Muerte accidental de un periodista
31 de mayo de 2010. La Flotilla de la Libertad, compuesta por seis barcos con 663 personas, avanza rumbo a Gaza, a unos 130 kilómetros de la costa israelí, es decir, en aguas internacionales.
Son las 4:30 h de la mañana. Empieza el abordaje de varios comandos israelíes desde helicópteros y desde barcos de guerra. Disparan. Mueren nueve pasajeros del barco Mavi Marmara. Entre ellos, el periodista turco Cevdet Kılıçlar.
13 de julio. Decenas de periodistas que se hallaban a bordo de los barcos se reúnen en Estambul y establecen la plataforma Flotilla Free Press (FFP) para denunciar el tratamiento que sufrieron al ser detenidos por los soldados israelíes. Detenidos no: secuestrados. En aguas internacionales no hay autoridad con derecho legal a detener a nadie.
Un participante lo resume: “En Iraq, a los reporteros que acompañaban a las tropas de Estados Unidos se les llamaba ‘empotrados’. Nosotros fuimos como periodistas empotrados en la flotilla de una ONG”.
Pero se les trató como a criminales, denuncian.
“Cevdet Kılıçlar, periodista, fue ejecutado con una bala en la frente. Nuestros derechos humanos fueron violados; nuestra libertad de recoger y conservar información, despreciada; las comunicaciones, interrumpidas; los equipos, ordenadores y cámaras robados. Robaron hasta los cepillos de dientes. Los pasaportes. Las tarjetas de crédito. Hicieron registros corporales hasta cuatro veces para impedir que ninguna imagen alcanzara el mundo. No tuvimos acceso a abogados. No podíamos recibir o enviar información”. Es parte del manifiesto de FFP, leído en el acto por Ayşe Sarıoğlu, reportera del diario Taraf, Turquía.
Lo confirma Manolo Luppichini, reportero para RAI-3, Italia: “Estuve en el ‘Sfendoni’. En nuestro barco no hubo muertos. Los activistas opusieron una resistencia no violenta pero muchos fueron heridos, el capitán gravemente; los soldados utilizaron tasers (armas eléctricas).
Yo fui secuestrado dos veces: primero en el barco, luego en el aeropuerto. No tuve abogado, me robaron el pasaporte. Quise llamar a mi embajada y me lo denegaron. Unos agentes en civil nos amenazaron de muerte y nos llevaron a las dependencias para inmigración. Celdas sucias. Estuvimos doce horas sin agua, sin comida, sin poder ir al servicio. Fui el último en abandonar Israel".
Lo relata Manuel Tapial, periodista bloguero, España: “Me esposaron y estuve horas tumbado con una pistola apuntándome a la cabeza. He visto como algunas personas fueron torturadas en el barco Mavi Marmara, concretamente recuerdo a un hombre británico con una bolsa de plástico sobre cabeza al que le pegaron durante horas”.
Abbas Nasser, cámara de la cadena qatarí Al Jazeera en Líbano, el último en transmitir imágenes con el teléfono móvil antes de que se cortaran las comunicaciones, no se sorprendió por el ataque nocturno: “Soy del sur de Líbano”. Con eso dice todo.
Jamal Shayyal, reportero de Al Jazeera en inglés, fue testigo del ataque al Mavi Marmara. “Los soldados dispararon antes incluso de saber quién estaba en cubierta. Las imágenes grabadas lo muestran, aunque las nuestras fueron decomisadas y los cuchillos de la cocina fueron presentados como ‘armas’. A tres soldados se les quitaron sus armas, habría sido muy fácil dispararles con ellas. Nadie lo hizo”.
Hişam Güney, reportero de la cadena de televisión nacional TRT en árabe, Turquía: “Yo estaba en el Mavi Marmara haciendo mi trabajo, pero fui herido con balas de goma y esposado. Nos calificaron de terroristas. Dijeron que yo había golpeado a un soldado. Es falso. Me dijeron que daba igual: que nada de lo que yo pudiera decir iba a manchar la imagen de Israel. Me convertí en una víctima más. Normalmente a un periodista no le debe pasar eso, pero los periodistas éramos un blanco de la operación israelí”.
Mario Damolin, productor de documentales, Alemania: “En total robaron equipos por valor de un millón de dólares. Cuando Marcello Faraggi y yo bajamos del avión de vuelta nos pusimos a esperar nuestro equipaje en el aeropuerto y finalmente llegaron dos bolsas, una mía y la de la cámara de Marcello. Ninguna contenía nada de nuestras cosas, estaban llenas de basura. Las habían vaciado y rellenado, claramente con intención, y se quedaron nuestros equipos”.
Manolo Luppichini: “Se quedaron todas mis cosas. Pude comprobar ―lo atestigua un excerpto de mi banco― que alguien ha hecho compras con mi tarjeta de crédito en un supermercado local de Hadera, Israel. Se gastó poco: 52 euros porque no había más en la tarjeta, no soy rico”.
¿Expolios de la guerra? Fue una guerra, desde luego, pero las armas más peligrosas no fueron los fusiles sino la información.
Kyriakos Chatzistefanou, reportero de Skai Radio, Grecia, se embarcó en el Sfendoni, luego se cambió al Mavi Marmara: “La guerra de la propaganda empezó unas 48 horas después de que abandonáramos Grecia: en los foros de internet hubo gente, supuestamente simples usuarios, que empezaban a apoyar Israel. El Ministerio de Exteriores israelí intenta escribir su propia versión de la historia, asegurando que los soldados que abordaron el barco fueron atacados. La embajada israelí ha dado información falsa a determinados periodistas, intentando conectar la organización turca IHH, principal organizadora de la flotilla, con el terrorismo”.
Iara Lee, cineasta brasileña de origen coreano, miembro de Cultures of Resistance, un movimiento de Estados Unidos, país donde ha vivido 15 años: “Quien gana la guerra de la comunicación gana la guerra. Por eso, antes de atacar el barco, bloquearon el satélite por el que transmitíamos. Luego, cuando hablé ante la Asociación de la Corresponsales de Naciones Unidas, Israel pronunció una queja formal porque me permitieron mostrar mis imágenes. ¿Por qué, si no tienen nada que esconder?”
Luppichini: “Si Israel no tiene nada que esconder ¿por qué no nos devuelve las imágenes que grabamos?”
La guerra siguió tras el asalto. Y hubo medios de comunicación que se colocaron en el bando del Gobierno israelí en su combate contra la prensa.
Jamal Shayyal: "La policía protege a la gente contra el crimen, los bomberos asumen la responsabilidad de apagar los fuegos, los periodistas se responsabilizan de informar. No se nos debe preguntar ¿era difícil? Lo que se debe preguntar es por qué los demás no fueron. La emisora BBC eligió no enviar a ningún reportero. ¿Por qué no? Empezaron a informar sobre el asunto cuando recibieron las imágenes manipuladas de Israel".
Iara Lee: "Los medios de comunicación estadounidenses son muy pro-israelíes: mostraban una y otra vez las imágenes manipuladas distribuidas por Israel. Los medios convencionales no nos han hecho caso, de ahí que necesitaremos a nuevas herramientas como Youtube. Al final, un millón de personas ha visto las imágenes en internet".
Angela Lano, directora de la web InfoPal.it, Italia: “En Italia fui blanco de los ataques de la prensa derechista. Mis colegas de la prensa me llamaron ‘activista’, no periodista".
Manolo Luppichini: “La reacción en Italia era terrible: los medios están controlados por Berlusconi. Angela Lano y yo ofrecimos una rueda de prensa en la embajada turca en Roma y los diarios italianos nos describieron como terroristas”.
Mario Damolin: “Publiqué en el diario alemán FAZ mi relato de los hechos. Ninguna televisión alemana tenía interés. Nadie ha escrito en las noticias que se trataba de un secuestro de periodistas. La propaganda de Israel me calificó de ‘activista’ y de ahí me encajaron en el bando de ‘enemigos’ del país. Pero no soy activista. Soy periodista”.
“En los medios alemanes se podía leer algo sobre la flotilla de Gaza, pero nada sobre el hecho de que 67 periodistas fueron secuestrados en alta mar. El artículo más crítico con el asalto que he leído fue en el diario israelí Haaretz, mucho más crítico que ningún periódico alemán”.
“Estuve en una fiesta en Berlín donde una chica, con el pelo a lo punk, vendía pasteles israelíes. Me acerqué diciendo que no había podido probarlos mientras estuve en la cárcel israelí. Le conté la historia. Ella dio un gran paso hacia atrás y me dijo que no me iba a vender pasteles: “Fuiste a provocar a mi país” dijo. Eso es un lavado de cerebro”.
España fue una excepción en este sentido:
Laura Arau, periodista freelance catalana: "Muchos movimientos civiles nos han pedido que diéramos nuestra versión de lo sucedido. Los medios siguen sacando el tema, sobre todo los más pequeños, porque los lectores quieren que se siga hablando de esto...”
“...y esto es llamativo, en comparación con lo que nos han contado los compañeros de otros países, como Alemania, Bélgica, Holanda”, concluye Manuel Tapial.
¿Y los políticos?
Manuel Tapial: “Hay que repetirlo: lo que estábamos haciendo era lícito acorde a la ley internacional, no vulneramos ninguna ley. El 29 de mayo hicimos una reunión en el barco y decidimos abrirlo a una inspección de Naciones Unidas. Pedimos a España, que asumía la presidencia de la Unión Europea, que pidiera a Naciones Unidas inspeccionar el barco. Lo siento por el Gobierno español, pero no hizo nada”
“Moratinos [ministro de Exteriores español] dijo que no había que escuchar a los activistas sino a Israel. Leire Pajín [secretaria de Organización del PSOE, partido en el gobierno] dijo que había que diferenciar entre activistas y cooperantes, como si no hubiéramos llevado material en los barcos. Caamaño [ministro de Justicia español] dijo básicamente que no había que hacer justicia, que no había que resolver el asunto en los tribunales sino por la vía diplomática. De estos comentarios, la indignación que ha crecido es mucha. La gente no da crédito. Eso sí, nos apoyaron Izquierda Unida y Nafarroa Bai”.
Angela Lano: “Acabo de venir de Brasil. Fui recibido con honores en el Parlamento para hablar de la flotilla, lo que es impensable en Italia. En Brasil, mucha gente, incluidos los políticos, tenían interés en saber más del tema”.
Marcello Faraggi, productor por EU Media, Bélgica: “He pedido a las autoridades de la Unión Europea que hagan algo. Todo el Parlamento Europeo, por lo pronto, ha pedido a Catherine Ashton, la Alta Representante de Asuntos Exteriores de la UE, que escriba una carta a Israel”.
Manuel Tapial: “En Israel salieron miles de personas a la calle cuando se atacó a la flotilla y hace dos semanas tuvimos un encuentro con un miembro de la ONG israelí Breaking the Silence en Madrid. Sabemos que hay una red en Israel que nos apoya”.
Ahora hablarán los tribunales. Habrá iniciativas legales en España, Turquía, Alemania, Grecia, Bélgica... De momento sin coordinación, aunque el jueves se reunirán en Estambul 30 abogados para debatir el asunto.
Ayşe Sarıoğlu lee el comunicado del FFP: “Denunciaremos a los responsables acorde a la ley internacional. Pediremos compensaciones por daños materiales y psicológicos. Es ilegal interceptar un barco en alta mar y cualquier equipo confiscado debe ser devuelto”.
Kyriakos Chatzistefanou: “Iniciamos un juicio en los tribunales griegos contra todas las personas uniformadas responsables del ataque, hasta el ministro de Defensa de Israel. La ley de navegación, firmada por Israel en 1998, es la base para la demanda. Exigimos que nos devuelvan nuestros equipos y nos den una compensación. Luchamos por la libertad de los medios, porque esta libertad también debe existir en Israel. Esta batalla no se puede ganar sólo en los tribunales, pero hay que luchar también en éstos”.
Manuel Tapial:“Israel ha atacado una flotilla en aguas internacionales, hay nueve muertos y 50 heridos; debe pedir perdón y compensar a las víctimas. Confiamos en la Justicia en España. Denunciamos a 7 personas del Gobierno israelí en los tribunales españoles. Entre ellos Ehud Barak, ministro de Defensa, que dijo que iba a supervisar la operación, Avigdor Lieberman, ministro de Exteriores... y toda la escala de mando que participó en el asalto a al flotilla.
Presentaremos la querella la próxima semana, en la Audiencia Nacional Lo que nos sorprende es que la Fiscalía no haya abierto diligencias de oficio cuando ha habido un crimen obvio, público. Pondremos la denuncia a título individual y luego se personará como acusación personal la Asociación Cultura Paz y Solidaridad”.
Iara Lee: "Habrá que tener mucho aguante para seguir y luchar a través de los tribunales contra el Gobierno de Israel".
Jamal Shayyal: "Pedimos que se protejan los derechos de los periodistas y que a los que estaban a bordo del barco se les devuelvan sus pertenencias. En todo caso, la fuerza de la verdad quedó patente: hicieron falta varios barcos de guerra israelíes, helicópteros y unidades militares altamente entrenadas para parar una pandilla de periodistas".
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