Djamel Ouahab es un joven cineasta francoargelino. Su primer filme, ambientado en un barrio periférico francés, rodado en blanco y negro y estrenado en 1999, pasó sin mayores ecos. El largometraje documental Gerboise bleue, sin embargo, está levantando polvaredas: describe los ensayos nucleares de Francia en Argelia, hasta hoy enterrados bajo el manto del ‘Secreto Defensa'. Revela las graves consecuencias para la salud de los soldados franceses participantes y la población argelina afectada, un tema hasta hoy silenciado.
Gerboise bleue (‘jerbo azul’) fue el nombre del primer test nuclear francés de la historia, realizado el 13 de febrero de 1960 en la atmósfera en el sur de Argelia. Tenía un poder destructivo de 70 kilotones, tres veces más que la bomba de Nagasaki. En los años sucesivos se realizaron varios ensayos más en superficie y luego una serie de subterráneos.
El filme homónimo de Ouahab, estrenado en Francia en febrero de 1999, se mostró por primera vez en España la semana pasada, como parte del Festival de Cine Africano en Tarifa. El cineasta, presente en la proyección, aceptó una entrevista teléfonica con MediterráneoSur.
¿Es difícil filmar el ‘lugar del crimen’?
La historia está aún rodeada de secretos por parte del gobierno de Francia, porque los archivos están todavía clasificados como secreto de Defensa. En julio de 2008, el gobierno francés votó una ley que convierte los archivos de esta época en ‘incomunicables’, aunque deberían haberse abierto al público en 2010. «Una ley de 2008 hace los archivos de los ensayos nucleares 'incomunicables' para siempre»
¿Para siempre?
Para siempre.
¿Y en Argelia?
No hay archivos, porque los ensayos nucleares se hacían bajo el dominio de Francia, de 1960 a 1966.
Es decir, en parte después de que Argelia alcanzara la independencia.
La independencia se negoció con un anexo a los Acuerdos de Evian, secreto también, que autorizaba a Francia continuar con sus ensayos nucleares en Argelia. Pero en 1966, Francia prefirió llevárselos a Polinesia, porque Argelia se volvió un poco demasiado curiosa con el tema nuclear.
¿Hoy, el gobierno argelino no tiene interés de descubrir lo que pasó?
Por supuesto que sí. El Estado argelino pide los archivos porque para ellos es un medio de saber qué pasó en su territorio, qué zonas están contaminadas, para que se puedan prevenir riesgos en la decontaminación y proteger a la población que vive alrededor de estos lugares y que se pasea por ahí, desafortunadamente sin tener conciencia del riesgo que corre. El gobierno argelino le pide a Francia los archivos, pero Francia se niega a comunicar nada.
¿Jurídicamente no hay nada que hacer?
Existe una asociacion francesa llamada AVEN: Association de Veteranos de Ensayos Nucleares; fue fundado en 2001, cuando algunas personas, que habían estado destinados como soldados rasos en Argelia, se dan cuenta de que sus enfermedades se debían a los ensayos en los participaron. En 2009 hicieron una propuesta de ley ―la décimonovena que promueven― a través de parlamentarios de todo el espectro político, y sobre todo de la UMP, es decir, la mayoría parlamentaria actual. El ministro de Defensa, Hervé Morin, propone entonces un proyecto de ley; éste se redacta de forma muy rápida y cuando se presenta, los parlamentarios lo rechazan, porque la formulación prevista por el ministro es, por decirlo así, muy ligera. Así que se forma una comisión que, tras diez meses de consultas con la asociación y los políticos, elabora un nuevo proyecto de ley que se vota y se aprueba en enero de 2010. Desafortunadamente, esta ley está lejos de satisfacer a los veteranos de Polinesia y el Sáhara, porque excluye un 90% de las personas que pudieran haber sido contaminadas durante los ensayos en estos territorios.
Su filme habrá influido en el debate...
La ley se propuso en enero de 2009 y el filme salió en los cines en febrero; sí, se hicieron debates para mostrar al público esta situación, que Francia había ocultado. Hay que recordar que los ciudadanos franceses no saben absolutemente nada de esta parte de su historia: el Estado francés continúa colocando bajo el secreto Defensa estos hechos. El público francés se sorprende al saber que los primeros ensayos nucleares se hacen en Argelia y que conllevan daños para la población civil y militar. Hoy, 50 años después, el Estado frances ha reconocido finalmente los hechos, eso es un gran paso adelante, pero hay pasos muy pequeños respecto a la indemnización: ahí seguimos en el punto cero. Francia es el único país democrático que no ha querido jugar la carta de la transparencia respecto a los ensayos nucleares. Estados Unidos, Gran Bretaña y todos los países democráticos que han hecho ensayos nucleares en su territorio o fuera han indemnizado a las víctimas. Francia no.
¿Cómo se le ocurrió investigar estos hechos?
Descubrí esta historia por pura casualidad, a través de conversaciones familiares. Cuando me enteré no me lo creía. Una año después puse en internet “ensayos nucleares Sáhara” y me encontré con la AVEN. Entonces decidí investigar este asunto y a encontrarme con los últimos supervivientes. Las personas que participaron en estos ensayos tienen hoy 75 años y lamentablemente están gravemente enfermos; la mayoría está en vías de morirse ante la total indiferencia del Estado francés. En Argelia es similar: no saben que sus enfermedades se deben a la contaminación nuclear y que la radioactividad puede durar miles de años y que provoca malformaciones entre los hijos y graves consecuencias en la descendencia.
¿Argelia no hace nada para ayudar a las víctimas o prevenir que se sigan contaminando?
En Francia, los veteranos se movilizaron en 2001, antes no sabían que sus enfermedades se debían a estos ensayos. Argelia está desde hace 20 años sumido en un caos político y social y la guerra asociada al terrorismo ha devorado todos los medios. En 2007, Argelia organizó el primer coloquio internacional sobre ensayos nucleares; acudió la prensa, vino AVEN, hubo una toma de conciencia. Este año organizaron otro coloquio. Han empezado a vallar los lugares, sobre todo el de Gerboise Bleue, hasta entonces de libre acceso; hoy dia hay una valla alrededor y se intenta hacer un trabajo de prevención con la población.
¿Cuáles son las medidas más urgentes?
Lo que falta es atender a la gente medicalmente y hacer un trabajo científico para saber cómo la contaminación afecta al medio ambiente y a las personas y luego emprender medidas de reparación, enviar equipos médicos especializados en la radioactividad, prevenir, informar a la gente, por ejemplo para que no sigan recogiendo el cobre que hay aún en estos lugares. Porque la gente recoge los restos de cables ―hay aun kilometros de cables usados en la zona―, los quema y recupera el cobre para hacer objetos de artesanía, cocina etcétera. Es un problema, porque este cobre ha estado en contacto con la radioactividad.
¿Es la primera vez que su filme se emite en España?
Sí. Es la primera vez que se muestra en España y además es el primer filme sobre este asunto; nadie había filmado antes el Punto Cero de Gerboise Bleue y lo que queda del lugar de ensayo.
Usted ha trabajado en la Agencia del Cine Independiente para la Difusión (ACID) en Francia. ¿Es más fácil difundir cine de autor o del extranjero en Francia que en España, por ejemplo?
Sí. Estuve cuatro años en la ACID y en Francia tenemos la suerte de tener un cine fuerte, con una producción fuerte, y tenemos uno de los circuitos de explotación más sólidos del mundo. Francia es una tierra de asilo para muchos cineastas, una capital del cine europeo y africano: todos los filmes africanos transitan por aquí. Francia tiene un sistema de ayudas a la producción que es algo único. Vienen cineastas de todo el mundo y hay unos circuitos de salas que permite difundir estas películas, hay muchos medios y una tradición de cine de autor.
¿Incluso en los salas comerciales?
No en las salas comerciales, pero hay centenares de salas que ofrecen una programación de autor, y es gracias a estos circuitos de cine independiente que se muestran todavía películas de autor, extranjeras, africanas, hispanas, de América....
¿Existe comunicación entre los directores, guionistas, actores y actrices argelinos, marroquies y tunecinos; podemos hablar de un cine magrebí o va cada país por su lado?
«Si Francia esconde parte de su historia está negando a quienes la encarnan: los francoargelinos»
Hay un cine magrebí que está en vías de emerger. En Argelia, en los últimos años ha habido muchas películas que han tenido éxito en Francia y que llegan cada vez más al mercado europeo y mundial. Desafortunadamente, el cine argelino ha experimentado una travesía del desierto durante unos años ―o décadas― pero en los últimos cuatro o cinco años asistimos a un nacimiento de un nuevo cine argelino, con nuevos cineastas que van pisando fuerte. Y hay una voluntad del gobierno argelino, del Ministerio de la Cultura, de producir más cine: otorga más ayudas y hay un presupuesto cada vez mayor para la producción de filmes. Desde luego, aún no es suficiente, pero en todo caso hay mucho más que hace ocho o diez años.
Su primer largometraje, Cours interdit, se desarrolla en un barrio periférico en Francia....
Si. El filme quiere trazar el microcosmos de este barrio urbano, con todos su problemas típicos de la periferia: la droga, la violencia, el sida... Pero lo he trasladado a un nivel distinto, un poco anacrónico. Quería mostrar que este problema no está ligado a una población, geográficamente hablando, sino a la situación económica. A la política. Por eso lo he trasladado a un universo que recuerda el de los años cincuenta.
Hoy día ¿también la religión se ha convertido en un problema de los barrios periféricos?
La religión se ha convertido en una puerta de salida para muchos jóvenes que han perdido la identidad, las referencias. Veamos Gerboise bleue, la historia de los ensayos nucleares franceses: Francia quiere ocultar esta historia. ¿Sabe? yo como francoargelino siento que si el Estado francés quiere ocultar esta historia es que no reconoce una parte de lo que yo soy. Y si no reconoce parte de lo que soy no me puede integrar en su sociedad. Por eso he hecho lo posible para que este filme sea visto por el mayor número de gente posible, y sobre todo por el Gobierno francés, porque si éste esconde y niega esta historia, niega necesariamente a los que la encarnan: los francoargelinos. Y hoy día, una gran parte de estos francoargelinos se atrincheran tras el parapeto de la religión o de su comunidad, porque fuera de este perímetro no se les reconoce ni se les integra.
¿La religión, una reacción contra la exclusión?
Sí, algo así. Si vives en un país que no te quiere reconocer o no te reconoce en tu totalidad, necesariamente irás con la gente que sí te reconoce y te acepta. Éste es el caso de Francia hoy, que tiene un verdadero problema con su pasado colonial, en conjunto. Los que encarnan este pasado se sienten excluidos.
¿No ve paralelismos entre el auge de la religión en Argelia en los años ochenta y noventa y lo que sucede en Francia hoy?
En Argelia creo que fue también un problema asociado al propio gobierno argelino. Argelia no tiene nada que ver con Francia. No hay que mezclar las cosas, aunque hubo desbordes y llegó hasta Francia. Pero el problema asociado al integrismo en Argelia no tiene nada que ver con el de los barrios periféricos franceses. Allí son jóvenes que han perdido sus referencias, su identidad, que quieren enrolarse en las asociaciones integristas, pero no tienen nada que ver con la ideología de esos grupúsculos integristas, nada... Ésos reivindican otra cosa: el poder... [duda],cosas que no tienen nada que ver con lo que viven los jóvenes de la periferia francesa.
El fenomeno de buscar la identidad en la religión ¿cree que es una moda pasajera o que hay que trabajar duramente para desactivar una amenaza?
Creo que no se trata tanto de la religión sino de que hace esa gente con ella. Si se utiliza la religión para hacer política, ésta se convierte en un peligro, pero eso ocurre con cualquier religión. La religión en sí no es peligrosa. Puede dar sentido a la vida de alguien, darle una visión vital, pero más filosófica que política. En el momento en que haya una crisis identitaria es cuando hay que preocuparse, pero de las personas que se encuentran excluidas en un país y se atrincheran tras una religión que, por cierto, no conocen en realidad. No la conocen prácticamente de nada.
¿No es la religión de sus padres?
No, no es la religión de sus padres. Quiero decir, son instrumentalizados. Pero se trata más de un frustración, una venganza, que reivindican, que de la religión propiamente dicha.
¿Usted se posicionaría en el debate sobre la prohibición del burka?
«Francia ha hecho del burka el chivo expiatorio para desviar la atención del público de los problemas reales»
Diría que Francia ha hecho del burka el chivo expiatorio de los problemas, porque con tantos problemas que hay hace falta una manera de evadirse de ellos. El burka se lleva en Francia desde hace años y no ha supuesto un problema. ¿Por qué montan hoy toda esta película? Da la impresión que Francia se ha convertido en un país integrista y musulmán. En realidad hay problemas mucho más importantes, pero como no se tiene solución, se busca un chivo expiatorio. Se desvía la opinión pública francesa para no atender los problemas reales que atraviesa Francia, sobre todo el problema económico y el del déficit que crece cada día. Es totalmente ridículo focalizar toda la clase política para un burka que afecta quizás a mil personas en Francia. Hay que darles a las cosas el valor que tienen.
¿No es un debate legítimo?
Claro que hay que hablar del burka y discutirlo, pero el debate ha crecido tanto que se ha convertido en algo desproporcionado. Es todo un montaje de la clase política, sobre todo de la mayoría parlamentaria que se encuentra hoy en una situación muy compleja, muy difícil, y que no quiere rendir cuentas de su trabajo y sus resultados respecto al poder adquisitivo o al paro, que no para de crecer. Y la única manera de desviar la atención es decir: miren, hay integristas, hay burkas, vamos a votar una ley, no nos dejaremos invadir por esa gente, restableceremos la democracia en Francia y la libertad de la mujer. Yo creo que lo que van a provocar es una nueva protesta unánime de la comunidad musulmana en general porque están en vías de caricaturizar a todos los musulmanes y en vías de instrumentalizar la religión.
Su próximo filme se llamará Fellouze. ¿Se desarrollará en Francia o en Argelia?
Será un filme sobre las consecuencias de no ser asumido por un país. Es un filme sobre los niños que encarnan esta historia. Se hablará algo de los ensayos nucleares de Francia en Argelia y, con este trasfondo, de las consecuencias en la segunda generación de francoargelinos que viven en Francia, y la reacción que eso suscita.
¿Ya se sabe cuándo se estrenará?
De momento estoy escribiéndola, pero espero empezar pronto con la producción y que sea para el año que viene.