Las pistas borradas
Nuri Fayab es, aparentemente, el único testigo que podría dar pistas sobre la autoría del atentado que en junio costó la vida a seis soldados españoles en Líbano. Vio el coche bomba aparcado en la carretera antes de que hiciera explosión y destruyera el blindado de la misión de Naciones Unidas (FINUL) que patrullaba el valle de Jiam. Pero nadie puede hablar con él: al día siguiente fue arrestado por el Ejército libanés.
La carretera de Jiam proviene de Fatima Gate, en la frontera con Israel, y va hacia Maryaiún, un bastión de Hizbulá donde España tiene su mayor centro operativo en Líbano, la Base Cervantes. A apenas cinco metros de la tienda Geha Fruits se encuentra el lugar del atentado. Es imposible investigarlo.
Un pelotón de soldados libaneses vigila el lugar las 24 horas del día. Dispone de una tienda de campaña, munición, una metralleta de gran calibre y una radio. No dejan que nadie se detenga y, para poder fotografiar el pequeño monumento que los españoles levantaron en honor a sus compañeros de armas, hace falta un permiso especial. Ni siquiera se puede estacionar el coche y preguntar a los vecinos de la zona. O sólo se puede a escondidas.
Un comerciante cristiano —no quiere dar su nombre— que vende frutos secos y cerveza cerca del lugar del atentado fue testigo del ataque. “Escuchamos una explosión tan grande que pensamos que era un cohete, pero luego nos dimos cuenta de que era una bomba contra el convoy de la FINUL que acababa de pasar. Nos acercamos, pero enseguida los cascos azules nos pararon”.
60 kilos de explosivos, o quizás 100, mezclados con polvo de aluminio, llenaron el coche bomba de LíbanoEl comerciante no ha podido ver más, pero hay testigos que sí saben algo: unos jornaleros sirios, habituales en Líbano como mano de obra barata. Así lo asegura Joseph Geha, el dueño de Geha Fruits, una pequeña empresa dedicada al cultivo de nectarinas: “Tuve a sirios trabajando aquí. Venían todos los días antes del atentado; sé que algunos de ellos fueron arrestados e interrogados sobre el atentado. Desde entonces ya no les contrato, pues quizás solo me traigan problemas con la policía...”
Desaparecidos
Ali Wadi Salum es un jornalero sirio que trabajaba con algunos los desaparecidos. Vive con otros 40 sirios en unas tiendas de campaña instaladas a 500 metros del lugar de la explosión. Dice que no puede dar los nombres de sus compañeros arrestados, sólo que eran dos hermanos, pero sabe lo que pasó: “Un conocido mío estaba trabajando en la zona del atentado. Le extrañó ver un coche aparcado en un lateral de la carretera. Al cabo de unos minutos el coche estalló y pasó lo que todos sabemos. Fue corriendo a donde su jefe y le dijo que había visto un coche que podía ser el de la bomba. El jefe informó al Ejército libanés y éste, de inmediato, localizó a los dos jornaleros y se los llevó. Desde entonces no hemos vuelto a saber nada de ellos”.
En la comisaría de Maryaiún confirman que hay al menos un sirio “bajo observación policial” trasladado a Beirut. Allí, el comisario Faruk Slea, de la sección de Información, revela su identidad: el joven se llama Nuri Fayab y permanece incomunicado en un lugar desconocido sin acusación formal. No puede ni recibir visitas ni abandonar “el lugar” en el que se encuentra “confinado o retenido”. Slea se niega a decir más y cuelga el teléfono como respuesta a posteriores requerimientos. Eso sí, advierte al intérprete del reportero que “tenga cuidado”.
También España ha impuesto barreras. “Si por mí fuera, te recibiría ahora mismo, pero desde Madrid me dicen que nada de periodistas”, afirma un responsable de prensa de la misión. Los soldados toman ahora múltiples medidas de precaución y ya no se paran en los tenderetes de la carretera, pese a que la situación en la zona es, de nuevo, de lo más tranquila. “Sentimos muchísimo lo que ha pasado a los españoles. Teníamos muy buena relación; a mi sobrina Sahara le ayudaron con una operación de apendicitis y nos alegraba mucho verlos, pero ahora ya no paran”, lamenta Alí Wadi Salum.
No hay versión oficial sobre los posibles autores. No es posible saber, de momento, si el objetivo del ataque era acosar a los cascos azules o a España en concreto o si se trataba de asestar un golpe de imagen a Hizbulá, la única organización guerrillera en la zona. Esta milicia ha condenado de forma rotunda el ataque. Los guerrilleros de Hizbulá se han convertidos en protectores de los cascos azules Aunque la pretensión de Naciones Unidas de desarmar la milicia desde luego no es del agrado de Hizbulá, los guerrilleros se han convertidos en protectores de los cascos azules, según el periodista Nicholas Blanford, residente en Beirut. El reportero asegura que, desde el ataque, los vehículos españoles son escoltados por coches de Hizbulá para evitar que se repita una tragedia similar, aunque, teóricamente, los contingentes de la FINUL no deben tener acuerdos de este tipo.
Pero la cooperación existe. Lo confirma el profesor Atef Sharf Aldín, líder local de la organización islamista en el sur de Líbano, padre de combatientes y amigo personal del jeque Hassan Nasralá. “Por supuesto que Hizbulá está interesada en proteger a las tropas españolas. Hay una extraordinaria relación con España; es más, hay cooperación. No sé si cada patrulla es escoltada, pero sí que nosotros protegemos los perímetros de sus bases para impedir los posibles intentos de agresión”. Añade que “los terroristas que han llevado a cabo el atentado nos tienen en contra; repudiamos cualquier ataque a Naciones Unidas”.
Aldín señala que Hizbulá tiene “información, pero no la suficiente como para poder acusar a nadie” y que para la organización “es muy importante que se sepa la verdad. Nos interesa más que a nadie librarnos de la sospecha”. Eso sí, descarta que los servicios secretos de Siria puedan estar implicados. “Que ellos entren en el territorio de sus aliados de Hizbulá para cometer atentados no tiene sentido”.Más bien apunta a Al Qaeda: “Sabemos que tiene presencia en el Líbano, pero nunca hemos tenido ninguna relación con ellos y condenamos sus acciones”.
Obra de expertos
Un diplomático europeo destaca que la bomba fue obra de expertos. Para él, “es difícil creer que los autores fueran miembros de Fatah al Islam u otro grupo yihadista, pues si hemos aprendido algo en Iraq, Afganistán o Nahr El Bared es que éstos buscan el martirio como método de lucha y aquí no hubo kamikaze al volante, como sucedió en el ataque a las tropas españolas en Herat”. Es decir, “no es creíble que los terroristas formaran parte de los grupos de inspiración wahabí o salafísta que tanto abundan estos días. Esto es otro estilo”, concluye.
Joseph Elias, un militante cristiano de Marjayún, descarta que fuera un golpe contra España. “Hasta ahora, que yo sepa, los españoles no han cometido errores. Pero son muchos los que quieren desestabilizar Líbano, no sólo le interesa a Israel… Y el que ha hecho esto no es cualquier loco”. Pero Nuri Fayab, el único que quizás podría dar una pista sobre quién hay detrás del atentado, está incomunicado en un lugar de Beirut.
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