Louis Pelâtre es vicario apostólico en Turquía desde 1992. ”Mi misión es igual a la de cualquier obispo diocesano: me encargo de las relaciones con otras religiones y con las autoridades locales, además de ser el responsable de los padres y fieles de esta comunidad”, define su cargo. Pelâtre (Pancé, Bretaña, Francia, 1940) pertenece a la orden agustina de la Asunción y llegó a Turquía en 1970. En 1992 recibió su cargo actual y fue consagrado obispo.
Pelâtre representa la rama apostólica romana de la Iglesia Católica, conocida como ‘latina’ en todo el Mediterráneo Oriental, a diferencia de las Iglesias católicas ‘uniatas’, dependientes de Roma pero con rito ortodoxo, armenio o caldeo. Apenas cuenta con 25.000 fieles en Turquía pero es la segunda mayor comunidad cristiana, después de la armenio-ortodoxa, con unas 60.000 almas. Hasta 1923 había más de 1,5 millones de cristianos en Turquía, la mayoría ortodoxos griegos.
La entrevista se realiza en Estambul en dos partes: en enero y en abril de 2010. La iglesia más importante de la comunidad católica romana de la ciudad es la de San Antonio de Padua, ubicada en la elegante calle Istiklal. Ante la puerta se erige una estatua del papa Juan XXIII, vicario en Estambul de 1935 a 1944.
Hace 50 años que Ankara y el Vaticano mantienen relaciones oficiales. ¿Cuál es la situación de la comunidad católica de Turquía en estos momentos?
El establecimiento de esas relaciones diplomáticas fue muy importante para nosotros, cómo lo logramos en su momento es un misterio. El papa Juan XXIII lo consiguió durante su estancia en Turquía; vivía aquí, en el edificio de al lado. A pesar de los cincuenta años, la situación no ha cambiado mucho. Cuando intervengo en favor de la comunidad católica, las autoridades turcas me responden que no soy el representante de los católicos sino del Vaticano. «Cuando nuestras escuelas fueron creadas había muchos cristianos en Turquía,
ahora ya no»Nuestro mayor problema es que no tenemos un estatus jurídico que nos reconozca nuestros derechos, como por ejemplo registrar la propiedad. Es un reconocimiento de facto pero no de iure, porque saben que estamos aquí y cuentan con nosotros. Yo diría que las relaciones son útiles pero insuficientes. A pesar de que no me gusta la palabra, yo diría que Turquía es el país de la tolerancia: "No os damos derechos pero os toleramos".
¿Cómo es el trabajo de los padres en esta situación incierta?
En Turquía hay cierta libertad religiosa. Todo lo que pase dentro de la iglesia es libre, pero fuera en la calle es ilegal. Esto supone muchos problemas para todas las comunidades. Otro gran problema es la disminución de la comunidad cristiana. Nosotros tenemos cinco escuelas francesas, una italiana y otra austríaca, con clérigos dirigiendo la escuela. Cuando fueron creadas había muchos cristianos en Turquía, ahora ya no. Somos cuatro las comunidades católicas en Turquía. Yo represento a la latina, pero también están los armenios, los caldeos y los siriacos. A nosotros nos consideran extranjeros, lo que en parte es verdad. Los católicos latinos cada vez somos menos. Todos han emigrado y los que ahora van a las iglesias son los filipinos, los africanos... nuestra gente ahora.
¿Siente que hay pegas oficiales para su labor?
Mientras no demos problemas todo va bien, pero si nos salimos un poco del guión nos llaman la atención y nos dicen que somos extranjeros aquí. Nos gustaría tener una existencia jurídica legal, y no la hemos podido conseguir porque es contrario a la constitución laica, es por la laicidad, no por el islam, por lo que nosotros tenemos problemas. Yo sé muy bien que Turquía ha copiado la laicidad francesa, es verdad que en Francia la Iglesia Católica también tuvo dificultades para tener un encaje legal en el Estado, pero eso se solucionó desde el principio con las Asociaciones Diocesanas. En Turquía no tenemos eso; aquí la Iglesia católica no tiene ninguna existencia legal.
¿Tiene algo que ver con el repunte del islamismo?
Actualmente nuestro problema no es el islamismo sino la laicidad. Este gobierno ―islamista moderado― es positivo para nosotros, ya que exige más libertad religiosa en general, libertad que en estos momentos no tenemos. Nosotros estamos en una situación paradójica. Atatürk estableció el modelo francés, la laicidad absoluta. Pero en los últimos años han descubierto que es mejor tener a religiosos educados y han reabierto cátedras de teología islámica en las universidades. Lo curioso es que estas universidades siguen estando bajo control del Estado.
A pesar de que teóricamente es posible, en realidad es muy complicado para las minorías abrir nuevos templos en Turquía...
No lo sé, porque infelizmente no necesitamos nuevas iglesias. Nuestra comunidad ha disminuido y nuestras iglesias son muy grandes. Teóricamente es posible y sé que los siriacos quieren construir una iglesia en Estambul porque sólo tienen una aquí y mucha población del sudeste ha emigrado a Estambul. De momento, utilizan algunas iglesias nuestras. Para poder tener un centro de reunión tienes que estar constituido como asociación, pero las Iglesias no están reconocidas. Sólo las marcadas en el Tratado de Lausanne de 1923 [ortodoxos griegos y armenios]. Pero como le digo, nosotros tenemos demasiadas iglesias para la comunidad que queda, lo que supone un esfuerzo y una responsabilidad financiera.
Sin embargo, la vieja elite kemalista alega que el gobierno del AKP desarrolla una islamización encubierta del país…
Es posible que sea cierto, pero ¿cuál es el problema? El pueblo turco es musulmán, ¿por qué tenemos que cambiar a todo el pueblo? La elite kemalista no representa al pueblo profundo; la fuerza del AKP es que ha salido del pueblo. Aun así, Turquía sigue siendo un país laico. Es normal que el AKP quiera cambiar algunas leyes, ¿o es que vamos a estar siglos y siglos con Atatürk?
Los turcos laicos, más que al AKP, temen al movimiento religioso Gülen.
El movimiento Gülen tiene sólo un líder pero después un montón de ramificaciones. Nosotros estamos en contacto con ellos, ya que buscan el diálogo con otros credos. Creo que no debemos exagerar sino ser prudentes. De hecho, Gülen ha imitado nuestro sistema con sus programas educativos y tiene escuelas por todo el mundo. Igual que nosotros buscan un sentido a la vida. Nos invitan a colaborar, pero ellos tienen mucha más gente y medios financieros que nosotros. La falta de medios es un problema para nosotros. Todos nuestros misioneros son extranjeros y no hablan turco. Tenemos gente que ha estudiado en condiciones pero después está la barrera del idioma. Y los que hablan turco no tienen formación religiosa.
¿Podemos comparar al AKP con la democracia cristiana europea?
Ellos lo dicen abiertamente: nosotros somos musulmanes demócratas. Puede que tengan cosas en común. Yo soy defensor de la separación entre religión y Estado. A mi no me gusta que la religión intervenga en las cosas del Estado. Pero de momento no es el caso de Turquía. Turquía no es el Imperio Otomano sino un país nuevo y desde su creación ha mirado a Europa. Los turcos ya forman parte de la comunidad europea y están presentes en la mayoría de sus instituciones. En Europa debemos entender que el pueblo turco ha elegido ser europeo y no quiere volver al mundo árabe.
¿Ve posible el reconocimiento oficial de la Iglesia Católica en Turquía a corto plazo?
El Papa ha hablado recientemente sobre eso con el nuevo enviado turco al Vaticano. El nuevo embajador es un conocido nuestro, estudió en nuestro colegio, nos comprende, pero será muy difícil porque tendrían que cambiar la Constitución. Con la actual laicidad de las leyes es imposible reconocer a la Iglesia. Yo les he propuesto varias veces que lleguemos a acuerdos prácticos, no sólo buenas palabras. Si reconocer a la Iglesia es demasiado para ellos, que nos apliquen un régimen excepcional que al menos nos permite registrar nuestras propiedades. También he propuesto crear una comisión para buscar una solución, pero no hacen nada. Creo que queda un camino muy largo todavía, por eso es importante avanzar, aunque sea en pequeños pasos.
¿Cree que entrará Turquía en la UE?
La Unión Europea no se basa en un criterio religioso, en la teoría decimos que no, pero en la práctica vemos que sí juega un rol, que se tiene en cuenta. Yo entiendo muy bien a las dos partes; yo creo que sería positivo tanto para Europa como para Turquía. En la actualidad Turquía es un país musulmán y parece que eso acarrea rechazo en Europa. Constitucionalmente, Turquía es un país laico, pero la mayoría de la población es musulmana, por lo que es una república laica compuesta mayoritariamente por población musulmana. No sé que conclusión podemos sacar de esto. Podemos plantear la misma cuestión a los países europeos ¿es que Francía es un país católico? ¿es que España es un país católico?
¿Cómo considera el modelo otomano de cohabitación de religiones?
No es un referente ahora, pero la realidad es que los cristianos no vivían mal y era un modelo bastante sabio. A pesar de que queremos entendernos son religiones muy diferentes y tenemos muchos siglos de oposición.
¿Y qué opina de la Alianza de Civilizaciones?
El diálogo es positivo, pero hay que saber para qué dialogamos. No podemos aspirar al sincretismo, a unir todas las religiones, sino a conocernos los unos a los otros, porque siempre tenemos cosas en común. Lo difícil es aceptar las diferencias.
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