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Ali Amar
Ali Amar
[Dic 2010]
Marruecos  columna 

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Los 'Herzenni papers' o el Wikileaks marroquí

En agosto de 2008, el diario Al Jarida Al Oula, cabecera que hoy en día ya no existe, publicó unos testimonios inéditos de personalidades de primer orden sobre los decenios de represión del 'majzén' durante el reinado de Hassan II. Estos eran el fruto de audiciones dirigidas por la Instancia Equidad y Reconciliación (IER) en el curso de sus investigaciones sobre los casos de violaciones graves de los derechos humanos desde 1956 a 1999.

Sus contenidos nunca salieron a la luz, solo unos cuantos testimonios se difundieron en antenas de televisión, como parte de una puesta en escena para hacer creer en una catarsis nacional. Era sabido por todos que algunas declaraciones habían quedado ocultas, en particular las relacionadas con el emblemático caso de Ben Barka, al cual el informe final de la IER dedicó tan solo una parte ínfima de sus conclusiones. Sin la búsqueda de la verdad, no hay garantía de que la monarquía no vuelva a cometer infamias

Como había admitido Driss Benzekri, presidente de la IER, se trataba de una concesión hecha al régimen por razones de seguridad. La primicia de Al Jarida Al Oula representa la quintaesencia del trabajo periodístico: la de revelar al público las informaciones de interés general que el Estado da a conocer a regañadientes. Ahmed Herzenni, sucesor de Benzekri a la cabeza del Consejo Consultivo de los Derechos Humanos, decidió recurrir a la Justicia para acallar Al Jarida Al Oula.

La voluntad pública de ocultar la información cuya finalidad es precisamente ser divulgada ―no se trataba de poner en peligro la seguridad del Estado sino de afirmar la supuesta democratización― surgió, en este caso preciso, de la instancia suprema que tenía justamente como misión revelar la cara oscura del régimen.

Esta postura espantosa demostró el fracaso patente de toda la filosofía de reconciliación anunciada con pomposidad por la IER porque sin la búsqueda de la absoluta verdad, no hay apaciguamiento y sobre todo ninguna garantía de no ver a la monarquía volver a cometer tales infamias en nombre de la razón del Estado. Su buena intención ha sido de este modo completamente desmentida. Esta negación debía romper el consenso esperado referente a la cuestión de los Derechos Humanos, puesto que el acercamiento entre sociedad civil y poder no se consolidó.

El caso Herzenni ha sido el símbolo del abatimiento de los esfuerzos de las víctimas de los años de plomo

El caso Herzenni ha sido el símbolo mediático del abatimiento de los esfuerzos consentidos por las víctimas de los años de plomo y de un puñado de optimistas ingenuos que querían creer que la IER permitiría a toda la nación superar la barbarie.

Esto nos recuerda el caso ‘Pentagon papers’que tuvo lugar en 1971 en Estados Unidos entre la administración Nixon y el New York Times. La Casa Blanca había intentado de forma desesperada frenar la publicación de documentos confidenciales del Pentágono sobre la guerra de Vietnam ―un escándalo del Estado que contribuyó a condenar esta guerra ante los ojos de la opinión pública americana― pero la Corte Suprema decidió lo contrario, avalando la idea de que el interés público está por encima del de los gobernantes.

Para el periodismo norteamericano, esto debía abrir la era de la desconfianza de los medios ante el Ejecutivo, cuyo máximo símbolo sería el caso Watergate. Wikileaks la perpetúa hoy con su infoguerra planetaria.

Leer más:
El balance de los años de plomo Reportaje de Topper [2006]
La prensa rebelde Reportaje de Topper [2010]