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Iriarte Topper
Daniel Iriarte Ilya U. Topper
[Bangkok / Madrid · Jul 2008]
Zona  reportaje 

Sexo en... El Cairo o Casablanca


La oleada islamista causa un retroceso de la libertad sexuales en Egipto e Iraq, pero no en Marruecos o Siria, donde las jóvenes conquistan paso a paso sus libertades.

Qué placer se obtiene colocando cubitos de hielo sobre los pezones? ¿Por qué es malo que las mujeres finjan el orgasmo? ¿Qué hacer cuando el hombre sólo piensa en su propia satisfacción? A estas preguntas responde la revista marroquí Femmes du Maroc, una exitosa publicación que se define como ‘feminina y militante’. Combina el ‘glamour’ —moda, belleza, cremas, complementos...— con una marcada línea de reivindicación de los derechos de la mujer.

“Desde luego esta sección choca en Marruecos; es audaz... pero no está prohibido”, explica la directora de la publicación, Aïcha Sakhri. “Tenemos la suerte de que la religión musulmana, a diferencia de la católica o la judía, considera que la relación sexual debe dar placer, no sólo servir a la procreación. Aunque es verdad que en la sociedad hay mucho pudor”, añade.

‘Más allá del pudor’ es precisamente el título de un estudio realizado por la socióloga marroquí Soumaya Naamane Guessous en 1982, que resume la actitud frente al sexo en una palabra: hipocresía. Preservar la virginidad hasta el matrimonio era “imprescindible”, según nueve de cada diez jóvenes... pero sólo dos de cada tres cumplían con este propósito.

No son monjas

Todo indica que un cuarto de siglo más tarde, pocas son las marroquíes que lleguen con el himen intacto a la noche de bodas. “No podemos hablar del sexo fuera del matrimonio, excepto entre líneas, porque estas relaciones están prohibidas por la ley”, admitía Sakhri en 2002, pero cuatro años más tarde, su revista rompió este tabú: ahora incluye la sección ‘soltera combativa’, casi un remedo de ‘Sexo en Nueva York’. Las chicas de esta columna, siempre estresadas en el trabajo, coquetas y vestidas a la última moda, cambian de amante como de peinado. “Simplemente reflejamos una realidad cada vez más visible: las mujeres de treinta a cuarenta años que deciden no casarse, pero que tampoco son monjas”, explica Sakhri a La Clave.

Muy distinta es la situación en la vecina Argelia, durante décadas el baluarte liberal del mundo árabe. “La guerra civil ha cambiado todo: hoy, las chicas tienen miedo, casi no salen a la calle... cairo: jovenes con hiyabAunque las jóvenes de clase alta y con estudios se casan cada vez más tarde, es común que esperen hasta el matrimonio, así sea a los 30 años, para tener una relación sexual”, recuerda Raquel Mallouh, una historiadora española que ha trabajado en Argel. “Donde hay menos tabúes es en los campamentos de refugiados saharauis; ahí son muy liberales”, añade.

La enfermera española Chusa Gallego, conocedora de los campamentos, matiza esta visión: “Muchas saharauis no saben lo que es un orgasmo, desconocen el clítoris o la masturbación, creen que es posible quedarse embarazada por un besuqueo...” Recoge una queja frecuente entre las casadas: la poca atención del hombre a sus necesidades y la falta de confianza para pedírselo.Líbano, Siria y Marruecos, los países más liberales “Si tú sabes lo que te gusta, eso significa que has tenido otras experiencias y se supone que te casaste virgen. Tú no puedes decir nada, tienes que aceptar lo que te den y fingir que disfrutas... o no, que les da igual”, cita el testimonio de una mujer saharaui. Añade que las chicas enviadas a estudiar a Cuba han traído costumbres más relajadas, pero hoy, las becas en La Habana se reservan casi siempre a hombres... aparentemente para frenar la lenta revolución sexual.

Desde Marruecos hasta Iraq, Túnez —el país árabe con el código civil más progresista—, la virginidad no deja de ser un valor que hace florecer numerosas clínicas especializadas en reconstituir hímenes, algo también común en Casablanca o Beirut, sin duda las ciudades árabes más liberales. Líbano, en rigor, juega en la liga europea en lo que a libertades sociales y sexuales se refiere. En el otro lado de la escala se sitúan los países del Golfo, desde Kuwait a los Emiratos, y Yemen, extremamente conservadora, aunque nunca comparable con Arabia Saudí, probablemente el país con la mayor represión de la mujer en el planeta.

Sexo sí... pero sin perder el himen

65% de las jóvenes marroquíes en 1982 tenía algún tipo de relaciones sexuales antes de casarse. Hoy, la proporción será mucho más alta pero no hay estudios.
90% de las chicas marroquíes encuestadas en 1982 afirmaban que era “indispensable” llegar virgen al matrimonio... aunque un cuarto de éstas ya no conservaba el himen.
12 meses de cárcel es la pena máxima —y un mes la mínima— por una relación sexual entre solteros en Marruecos, donde es raramente aplicada; leyes similares se encuentran en casi todos los países árabes.

Las severas normas difundidas por la secta wahabí, religión oficial saudí, tienen cada vez mayor influencia en el islam, sobre todo entre las inmigrantes musulmanas en Europa, pero también en Egipto, donde telepredicadoras y teólogas de la prestigiosa universidad Al Azhar difunden ideas inspiradas por esta visión calvinista. El resultado: muchas mujeres mayores son bastante más liberales que las jóvenes, inmersos en una nueva cultura de moralidad... o mojigatería. “Los chicos egipcios son malos”, asegura Fatma, una joven egipcia, “si te acuestas con ellos, en seguida corren a contárselo a todo el barrio”, lo cual puede arruinarle la vida a la implicada, puesto que ya nadie querría casarse con ella: el mandamiento de la virginidad es vigente en todas las clases sociales. De ahí que la vida sexual de muchas jóvenes se limite a contactos sexuales orales o anales.. o a una relación con extranjeros que mantengan el secreto. Algo que también se observa en Argelia.

Desconocimiento

“Fuera de la Península Arábiga, Egipto debe ser uno de los países árabes con mayor represión sexual. El desconocimiento del otro sexo —o del propio cuerpo— es enorme; un amigo mío, liberal y culto, me preguntó si es verdad que una chica se puede quedar embarazada por una felación”, relata a La Clave la arabista Eva Chaves. “Casi ninguna chica sabe lo que es el clítoris y casi todas ven el sexo como una obligación marital, además, como la gran mayoría han sufrido la ablación, poco pueden averiguar del placer sexual”, lamenta. Ni tienen mucha oportunidad de experimentar: la mayoría de los edificios de El Cairo disponen de un portero que cumple la función de guardián de la moral y es habitual que éste niegue a las inquilinas —incluso a extranjeras— la posibilidad de recibir visitas de hombres.

En los barrios más modestos no hay porteros pero las familias son numerosas y “siempre hay alguien rondando por la calle o la escalera, de forma que es imposible que una chica reciba a un chico en casa o a la inversa”, según se queja una joven egipcia. La solución para tener, al menos, un fugaz escarceo, se abre sobre todo a la clase alta. Es bastante habitual ver a jóvenes besándose en discotecas o restaurantes caros; también disponer de un coche es un elemento clave para salir de la ciudad e ir al desierto a ‘contemplar el atardecer’.cairo: jovenes con hiyab

La falta de un espacio para poder relacionarse sin miedo también es la queja más habitual en Marruecos. En Siria hay quien ha puesto soluciones: “En Damasco se multiplican los cafés frecuentados por jóvenes parejitas, con una decoración estratégica que ofrece un máximo de intimidad a cada mesita; hay quien llega bastante lejos al ‘hacer manitas’... aunque, eso sí, cobran muy cara la bebida”, recuerda Eva Chaves.

Complicidad entre ellas

A tenor de la arabista, Siria es el país árabe más liberal tras Líbano y Marruecos. “Numerosas chicas sirias estudian en Damasco y comparten piso —algo muy poco habitual en Egipto— y no es tan extraño que una chica se traiga a su noviete”, relata la arabista. Eso sí, suele tratarse de relaciones de cierta estabilidad con la pretensión de desembocar en el matrimonio, todavía considerado el ideal de vida entre la gran mayoría de las jóvenes del mundo árabe.

Entre las chicas sirias, incluso las relaciones lesbianas no son un tabú: aunque siempre se vivan a escondidas, se conocen y se comentan. Además, como ocurre en Marruecos, “la complicidad entre amigas es enorme y en el contacto físico, como juego, son mucho más audaces de lo que conozco entre españolas”, asegura Eva Chávez. Confirma que poca diferencia hay entre musulmanas y cristianas sirias aunque la minoría alawí —de la que forma parte la familia Asad, en el poder— pasa por ser la más liberal: “En las aldeas alawíes puedes ver hasta minifaldas”, recuerda.

Un recuerdo lejano para los habitantes de Bagdad, en los años setenta situada en la vanguardia social árabe. “Hasta los ochenta era habitual irse a  la orilla del Tigris al anochecer, compartir una cerveza o una copa con tus amigas, tener escarceos... aunque la virginidad seguía siendo un enorme tabú”, recuerda, nostálgico, un iraquí. Aunque ya el embargo de los años noventa hizo aumentar la religiosidad en un país gobernado por dirigentes laicos, la invasión estadounidense puso fin a los paseos románticos: elevó al poder a los partidos fundamentalistas y reemplazó la noción de los derechos de la mujer, avanzada bajo Sadam Husein, por la de la familia  y las normas islámicas. El empuje del islamismo, favorecido por la represión militar israelí, también ha erradicado las libertades sociales conquistadas en los setenta en Palestina, hoy sometida cada vez más a la moral severa de Hamás.

Hay quien teme que esta oleada de la fe, surgida con la revolución islámica de Irán en 1979, dé al traste con el avance de las mujeres conquistado por los movimientos feministas árabes, fundados en 1923 en Egipto y cairo: jovenes con hiyabrelanzados con fuerza en los setenta en el Magreb.Otras observan que en los campus marroquíes se puede sorprender incluso a estudiantes castamente vestidas con el ‘hiyab’ (pañuelo islamista)... dedicadas a juegos sexuales con un compañero.

El cada vez mayor acceso a internet contribuye a esta evolución, según Chaves: permite anudar múltiples relaciones sin, en un primer momento, perder el anonimato. En países como Marruecos, los cibercafés se han convertido en el punto de encuentro de una juventud moderna y harta de represiones tradicionales... o a punto de descubrir su propia tradición: “En muchas aldeas bereberes  del Atlas, jóvenes de ambos sexos se encuentran todas las tardes para ‘ligar’ y pasar un rato de escarceos”, al menos verbales, afirma la periodista Amina Ibnu Cheikh.

Aunque la virginidad se considera un valor alto, no es esencial para casarse: en algunas romerías se contraen bodas de forma libre y se disuelven al año siguiente; también hay novias que se casan embarazadas. Ni siquiera el  bikini es exclusivo de las chicas de clase alta de Casablanca: se puede encontrar entre las jóvenes bereberes sin estudios —y sin complejos— que pasan una tarde en la playa de su pueblo.

Tradiciones sangrientas

Dos tradiciones violentas lastran el desarrollo de la sexualidad en parte del Mediterráneo oriental: la ablación —la mutilación del clítoris— y el ‘asesinato de honor’. Ambas se achacan a menudo al islam aunque no tienen ninguna base en la tradición musulmana ni en el Corán. Eso sí, el auge de los movimientos fundamentalistas ha impulsado una visión represiva de la sexualidad femenina que alimenta estas tradiciones sangrientas.
La ablación, muy habitual en África subsahariana entre seguidoras de todas las religiones, es casi desconocida en el mundo árabe: sólo se da en Egipto y Sudán; eso sí, allí alcanza a la inmensa mayoría de las chicas, quizás el 80%, pese a estar prohibida. En su forma más leve no elimina del todo el clítoris, de forma que las terminaciones nerviosas permiten sentir placer.

El asesinato de ‘honor’ es  la ejecución premeditada de una chica soltera por sospechar que haya perdido la virginidad; es decidida en consejo familiar y realizada a menudo por un hermano. Es frecuente desde Pakistán a Turquía oriental, en toda la Península Arábiga y en las zonas rurales de Siria y Egipto, pero no existe en el Magreb, donde la pérdida del himen se vive más como un escándalo a tapar o, cuando ya es imposible ocultarlo —por un embarazo— a castigar con la expulsión de la ‘hija descarriada’.

 

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Salwa Neimi: «La libertad sexual forma parte de nuestra cultura árabe». Entrevista de Luque [2010]
Joumana Haddad: «Cuanta más censura hay, mayor es la obsesión de saber». Entrevista de Luque [2009]