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La religión contiene también elementos cristianos, como la veneración de Juan Bautista al que los mandeos consideran su mayor maestro espiritual, aunque sostienen que su religión es más antigua y deriva directamente de Adán. Sin embargo, su imagen de Juan Bautista no corresponde del todo al de la Biblia y consideran a Jesucristo como un falso mesías.
El libro santo de los mandeos se llama Ginza Raba. Es un compendio de historias, oraciones y tratados teológicos dividido en dos columnas, una dedicada a los vivos y la otra, escrita en sentido contrario, al más allá. Además existen varios libros de rezos, entre ellos la Qolusta. Todas las escrituras sagradas están escritas en mandeo, una variante del arameo oriental.
Es imposible convertirse al mandeísmo, y sólo los hijos nacidos de padre y madre mandea cuentan como miembros, de ahí que el matrimonio constituya un elemento esencial de la organización social. Casarse con alguien que no pertenezca a la religión es motivo de expulsión, y es imposible recuperar la condición de mandeo, una vez perdida.
Los templos mandeos, llamados mandá, están normalmente situados cerca de un río, dado que la purificación mediante agua corriente es un elemento fundamental de la religión. Esta purificación puede consistir en bañarse, beber el agua del río o sumergir en él a cualquier animal antes de sacrificarlo. El rito más importante es el bautismo, que se realiza de forma pública y colectiva en determinados días del año. Hombres y mujeres se visten de blanco para la ocasión y se sumergen en el río.
En el mandeísmo existe una clara división entre creyentes y clero; los miembros más iniciados de la clase religioso reciben el nombre de nazoreos. Existe un cargo de dirigente espiritual, llamado rishamma, y su ocupante es votado en asamblea por siete años, con posibilidad de ser renovado o relevado al cabo de este tiempo. Votan tanto hombres como mujeres; la igualdad entre ambos sexos es habitual en todos los niveles de la vida comunitaria, aunque prácticamente todos los iniciados religiosos de altos niveles son hombres, lo que tendría su explicación en que las mujeres se consideran impuras durante los días de la regla.
Los mandeos creen que al cometer un asesinato, tanto asesino como víctima irán a las 'regiones inferiores', reservados a los pecadores (no existen los términos de paraíso e infierno). De ahí que renuncian a cualquier acto violento, así sea en defensa propia. Incluso al sacrificar animales o aves se invoca el perdón de Dios; es un rito que sólo debe ser realizado por un religioso. No se puede comer cerdo ni tampoco sacrificar ganado vacuno; y en todo caso nunca se debe matar un animal hembra.
La inmensa mayoría de los mandeos —unos 60.000— viven en Iraq, con una comunidad de unos 10.000 en el suroeste de Irán, en la región de Juzestán. Esta situación cambió tras la invasión estadounidense de Iraq en 2003, ya que el fanatismo religioso fomentado por la invasión persigue a este colectivo, realizando incluso "conversiones forzosas". La gran mayoría de los mandeos ha tenido que emigrar a Jordania, Siria y otros países, de manera que hoy quizás sólo queden unos 12.000 en Iraq, según estimaciones de 2011. Existen también colectivos inmigrantes de varios miles de almas en Suecia y Australia. El templo central se halla desde algunas décadas en Bagdad.
Esta persecución es un fenómeno reciente, ya que los mandeos siempre se han identificado con los sabeos, una religión que es mencionada tres veces en el Corán (suras 2,59; 5,73; 22,17) y considerada una de las cuatro "religiones del libro" monoteístas —junto a cristianos, judíos y musulmanes — que deben ser respetadas. Hasta hoy, en Iraq se conoce a los mandeos con el nombre de 'subba' o 'sabiun'.
La gran mayoría de los mandeos habla hoy árabe iraquí, aunque entre las comunidades en Irán, concretamente en la ciudad de Ahvaz, se mantienen familias que hablan aún neomandeo, es decir una variante del arameo.