anquilosamiento de 25 años de régimen islámico, recuerda las estrategias que en su día usaron otros estadistas: el dictador libio Muamar Gadafi estaba promocionándose durante años como el líder del mundo árabe con un discurso anti-israelí y antioccidental, antes de que los bombardeos estadounidenses de 1986 pusieron fin al papel internacional de Libia.

"Sadam Husein eligió un rumbo durante la primera guerra del Golfo en 1991: disparó misiles contra Israel porque sabía que un enfrentamiento con Tel Aviv le podría granjear en el mundo árabe un apoyo que la invasión de Kuwait no pudo suscitar", recuerda Zaccara.

Tampoco las aspiraciones nucleares de Irán encuentran un eco muy favorable entre los países vecinos; más bien les dan motivo de preocupación. De ahí que los dardos verbales contra Israel y la instrumentalización de las caricaturas —anunciando la publicación de viñetas que hagan mofa del holocausto— parecen buscar un apoyo más amplio en el mundo árabe.

Este rumbo ya se marcó en octubre pasado, cuando Mahmud Ahmadineyad declaró la necesidad de apoyar el derecho de los palestinos a tener un Estado —la causa árabe más popular— y pidió "erradicar Israel". Un discurso dirigido a los países árabes, no a la población iraní, en la que el antisemitismo encuentra escasa repercusión (hoy aún viven unos 11.000 judíos persas en Irán y en Teherán funcionan varias sinagogas).

¿Hasta dónde puede llegar Ahmadineyad? ¿Se arriesgaría a un ataque israelí? De momento parece una probabilidad muy lejana, según opina Sergio Yahni, miembro de Alternative Information Center en Jerusalén, una institución mixta israelí-palestina. "En Israel ahora apenas se habla de Irán. Algunos políticos de derecha utilizan la amenaza Irán para aumentar el nivel de miedo en la población… pero a un nivel muy reducido. No hay histeria. Ahora, el gran enemigo es Hamás. Irán ha perdido importancia en el discurso belicista".

Israel bombardeó un reactor iraquí en 1981 como "medida electoral" pero no repetirá ahora

Yahni, periodista e investigador, recuerda que Israel bombardeó el reactor nuclear de Osirak en Iraq en 1981 —"un gesto puramente electoral"— pero no cree que esta estrategia se repita ahora. "Es verdad que faltan pocas semanas para las elecciones y en la campaña, los políticos siempre juegan con el 'miedo existencial' pero ahora Hamás, cuya victoria le ha venido muy bien a la derecha israelí, es un enemigo mucho más cómodo.

Hamás permite insistir en la necesidad de seguir construyendo el Muro que aislará Cisjordania, uno de los temas electorales; Irán está demasiado lejos. El actual Gobierno israelí interino, y con la división del Likud reciente, no querrá exponerse a un examen público provocando una crisis internacional; confía ganar con Hamás como factor de miedo y con la imagen del moribundo Sharon como héroe y padre de la patria". Como mucho, cree Yahni, Israel se podría prestar a un ataque si ello conviene al juego estratégico de Estados Unidos, pero no por iniciativa propia.

Un informe elaborado este mes de febrero por el profesor Paul Rogers del Oxford Research Group (Gran Bretaña) analiza las consecuencias de un ataque militar contra Irán. "Retrasaría el desarrollo nuclear al menos 5 años", escribe Rogers, pero acota que "una invasión terrestre no sería factible, dados los compromisos del ejército de Estados Unidos en Iraq y Afganistán". La geografía montañosa —un terreno incomparablemente más difícil para los tanques americandos que las llanuras iraquíes— hace de Irán un país casi ininvadible. portaaviones de EE UU en el Golfo de Omán

Posible ataque aéreo

Un bombardeo aéreo, fácil de lanzar desde la flota estadounidense del Índico, intentaría destruir el reactor de investigación de Teherán y una serie de laboratorios relacionados. Otra diana importante sería el Centro de Tecnología Nuclear de Isfahan, en el sur del país, que abarca varios reactores experimentales e instalaciones para convertir uranio. También se atacaría la planta de enriquecimiento de Natanz y la de Arak. Bombardear el reactor de 1.000 megavatios de Bushehr podría ser problemático, apunta Rogers, dado que ya está cargado y puede entrar en fase crítica durante 2006.

La radiactividad liberada podría contaminar seriamente todo el Golfo Pérsico, incluido Kuwait, Arabia Saudí, Bahrain, Qatar y los Emiratos Árabes Unidos... es decir, la reserva petrolífera más importante del mundo.

Rogers cree que el ataque se haría de forma simultánea para acabar también con la vida de los técnicos, "algo necesario" para retrasar el programa iraní sustancialmente y "mucho más esencial que destruir las instalaciones".  A esto se añadiría la destrucción de las limitadas defensas aéreas iraníes en una decena de grandes ciudades, y un ataque a la flota aérea que incluye unos 45 F-14 americanos, una seria amenaza.

Aunque el golpe en sí podría durar apenas 4-5 días, luego habría que impedir que Irán cierre el Estrecho de Ormuz, fácilmente controlable, y por donde deben pasar todos los petroleros de Kuwait, Arabia Saudí, Bahrain... Cerrar esta vía marítima sería dejar al mundo sin petróleo. La destrucción de las baterías de misiles costeros y la pequeña flota iraní, incluido sus tres submarinos rusos, sería una tarea necesaria.

Miles de muertos

¿Los muertos? "Miles de militares y al menos centenares de civiles, probablemente muchos más", aventura Rogers. Recuerda que la población civil iraquí tuvo semanas de tiempo para abandonar las ciudades y evitar así los bombardeos, lo que no sería el caso en un ataque sorpresa a Irán. Y el resultado sería, en la opinión de Rogers, que Irán pondría todos sus esfuerzos en reconstruir de inmediato su programa nuclear, algo que finalmente conseguiría, opina el experto, para convertirse abiertamente en el enemigo nuclear de Estados Unidos que ahora no es. De ahí que concluye su informe con un tajante "La respuesta militar contra Irán es una opción peligrosa que no debe ser considerada. Es necesario encontrar otros medios, por difícil que sea".

Zaccara opina lo mismo: "De momento, Irán no ha vulnerado ninguna norma internacional con sus investigaciones nucleares; sólo ha perdido la confianza de Occidente. Es dificil encontrar un pretexto para una guerra internacional. El petróleo de Irán pesa mucho: China es el principal comprador. Puede hacer gestos contra Irán, pero si se le pide que frene su desarrollo económico para los próximos 5 años —sería la consecuencia de dejar de importar petróleo iraní— China será muy difícil de convencer. Y una invasión de Estados Unidos en solitario no sería sólo muy difícil sino, además, un error atroz. Irán no tiene planes de destruir la humanidad. Ahora, los más preocupados con el conflicto que se anuncia son los iraníes".