La rebelión del Cuarto Poder
Once periodistas y editores de publicaciones críticas detenidos y condenados en los últimos dos meses dan cuenta de la campaña que las autoridades de Egipto han emprendido contra la prensa libre. El 14 de septiembre, cuatro dirigentes de semanarios recibieron sentencias de un año de cárcel —suspendidas mientras se resuelven sus recursos— y multas por “publicar información falsa que podría perturbar el orden público”.
Uno de ellos, Ibrahim Eissa, editor del semanario Al Dustur, está acusado, además, de haber publicado en agosto comentarios sobre la supuesta mala salud del presidente egipcio, Hosni Mubarak.
No es la primera vez que Eissa comparece ante el juez: ya fue condenado a un año en 2006, aunque en febrero pasado, el tribunal de apelación dejó todo en una multa. El 14 de noviembre “le pueden caer entre 24 horas y tres años de cárcel”, según explica a La Clave Nasser Amin, el abogado de Eissa.
Paradójicamente, las condenas son una señal de esperanza. Así lo ve el arabista español Pedro Rojo, director de la agencia Boletín de Prensa Árabe (boletin.org), radicada en Rabat. “Es cierto que en Egipto hay una oleada de represión, pero lo que importa es que los periodistas no se han callado”, señala Rojo a La Clave. El 7 de octubre, 19 periódicos egipcios independientes dejaban de salir a la calle por un día —una huelga nunca vista— para denunciar la persecución a la que se sienten sometidos. Dos países encabezan la lucha por la libertad de prensa: Marruecos y Egipto, aparte de Líbano, siempre más liberal
Fin de la docilidadSe acabó la docilidad del ‘cuarto poder’ que reina en la mayor parte de los países de habla árabe. Hoy, dos naciones encabezan la lucha por la libertad de prensa: Marruecos y Egipto, aparte de Líbano, tradicionalmente el Estado árabe con mayor libertad de expresión. “Hay un entorno represivo, el Estado intenta amordazar a la prensa, pero ésta está plantando batalla, asume las penas de cárcel, las multas desproporcionadas e imposibles de pagar... Las leyes represivas no impiden que haya una prensa cada vez más crítica”, asegura Rojo.
En Marruecos, el cambio se inició hace ya siete años y forma parte de un relevo generacional que supera los viejos modelos de la autocensura omnipresente. “Ha surgido una serie de periodistas nuevos que conquistan su espacio poco a poco”, explica el arabista.
Uno de los protagonistas de este cambio es el joven Ahmed Benchemsi, director del semanario francófono TelQuel (Tal Cual), uno de los más atrevidos de Marruecos cuando se trata de romper tabúes sociales e informar sobre la corrupción policial, el tráfico de drogas, el sida, la homosexualidad... o incluso sobre el presupuesto oficial de la Casa Real o el conflicto del Sáhara, los únicos dos asuntos en los que aún hay que ir con tiento en Marruecos.
La osadía se paga: después de sorprender durante seis años a amigos y enemigos con las portadas de TelQuel, Benchemsi también se las ve con la justicia: la fiscalía le acusa de “difamar al rey” por analizar un discurso real y reflexionar sobre la inutilidad de las elecciones en un país en el que el monarca ostenta todo el poder. La pena —se conocerá el 7 de noviembre— puede llegar a los cinco años de cárcel. Benchemsi ya fue condenado a un año de prisión en 2005, aunque la condena fue suspendida.
Tanto el número de TelQuel como su versión en árabe, Nichane, fueron decomisados y destruidos. Nichane, escrito en árabe magrebí —algo ya de por sí atrevido—, ya había sido suspendida a finales de 2006 por un reportaje sobre... los chistes marroquíes, probablemente a instancias de países árabes del Golfo, según algunos analistas.
El tercer país donde los reporteros llevan años plantando cara al poder, pese al acoso del régimen, es Argelia. La prensa de este país, una de las más evolucionadas del mundo árabe, sufrió una sangría brutal cuando se desencadenó la guerra civil: entre 1993 y 1996 fueron asesinados 57 periodistas, la mayoría por los islamistas. “Hay hueco para la información independiente —aunque los periódicos también se llevan palos— y los diarios tienen una excelente acogida: el mayor, Al Jabar, vende 400.000 ejemplares; el más vendido de Marruecos, Al Masá, no supera los 130.000”, compara Rojo.
En el otro extremo del abanico se sitúa Túnez, un país de imagen occidental pero con una de las censuras más severas del planeta. Tan severa que apenas hay procesos contra periodistas: la prensa independiente simplemente no existe. El presidente tunecino, Zin el Abidín ben Alí, en el poder desde 1987, es un “predador de la libertad de prensa”, según la organización Reporteros sin Fronteras (RsF).
Esta distinción recae sobre 34 jefes de Estado o guerrillas en el mundo; en la región de habla árabe son, aparte de Ben Alí, el rey saudí, Abdalá ibn Saud, el presidente sirio, Bachar Asad, y el libio, Muamar Gadafi. Sus países son el ‘agujero negro’ de la prensa árabe, donde incluso un artículo publicado en una web puede llevar a su autor a la cárcel y donde la prensa oficialista es la única que existe.
Autocensura
No mucho mejor está la situación en Qatar —pese a contar con la muy profesional cadena Al Jazeera, la ‘CNN árabe’— o Kuwait, según Pedro Rojo. “Hay margen para analizar la política mundial, pero no se puede escribir sobre la interior; las exigencias de reforma constitucional en Arabia no tienen ningún espacio en la prensa saudí”, detalla el arabista. En Yemen, en cambio, algo se mueve: en 2005, dos periódicos fueron condenados a sendas multas y suspendidos por “difamación”, según el informe de 2006 de RsF. Otros periodistas fueron apartados de su trabajo... Una señal de que la autocensura también se resquebraja en Yemen.
205 periodistas fueron asesinados en Iraq desde la invasión; solían cubrir acciones contrarias a la ocupaciónLíbano es el único país árabe —excepto Malta— donde el Gobierno no interfiere en la libertad de prensa. Pero sí lo hacen los coches bomba: en 2005 fueron asesinados el destacado periodista Samir Kassir y Gebrane Tuéni, diputado y redactor jefe del diario Al Nahar.
Mucho peor está la situación en Iraq, donde es muy frecuente que se pague con la vida el intento de informar sobre los entresijos de una guerra cada vez más oscura y disfrazada de conflicto religioso. Más de 200 periodistas fueron asesinados desde la invasión en marzo de 2003. “La mayoría cubría acciones contra la ocupación, contra el gobierno”, señala Pedro Rojo, buen conocedor del país.
“Hay total impunidad, ni uno solo de estos asesinatos ha sido esclarecido. El entorno de trabajo es mucho peor que el que hubo en Vietnam y hay una nula capacidad de informar. Además, por ley no se puede criticar la ocupación. A Al Jazeera a le cerraron una oficina por “apoyar al terrorismo”, cuando simplemente estaba informando sobre la Resistencia”, denuncia Rojo. Añade que tras la caída de Sadam Husein vieron la luz más de cien periódicos nuevos, pero se fueron cerrando poco a poco.
El mayor enemigo de la prensa es, a menudo, la prensa: los diarios cercanos al poder suelen arremeter contra sus colegas más atrevidos y los acusan de denigrar la imagen del país. También Mohamed Sayed Tantawi, muftí de Al Azhar y mayor autoridad religiosa de Egipto, cerró filas con Mubarak. “Quien extienda falsos rumores debería ser azotado 80 veces”, declaró.
El mayor enemigo de la prensa es, a menudo, la prensa: los diarios dóciles critican a los más atrevidosEl gobierno asegura que los artículos de Ibrahim Eissa sobre el estado de salud de Mubarak acarrearon unas pérdidas de 240 millones de euros a Egipto por asustar a los inversores. En realidad, “he sido utilizado para sembrar el miedo”, asegura Eissa a La Clave.
Dia Rashuan, analista del prestigioso Al Ahram Centre for Strategies Studies, cree que el juicio contra Eissa forma parte de “una campaña gubernamental” cuyo fin es “asegurar la sucesión de Gamal Mubarak, hijo del presidente, convirtiéndolo en una figura intocable como lo era hasta hace poco su padre. En esto, la prensa independiente es un obstáculo”. En mayo fue condenado en ausencia Huweida Taha, una periodista de Al Jazeera, tras realizar un reportaje sobre la tortura en las comisarías egipcias.
Sin marcha atrás
“Estados Unidos ya no está preocupado por lo que pueda pasar aquí. Necesita el apoyo incondicional de Egipto en el tablero de Oriente Próximo, en Palestina, Sudán e Irán, por lo que la presión internacional disminuye”. Así explica Eissa la asfixia de las libertades políticas conquistadas desde 2004.
Pedro Rojo, sin embargo, no cree que la represión alcance su objetivo. “Ya no hay marcha atrás. Las críticas a Mubarak que leemos hoy en Egipto eran impensables hace diez años, pero la gente se ha acostumbrado a leerlas y nadie quiere ya la prensa panfletaria, que vive de subvenciones y vende cada vez menos”, juzga el director del Boletín.
“Hay más presión internacional: ya no se puede cerrar un periódico, encarcelar a un reportero, sin que pase nada. A eso se suman las nuevas técnicas: se usan internet y móviles, hay cadenas por satélite... Ya no se puede acotar una información como antes. Los nuevos periodistas son más exigentes consigo mismos y juegan un papel fundamental: tanto en Marruecos como en Egipto, la prensa moviliza la sociedad, forma la conciencia, hace lo que no hacen los partidos políticos, todos encuadrados en su sistema de prebendas y favores”, cree Rojo. “La prensa sí critica el poder. Y va a más”.
Entrevista con...
Ibrahim Eissa: «Iré a la cárcel»
Periodista egipcio
Ibrahim Eissa, director del semanario egipcio Al Dustur, se enfrenta a una posible condena de hasta tres años de cárcel por haber publicado un rumor sobre la supuesta mala salud del presidente de Egipto, Hosni Mubarak.
¿Se arrepiente de haber escrito el artículo por el que le pueden condenar?
No me arrepiento. El problema no es mi periódico, sino la creación de un sistema para controlar la prensa y acabar con la libertad de expresión. Se trata de dejar claro a los periodistas que la figura de Mubarak es intocable y prepararlos para que sepan que su hijo también lo será.
¿Se considera usted un símbolo de la prensa independiente?
La última condena afecta a cuatro jefes de redacción, no solo a mí. Pero está claro que el único que va a entrar en la cárcel soy yo, porque mi periódico es el único que ha atacado directamente al presidente Mubarak, y no al Partido Nacional u otro representante del Estado.
¿Ya cree saber qué le espera?
Por supuesto. Estoy seguro de que voy a entrar en la cárcel, porque el presidente ya ha tomado la decisión. Solo falta saber cuánto tiempo estaré allí. Es evidente que el juez no va a ponerse del lado de los periodistas frente a Mubarak. Aquí la Judicatura no es independiente; ellos mismos lo reconocen.
¿Cómo ve el futuro de la prensa independiente en Egipto?
Creo que, después de esta crisis, la libertad que tienen estas publicaciones va a disminuir y, en consecuencia, también la valentía de los periodistas.
Se dice que usted está aliado con los Hermanos Musulmanes. ¿Es cierto?
El periódico El Dustur es liberal y publica artículos de los Hermanos Musulmanes, como de cualquier otra corriente política. No existe ninguna relación estructural.
¿Qué rol juega la prensa oficial?
Exagera la actividad de la prensa independiente, escribe contra los periodistas libres y pide su encarcelamiento. Es una competición política y profesional.
Francisco Javier Aguayo
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