Ni justas ni libres ni democráticas
Las legislativas egipcias se ven empañadas por el acoso, la compra de sufragios y la represión de votantes en los colegios electorales. En la primera vuelta, la oposición no alcanza ningún escaño.
Asha baja con dificultad de una furgoneta empapelada de carteles electorales con el rostro sonriente de Ahmed Habib, candidato del gobernante Partido Nacional Democrático (PND). Ella también sonríe mostrando una dentadura mellada y colocándose un chal negro sobre el hiyab anudado al estilo baladí (campesino). Es ama de casa, tiene 50 años y se dispone a ejercer su derecho al voto en las elecciones legislativas egipcias.
“Ahmed Habib es el mejor. Es como un hijo, un buen vecino, un buen hombre que nos ayuda en lo que necesitamos”, dice de memoria aguantándose la risa mientras mira de reojo a los que se bajan de la furgoneta tras ella.
Las demás mujeres asienten. “¡Es como un hermano! ¡Es como un vecino!”, dicen. Asha sujeta en una mano el DNI y en la otra la papeleta con el nombre del candidato al que va a votar: Ahmed Habib.
—¿Por qué?
—“Porque es muy generoso. Nos ha dado dinero por venir hoy aquí; nos da el dinero que necesitemos”, concluye.
El candidato Habib invita a los periodistas a acompañarle en su visita al colegio electoral. Rodeado de un séquito de “asesores”, que momentos antes golpeaban a partidarios de la oposición ante un centro de votación cercano, les impedían la entrada y amenazaban a los informadores para que no hicieran fotos, Habib saluda a los policías de uniforme y de paisano que le franquean el paso. Sonríe a sus electores. No hay supervisores electorales, sólo un observador del PND, al que Hadib estrecha la mano. Sube al segundo piso del edificio y se dirige a la última clase. Allí espera.
Cuando el primer votante, una anciana a la que le cuesta ver y caminar, se acerca a la sala Habib saca un fajo de billetes del bolsillo de su chaqueta y le da uno de 100 libras egipcias (14 euros). En Egipto, donde 40 de sus 80 millones de habitantes viven por debajo del umbral de la pobreza según Naciones Unidas, el salario base no supera las 250. “Para que coja un taxi”, explica el candidato.
El país del Nilo votó ayer para elegir un nuevo Parlamento. No se esperan grandes sorpresas en los resultados que se conocerán hoy y que dan como claro vencedor al PND de Hosni Mubarak, el octogenario líder que tomó el poder hace 29 años y mantiene al país bajo una Ley de Emergencia desde 1981. La duda hasta que hoy se conozcan los
esultados de los comicios es el número de escaños con los que logrará hacerse la oposición y, especialmente, los asientos en los que lograrán sentarse los Hermanos Musulmanes. Esta formación legalizada es tolerada por el régimen que les permite presentarse como candidatos independiente. De ese modo, en 2005 los hermanos lograron hacerse con el 20 por ciento del Parlamento al sumar 88 escaños, una hazaña que no confían en repetir. “No van a permitirnos alcanzar más de 10 asientos”, señala Ahmed Abdelkrim, un miembro del partido de la circunscripción de Giza. “EL PND ha decidido antes de que empiecen las elecciones quién ocupará los 508 huecos que hay en el hemiciclo”, lamenta.
Las acusaciones de fraude llovieron ayer durante todo el día desde las organizaciones de derechos humanos y los partidos de la oposición, a pesar de que la jornada electoral se desarrolló sin violencia. Estos grupos denunciaron intimidación a los votantes, compra de sufragios y rechazo por parte de las fuerzas de seguridad de algunos electores ante las puertas de los colegios, además del hallazgo de urnas llenas previamente a que se iniciara la votación.
También a los periodistas extranjeros se les vetó el acceso a los colegios, como comprobaron los corresponsales de El País, a los que les fue denegado el acceso a cinco colegios electorales en distintos puntos de la ciudad, a pesar de que los informadores acreditados tienen permiso para entrar en los centros de votación.
Además, el hijo de un candidato murió apuñalado mientras trataba de colgar un folleto de apoyo a su padre. Sin embargo fuentes oficiales han señalado que no se trató de una cuestión electoral sino de un asunto amoroso y han asegurado que ya hay dos detenidos.
Mahmud se dispone a tomar un té y fumarse una shisha. “Hoy me lo he ganado. Ya he votado cuatro veces”, señala mostrando los dedos coloreados que demuestran su paso por las urnas. Pega media vuelta y se va caminando en paralelo a un grupo de hombre que se agolpan contra la verja del colegio. “Llevamos aquí cuatro horas, tenemos derecho a votar”, vocifera uno esgrimiendo su tarjeta de elector de color rosa mientras varios policías le empujan para dar paso a una decena de mujeres armadas sólo con su DNI.
Mohamed, un pediatra de 30 años permanece parado frente al colegio Sadat del barrio de las Pirámides, saca un papel de su bolsillo y muestra un permiso del Gobierno que le acredita para observar el proceso electoral y después señala la puerta cerrada del colegio ante la que gritan y pelean un centenar de personas. “Dejan a la gente salir y luego vuelen a entrar para votar otra vez”, explica. “Pero sólo permiten el acceso a los que llevan papeletas para hacerlo por el partido del Gobierno o los candidatos encubiertos que pertenecen al PND”.
Alaa Atia, uno de los portavoces de este grupo político, asegura que las autoridades han prohibido a los representantes de los candidatos de la hermandad entrar en el 70 u 80 por ciento de los centros electorales. “Si preguntamos por qué no nos dejan pasar, nos dicen que son órdenes, pero, ¿órdenes de quién, de Mubarak?” grita Dina una mujer baja y pálida mientras blande sobre su cabeza un cartel electoral con la foto de una candidata independiente. “Dicen que hay democracia pero cuando la gente viene no la dejan entrar. El régimen está mintiendo”.
No lejos de allí a los pies de la Gran Pirámide, en Nazlet El Saman, varios grupos hacen campaña y pegan carteles de la candidata del PND en la puerta del centro de votación. Oficialmente el viernes fue el último día legal para promover candidaturas. En una mesa cientos de papeletas de un candidato independiente afín al partido gobernante son rellenadas con el nombre y DNI de votantes. “Son para facilitar el sufragio”, asegura uno de los amanuenses.
Un grupo sale de una furgoneta repleta y deja un montón de identificaciones sobre la mesa, apuntan sus datos, recoge los carnés y se va sin hacer ademán de entrar en el colegio. Amina, explica, mientras hace un intento por ocultar las papeletas, que va a votar dos veces porque su hermana está de viaje y emitirá también su sufragio. Un hombre junto a ella ríe y le dice que las enseñe sin miedo: “Ya saben que hay estafa. No hay problema”.
Sin un solo escañoNo mucho mejores expectativas albergaban otros partidos de la oposición. El izquierdista Tagammu no confiaba en conseguir ni un solo escaño. "Este Parlamento no reflejará el mapa político de Egipto", aseguraba Husein Abdel Razek, alto dirigente del partido, al diario Al Masry al Youm. "El PND ha logrado por todos los medios de manipulación e interferencia garantizar una mayoría amplia que podría superar los dos tercios". El partido liberal Wafd, sin embargo, se ha hecho con tres escaños y competirá por otros nueve en la segunda vuelta.
Los Hermanos Musconfiaban volverán a competir por 27 escaños en la segunda vuelta, pero no está claro si conquistarán alguno. "En muchos distritos electorales, los indicadores preliminares muestran que los Hermanos Musulmanes están a la vanguardia a pesar del fraude electoral", aseguraba Mahmud Ezat, un responsable de la hermandad, a un diario egipcio. "Sin embargo, todo depende de lo que el juez de cada mesa electoral anuncie. Y el juez no tiene por qué conocer el verdadero resultado".
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