La leyenda de los espías que protege Israel
Nadie sabe nada. La opacidad es la primera regla del Mossad, el célebre servicio secreto de Israel. Sólo los fallos permiten hacer conjeturas sobre su funcionamiento. La incertidumbre persiste en el caso de Mohamed al Attar, un egipcio de 31 años, nacionalizado canadiense, detenido desde inicios del año en El Cairo y acusado de espiar a la comunidad islámica en Canadá para el Mossad. Tras una confesión inicial, Attar se declaró inocente durante el juicio y denunció que había sido torturado. La sentencia se espera para el 26 de marzo.
Yossil Melman, un experto del diario israelí Haaretz, opina que probablemente no sea cierto: “Israel lo niega. La detención podría obedecer a una presión política de Egipto o a una cuestión interna”, afirma Melman a La Clave. Admite que “los agentes necesitan una identidad cubierta: no es fácil trabajar con un pasaporte israelí”, pero recuerda que Tel Aviv prometió, en 1997, no volver a utilizar documentos de Canadá, tras ser detenidos dos agentes del Mossad con pasaportes de ese país en Jordania, donde intentaron asesinar al líder de Hamás, Jalid Meshal. “Una vez que el Mossad promete algo, lo cumple”, cree Melman. Otros analistas señalan que ya en 1973, tras un asesinato cometido en Noruega, Tel Aviv hizo una promesa similar. El periodista y ex embajador canadiense en Israel, Norman Spector, sostiene que Canadá siempre estuvo informado del uso de sus pasaportes y que lo permitía para recibir información a cambio.
Otro escándalo saltó en 2004, cuando Nueva Zelanda suspendió relaciones con Tel Aviv tras descubrir y condenar a seis meses de prisión Elisha Cara y Uriel Kelman, dos agentes del Mossad que intentaron conseguir un pasaporte falso neozelandés. También Suiza sentó en el banquillo, en 2000, a un espía israelí, al que le permitió mantener su nombre falso, Issac Bental. El agente fue condenado a 15 meses de prisión —que no tuvo que cumplir— por colocar aparatos de escucha en la vivienda de un suizo-libanés de Berna.
Melman opina que el Mossad “debería estar más controlado. Hace siete años, una ley definió las competencias del servicio de seguridad interior, el Shabak (antes Shin Bet). La idea de regular las actividades del Mossad sigue ahí, pero ¿cómo permitir por ley operaciones ilegales?” Melman estima el presupuesto de la agencia —desde luego secreto— en menos de 70 millones de euros anuales, de los que la mitad se dedicaría a salarios. Con una plantilla fija de entre 1.200 y 2.000 —todos ciudadanos israelíes— y un número variable de contactos extranjeros, el Mossad “es una organización pequeña comparada con la CIA o el MI6. Toda la comunidad de servicios secretos de Israel, incluyendo la adscrita al Ejército y el Shabak, no supera las 10.000 o 12.000 personas. La rama militar es la mayor; controla el espionaje electrónico y las escuchas telefónicas en todo Oriente Medio; el Mossad recurre a las personas como fuentes”, señala el periodista.
Mitos
El analista estadounidense John E. Pike cree que Israel está detrás de la muerte del científico nuclear iraní Ardeshir Hassanpour, fallecido en enero pasado en extrañas circunstancias. Melman lo tiene por posible, pero señala que “también puede ser un rumor falso, una forma de guerra psicológica destinada a disuadir a quienes se planteen trabajar para Irán”.
El famoso libro de Gordon Thomas no es una fuente de información seria
Más lejos va el ex diputado israelí Uri Avnery: “Al Mossad le conviene el mito que se ha creado; les ayuda a mantener el miedo entre la gente. Pero creo que la mayor parte de los éxitos que se le atribuyen nunca sucedieron. Otras agencias israelíes, como la militar, son más importantes. El Mossad sólo tiene mejores relaciones públicas”, afirma Avnery. Denuncia que “todos los servicios secretos sirven a las metas políticas de los dirigentes, como se vio en el caso de la CIA en Iraq”.
En un punto coincide Avnery con Yossi Melman: el libro del autor británico Gordon Thomas, publicado en España con el título de ‘Mossad’, que ha forjado la leyenda de esta agencia, no es una fuente seria de información. Incluso puede ser una “biografía autorizada”, en palabras del veterano diplomático estadounidense Richard H. Curtiss. Es decir, un golpe de efecto que ayuda a mantener la opacidad en torno a las siglas que protegen a Israel.