La OTAN cerca a Rusia
Objetivo: cercar a Rusia y destruir definitivamente la alianza que todavía une las repúblicas herederas de la Unión Soviética. Ésta parece ser la estrategia de la OTAN, que lleva años ampliando su baluarte sur, papel que Turquía asumió en solitario durante la guerra fría. Desde inicios del año, la Alianza Atlántica ya llega hasta las fronteras de Irán y China: Kazajistán firmó su adhesión como 'socio' en enero pasado. Azerbaiyán lo hizo en mayo de 2005. Son ahora las atalayas más avanzadas del frente militar de Occidente nacido en 1949.
En mayo, la firma de la pequeña república de Moldavia extendió el territorio militar europeo un paso más hacia el este. Con Armenia y Georgia, ya son cinco las repúblicas ex soviéticas que se han pasado con armas y bagajes al otro bando.
Estos países no son miembros de pleno derecho de la Alianza pero sí socios, a través de la firma de sendos 'Planes de Acción Asociada Individual'. La relación es estrecha: Georgia ha mandado a 300 militares a Iraq y Azerbaiyán a 151. Ambos países colaboran además con pequeñas unidades en Kosovo y Afganistán. Armenia tiene en Iraq a 46 soldados y Moldavia, doce.
Leyla Abdullayeva, portavoz de la misión permanente de Azerbaiyán en los cuarteles generales de la OTAN en Bruselas, reconoce que hay un "intensivo diálogo con la Alianza" en el campo de la seguridad fronteriza y que este año, los militares azeríes participarán en unas 250 operaciones conjuntas.
Rusia, sin aliados
Las adhesiones de Kazajistán y Moldavia parecen firmar la sentencia de muerte de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), heredera de la Unión Soviética y de su estructura militar común. Georgia ha sido el primer país en proclamar sus intenciones: en febrero pasado se retiró oficialmente del Consejo de los Ministros de Defensa de la CEI, con la explicación de que el país "no puede ser simultáneamente parte de dos estructuras militares", en palabras del presidente Mijail Saakashvili. En mayo añadió que "revisaría" el estatus de Georgia como miembro de la CEI. Rusia y Georgia dejaron de ser aliados: Moscú protege la region independentista de Abjazia
En realidad, hace mucho tiempo que Moscú y Tiflis han dejado de ser aliados: Rusia protege la región autónoma —y de facto independiente— de Abjazia con 1.600 soldados de una 'misión de paz'. El ejército georgiano lanzó a finales de julio pasado una limitada operación militar para recuperar parte del territorio. La sangre no llegó al río, pero la zona se está convirtiendo en una rozadura entre el borde de la nueva OTAN y su histórico enemigo. Al igual que Georgia, Azerbaiyán se retiró ya en 1999 del Tratado de Seguridad Colectiva que une a los miembros de la CEI, pero no ha abandonado aún esta unión que, según Abdullayeva, es "más que meramente simbólica".
También Ucrania ha aireado su intención de dejar la CEI para integrarse en la OTAN, un paso que permitiría prácticamente aislar a Rusia del Mar Negro y cerrar el cordón sur. El nombramiento del político prorruso Víctor Yanukóvich como primer ministro de Ucrania, el 1 de agosto pasado, ha obligado a posponer a 2007 el referéndum previsto para decidir sobre la adhesión, pero no parece frenar la iniciativa.
El rumbo de las antiguas repúblicas satélites provoca la ira de las esferas del poder en Moscú. El vicepresidente del Consejo de la Federación Rusa, Serguei Mironov, declaró recientemente que la retirada de Ucrania y Georgia de la CEI perjudicará los intereses de sus habitantes. Pero no aludió a las múltiples trabas impuestas por la Federación Rusa a las importaciones de productos alimentarios procedentes de Georgia y de Moldova ni a la 'guerra del gas', que enfrentó en invierno a Kiev y Moscú y que certificó la defunción de la CEI como espacio de convivencia.
La estructura militar no es el único aspecto de las alianzas que transforman el flanco sur de Rusia. Toda la región del Mar Negro hasta el Cáucaso podría asociarse en bloque a la Unión Europea y estrechar lazos económicos, culturales y políticos. Es la propuesta que esta primavera lanzó el Gobierno de Rumanía durante una cumbre celebrada en Bucarest. Traian Basescu, el presidente rumano, ya había sugerido a finales de 2004 la creación de una 'eurorregión' llamada 'Zona Amplia del Mar Negro', que incluiría Bulgaria, Rumanía, Grecia, Turquía, Armenia, Azerbaiyán, Georgia, Ucrania, Moldavia y Rusia. Aunque este último país figuraba en la lista oficial, pocos diplomáticos tuvieron dudas de que la propuesta diseñaba, en realidad, un bloque para reforzar el cordón de los países ribereños del Mar Negro contra la influencia de Rusia. En la cumbre de Bucarest, Moscú ya no aparecía como posible socio. Según algunos analistas, Rumanía no había ahorrado declaraciones y gestos poco amistosos para conseguir que Rusia declinara la invitación.
La eurorregión sería un conglomerado de naciones con trayectorias políticas e intereses económicos dispares, pero supondría para la Unión Europea la creación de un mercado de 147 millones de consumidores potenciales. De momento, el nivel económico de la mayoría de sus integrantes es bajo y los sueldos medios apenas superan los 120-150 euros mensuales. Es de prever, sin embargo, que el desarrollo se incentive gracias a la entrada en función, en mayo pasado, del nuevo oleoducto que conecta los enormes yacimientos del petróleo de Azerbaiyán con el puerto mediterráneo de Ceyhan en Turquía, atravesando Georgia.
La Barcelona del Este
"Nuestro proyecto es inédito; no se pretende emular la política de la UE", afirman fuentes del Ministerio de Exteriores rumano. Pero sus propuestas son similares a la Iniciativa Euromediterránea de la Unión Europea, conocida como Cumbre de Barcelona: contemplan la elaboración de normativas de gobernabilidad y de desarrollo sostenibles mediante iniciativas de cooperación regional, un sistema de prevención de ataques terroristas, medidas de pacificar el Cáucaso, la definición de nuevas normas en las relaciones entre la Unión Europea y Rusia y la elaboración de una política económica que garantice rutas 'alternativas' —es decir, no sujetas a la buena voluntad de Moscú— para el suministro energético de Europa. Europa teme suscitar los recelos de Rusia al intervenir en el Mar NegroTodo ello se coordinaría desde una secretaría permanente que, según los planes rumanos, se establecería en Bucarest. El Ministerio ya ha iniciado pasos para solicitar a Bruselas subvenciones para crear esta oficina.
Los analistas políticas tienen sus dudas sobre la viabilidad de los planes de Traian Basescu, que parece aspirar a convertirse en líder regional, a lo que quizás contribuya su pasado profesional como capitán de la marina mercante en el Mar Negro. En Bruselas, no obstante, preocupan las carencias democráticas de Georgia, Moldavia y, sobre todo, Armenia, los conflictos del Cáucaso y la ausencia de reformas económicas. La grave tensión entre Armenia y Azerbaiyán por el enclave territorial armenio de Nagorno Karabaj complica la creación de un frente unido y hasta obligó a la OTAN a suspender unas maniobras conjuntas. Azerbaiyán es un estrecho aliado de Turquía, país al que la comunidad armenia aún exige disculpas por el genocidio de 1915.
¿Petróleo o democracía?
La politóloga rumana Alina Mungiu Pippidi estima que la región carece de líderes que puedan abanderar un proyecto conjunto de largo alcance. El acercamiento cultural no iría parejo al económico: los dos países con mayores recursos, Turquía y Azerbaiyán, ambos de mayoría musulmana, albergan sociedades más alejados de la europea que Rumanía o Bulgaria, más frágiles económicamente.
Pippida cree que hay dos opciones para la política europea en la región: lo mínimo sería crear rutas alternativas para el suministro energético de Europa, una línea ya iniciada con el oleoducto de Bakú. Lo más ambicioso, formar círculos reformadores pro-europeos con talante democrático en cada uno de los países de la Zona. Sería la única inversión capaz de garantizar un desarrollo democrático a largo plazo, según un estudio de la Sociedad Académica Rumana (SAR), un centro de análisis que elabora informes para Naciones Unidas.
El éxito o fracaso de la iniciativa de Traian Basescu dependerá en parte de la postura del Kremlin. Por ello, la propuesta rumana ha despertado poco entusiasmo en las capitales occidentales. Existe la sensación de que la zona del Mar Negro constituye una especie de 'tabú', ya que cualquier intervención puede suscitar el recelo de Moscú. Rumanía propone una 'eurorregión' del Mar Negro que llegue hasta el Cáucaso
Ficticio o real, el temor de Rusia a ser aislado se fundamenta en una serie de estudios llevados a cabo en la década de los noventa por los politólogos de la Universidad de Yale. Sus recomendaciones se reflejan en el discurso pronunciado en mayo pasado en la capital lituana, Vilnius, por el vicepresidente norteamericano, Dick Cheney, quien abogó, en presencia de un nutrido grupo de dignatarios de los países de Europa Oriental, por la creación de un "muro de defensa" que separase a un Occidente democrático de una Rusia potencialmente hostil. Cheney aludió a la existencia de una nueva guerra fría desencadenada por Rusia y señaló que los integrantes del futuro "muro-telón de acero" serían Estonia, Letonia, Lituania, Polonia, Ucrania, Moldavia, Rumanía, Bulgaria y Georgia. La parte norte del 'muro' se completó en mayo de 2004 con el ingreso de los estados bálticos en la Alianza Atlántica y en la Unión Europea. Ahora le toca el turno al baluarte sur.
Para los medios de comunicación rusos, que no tardaron en difundir las declaraciones de Cheney, el peligro se define claramente: la Zona Amplia del Mar Negro se convierte en la "última frontera" de la política europea de George W. Bush. Fin texto