Caricaturas incendiarias
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"Mil doscientos millones de musulmanes se han sentido herido por las caricaturas del profeta Mahoma" asegura Husein Nabulsi, portavoz del movimiento islamista libanés Hizbulá. Algo que no puede quedar sin respuesta. Pero la reacción provocada por las caricaturas de Mahoma, publicadas el 30 de septiembre por el diario danés Jyllands-Posten, ha sorprendido incluso en el mundo musulmán.
Una bola de nieve que empezó con notas de protesta, continuó con la retirada de embajadores y un boicot comercial popular, desembocó en la quema de banderas danesas, el incendio de embajadas y desde el martes pasado se ha cobrado ya una docena de muertos, casi todos en Afganistán.
Aunque la bola de nieve empezó a rodar en la esfera suní —Arabia Saudí fue el primer país en retirar a su embajador de Copenhague en enero, secundado pronto por Kuwait y Libia— ahora Irán parece perfilarse como el portavoz más radical del mundo musulmán.
Un ataque contra las embajada austríaca y danesa se saldó con unas ventanas rotas, pero Teherán, aparte de denunciar un 'complot sionista' para enfrentar al islam con Occidente y anunciar un certamen de viñetas satíricas sobre el holocausto, ha propuesto convocar la Conferencia Islámica. Una medida que, justo durante la negociación por las investigaciones nucleares iraníes, amenaza con convertir el asunto de las caricaturas en una causa mundial.
Pero las sociedades musulmanas están lejos de tener una opinión homogénea. En Jordania, el director de la revista Shihan, Yihad Momani, fue despedido de forma fulmaninante tras publicar tres de los polémicos dibujos. En Yemen, el director del semanario Al Hurría corrió una suerte similar.
Buyma' Saadun, miembro de la Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH) lo tiene claro: "Aquí se trata de la libertad de expresión. Se deben respetar las creencias de los demás, pero lo único que se puede hacer es pedirle más respeto al periódico. No creo que este asunto deba suscitar ninguna reacción política de los gobiernos; no creo que la retirada de embajadores o el boicot de productos daneses solucionen nada".
No se trata de un enfrentamiento entre musulmanes y cristianos sino de un intento de defender lo sagrado contra las críticasNabulsi, en cambio, sostiene que "el Gobierno danés debe castigar al periódico de una forma ejemplar, que sirva de lección. La libertad de expresión tiene sus límites. Es normal que la gente responda con furia y el boicot es una medida totalmente apropiada". Entre estos dos extremos hay opiniones para todos los gustos, pero en un punto están de acuerdo los líderes espirituales islámicos: en ningún caso se trata de una guerra de musulmanes contra cristianos sino de defender lo sagrado —de cualquier fe— contra las críticas.
Tras la quema de las embajadas danesas en Beirut y Damasco y los ataques aislados contra propiedades cristianas en el barrio beirutí de Ashrafía, Hizbulá emitió un comunicado que vuelve a rechazar "el grave insulto que significa la publicación de las caricaturas" pero al mismo tiempo condena "todo acto que pueda poner en peligro la unidad del pueblo libanés" en alusión a los ataques contra cristianos libaneses, como confirma Nabulsi a La Clave.
El comunicado no alude a la quema de la embajada danesa; Nabulsi se limita a constatar que Hizbulá no participaba en la manifestación que acabó provocando el incendio. De hecho, en las imágenes transmitidas por televisión sólo se distinguen banderas verdes similares a la saudí o la de Hamás; ningún emblema de Hizbulá. Las cifras de detenidos sugieren que gran parte de los violentos salieron de los campos de refugiados palestinos, donde malviven centenares de miles de personas sin perspectivas de futuro.
Fue en Palestina, precisamente, donde había prendido el incendio callejero. Grupos enfurecidos cercaron el 2 de febrero las oficinas de la Unión Europea en Gaza. Pero la furia distaba de ser general. El mismo día en que fue secuestrado en Nablús un alemán, liberado media hora después, la periodista española Marta Miera explicaba que "estoy viajando por Cisjordania y la situación es absolutamente tranquila, charlo con la gente; no hay ninguna animadversión por el hecho de tener aspecto europeo".
Recuerda que la sensación de frustración, alimentada por un ciclo de atentados palestinos y ataques israelíes, es tan enraizada que es fácil canalizar la ira acumulada hacia cualquier objetivo percibido como hostil.
Porque ¿es realmente tan inadmisible un dibujo de Mahoma? La prohibición de reproducir la figura humana es general en el islam y no se limita al rostro del profeta, pero hoy, esta norma ni siquiera se respeta en Arabia Saudí, donde rige la orientación wahabí, la más fundamentalista de las que existen actualmente.
Por otra parte, sólo los musulmanes deben cumplir los preceptos del Corán, sin que éste les exija imponerlos a otros grupos religiosos. También la protesta de Irán se enmarca en un contexto político: todo chií devoto decora su casa con imágenes de Alí, yerno de Mahoma. ¿Qué es lo que ha provocado tal furia en las masas musulmanas?
La respuesta está en el contexto, cree el redactor jefe del influyente diario argelino La Tribune, Abdelkrim Ghezali. "La población ya se siente humillada por Occidente por otros muchos motivos reales: la situación en Palestina, en Iraq, la presión de los Estados con armas nucleares contra Irán… La pregunta es: ¿por qué un diario occidental publica estas caricaturas? ¿Para entretener o para provocar a una población ya sobreexcitada? La reacción de cólera que ha provocado entre la población musulmana aleja a ésta aún más de Occidente".
Ghezali, "laico y ateo", tiene claro que "la libertad de prensa es sagrada y es normal que se defienda", pero se pregunta "qué utilidad tiene publicar estas caricaturas. De momento, lo que hacen es alimentar el integrismo. Y las reacciones de las masas, ya exasperadas, pueden ser imprevisibles". Eso sí, asegura que en Argelia "no hay reacción en la calle, ni la habrá. Los argelinos ya han vivido una tragedia religiosa y no quieren vivir otra".
La bomba ofende
"No se trata sólo de caricaturas, sino de qué expresan. Mahoma con una bomba por turbante… es como si se hubiera dibujado a Jesucristo masacrando a mujeres y niños en Faluya o en Sabra y Chatila" opina el periodista marroquí Abu Bakr Jamaï, en alusión a la masacre perpetrada en 1982 por cristianos libaneses. "Con esta caricatura, se acusa a todos los musulmanes de ser terroristas, y eso no es cierto, al igual que no todos los cristianos son asesinos".
El jefe de actualidad del diario sirio Al Thaura, Ahmed Fuad, no está de acuerdo. "Creemos que la publicación de este tipo de dibujos debería estar prohibida. Ofende a millones de musulmanes, pero no se trata de proteger a una fe en concreto, sino de impedir que se insulte algo sagrado. Cualquier religión, ya sea el islam, el cristianismo o el judaismo, tiene sus esferas sagradas, y éstas no deben ser objeto de burla". Confirma que no hay agresiones contra la minoría cristiana, que forma el 10% de la población siria. "La convivencia entre las comunidades religiosas es perfecta y no se ha visto dañada por este episodio". Achaca la destrucción de las embajadas danesa y noruega a pequeños grupos de exaltados. "La manifestación no se realizó con este objetivo" sostiene. Sí cree que el gobierno danés debe pedir disculpas en nombre del periódico.
"Nosotros respetamos y admiramos la cultura europea" recalca, pero señala un agravio comparativo: "El francés Roger Garaudy fue condenado en 1998 por difamación al escribir sobre Israel. Si está prohibido insultar al judaismo ¿por qué está permitido en el caso del islam?" También Ghezali, contrario a restringir la libertad de expresión, recuerda que el antisemitismo sí constituye delito en varios Estados europeos y en Alemania se castiga con la cárcel: "Son dos varas de medir".
También Jamaï, director del semanario Le Journal, cree que "hay que entender la reacción en su contexto: la ocupación de Iraq y lo que ocurre desde hace tiempo en Palestina. Sin este contexto, las reacciones habrían sido mucho menos airadas. El fundamentalismo no es exclusivo del islam: en 1988, unos integristas cristianos incendiaron un cine donde se iba a proyectar La última tentación de Jesucristo". Pero tiene clara su postura: "Estoy en contra de la censura, en contra de que haya una legislación que impida publicar dibujos como éste. La religión es un asunto privado y puede ser criticada. Las reacciones violentas están totalmente fuera de lugar".
Jamaï refleja una opinión mayoritaria en Marruecos, donde apenas se han registrado protestas populares; una manifestación convocada por un grupo islamista reunió algunos centenares de personas en Rabat. En general, la ola de indignación pasó de largo en el Magreb; en Egipto, sólo "unos centenares de fieles quemaron banderas danesas en protesta después de rezar en la mezquita de Al Azhar, rodeados por cientos de policias antidisturbios" señala la periodista española Ethel Bonet.
Condena desde Washington
Adrian Mac Liman, periodista y miembro del Grupo de Estudios Mediterráneos de la parisina universidad de La Sorbona, también señala el trasfondo político. "Si se hubieran publicado hace diez años, nadie le habría dado mayor importancia. Ahora, cualquier pretexto es bueno para encender la llama".
Apunta que la presión de las esferas religiosas de Arabia, sensibilizadas por la campaña de un imán danés, pudo influir en la decisión del Gobierno saudí en retirar su embajador de Copenhague —el gesto que echó a rodar la bola de nieve— pero subraya que "era un excelente pretexto para 'meterse' con Occidente sin, por una vez, encararse con Estados Unidos, firme aliado de Arabia Saudí, sino provocando una prueba de fuerza con un pequeño país europeo. A Europa no le beneficia, ya que ahora es este continente el que se convierte en atacante del islam. Quien sale ganando es el aliado transatlántico de Europa".
El periodista recuerda que Washington ha condenado rotundamente la publicación de las caricaturas, algo que lo hace aparecer como defensora del islam. Invierte así la percepción, hasta ahora común en el mundo musulmán, de una Europa más próxima a las sociedades islámicas y valedora de un acercamiento, frente a la teoría del 'choque de civilizaciones' cuya dialéctica parecía marcar el rumbo de la política exterior de Estados Unidos.
"Es un intento de neutralizar la Alianza de Civilizaciones" cree Mac Liman. Añade que el asunto también se utiliza para gestos destinados a la política interior de algunos países. Así, Siria habría retirado su embajador "para canalizar la presión popular hacia una válvula de escape. El Gobierno, rotundamente laico, necesita mostrar a los sectores fundamentalistas que no deja de defender el islam y que el enemigo está en el exterior".