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Topper
Ilya U. Topper
[Bagdad · Abr 2005]
Iraq  reportaje 

La guerra sin testigos


BagdadLos bagdadíes han dejado de preocuparse por la situación económica o los servicios destruidos por la guerra y ahora temen por sus vidas.

"Nadie sabe qué sucede aquí". Es la conclusión de Amin Yawal, dueño de una tienda de electrodomésticos en un barrio céntrico de Bagdad. Solo tiene clara una cosa: que la situación ha empeorado enormemente durante el ultimo año.

Ocho meses despues del final de la guerra, la mayor preocupación de los bagdadíes era la situación económica, los cortes de luz, la ausencia de agua potable, medicamentos o teléfono. Ahora, la mayoría teme por su vida.

La rebelión de Faluya y el empleo de artillería pesada contra esta aldea al oeste de Bagdad marcó un cambio cualitativo en el enfrentamiento entre el ejército ocupante y la 'Resistencia', nombre que reciben aquí los grupos armados que se oponen a la presencia de las tropas extranjeras. "Faluya fue prácticamente erradicada del mapa" recuerda Amin "pero nadie sabe que sucedió despues: la aldea, en ruinas, está ahora tranquila, pero quienes no han muerto, se han dispersado por otras zonas y siguen combatiendo".

Poco sale a la luz sobre esta guerra: las noticias hablan casi siempre de muertos iraquíes tras los atentados con coche bomba. Amin cree que la información es incompleta. "Yo mismo ví hace pocas semanas varios vehículos estadounidenses carbonizados en la carretera de Ramadi, a unos cincuenta kilómetros de Bagdad" relata. "En las noticias no hubo referencias a este ataque. Es que no quedan periodistas que puedan contarlo". El cerco impuesto a los extranjeros es completo: quien no teme un secuestro es detenido por la policía

Efectivamente, el cerco impuesto a los extranjeros es completo: quien no teme un posible secuestro por parte de la 'Resistencia', es detenido por la policía iraquí bajo pretexto de necesidad de protección, como le ocurrió a este periodista dos veces. La siguiente decisión debe ser tomada por una patrulla estadounidense, ya que la autonomía de los agentes nacionales aparentemente sigue siendo muy limitada en estos casos. El estado de excepción, que rige en todo el país, ha vuelto a ser prorrogado a finales de marzo.

Guerrilleros en pleno centro

A primera vista, la vida en Bagdad sigue: hay tiendas abiertas, negocios de telefonía móvil, restaurantes. Pero se han truncado muchas esperanzas. "Las empresas extranjeras se están yendo" observa Amin. Según su experiencia ―debido a su negocio, debe viajar con frecuencia― el dominio de la 'Resistencia' ha crecido tanto que ahora los guerrilleros montan a veces controles de carretera en Ramadi, en la autopista que enlaza Bagdad con Amman, verdadera arteria vital para la economía del pais.

También están presentes en las demás carreteras que unen Bagdad al mundo y ni siquiera el centro de la capital escapa a sus actividades. En el año posterior a la invasión, el barrio A’zamía ―feudo tradicional de las familias adheridas al partido Baaz, primero, y de los partidarios de Sadam Husein, más tarde― era el punto caliente, donde se sucedían manifestaciones y tiroteos y se leian las palabras “Viva Sadam, muerte a los americanos” en todas las paredes.

Ahora esta zona se ha tranquilizado, pero esto no significa que la ciudad este pacificada: “Ahora la Resistencia ha tomado la calle Haifa” afirma Amin, haciendo referencia a una antaño animada avenida a orillas del Tigris que bordea varios hoteles y ministerios y continúa hasta las mismas barricadas de la ‘zona verde’, el complejo que alberga a las tropas estadounidenses y también acoge las deliberaciones del Parlamento iraquí, aún sin cabeza dos meses después de las elecciones. “Desde allí disparan sus morteros, y ya no hay quien pase por esta zona”.

Pero la ‘Resistencia’ no es la única preocupación de los iraquíes. Bagdad, Barqueros TigrisTambién la delincuencia se ha multiplicado en este país actualmente sin ley. Bajo el régimen de Sadam Husein, Bagdad era una de las ciudades más seguras del mundo.

 “El miedo a la policía funcionó: no había atracos” confirma Abdala H., un comerciante de 27 años que recuerda con nostalgia las noches de primavera antes de la guerra, cuando jovenes de ambos sexos se congregaban a lo largo de la orilla del Tigris para beber cerveza y escuchar música. “Entonces una mujer podía caminar sola de noche por cualquier barrio sin miedo a ser agredida”.

Ahora no existen tales diversiones, la sociedad se ha vuelto más cerrada e incluso la fábrica de cerveza iraquí ha cerrado, supuestamente por falta de abastecimiento eléctrico. Al mismo tiempo, la delincuencia alcanza niveles nunca vistos en este país. Un año después de la invasión aún era posible moverse por la capital sin mayores contratiempos.

La ruta Amman-Bagdad, en cambio, ya entonces estaba expuesta a los ataques de bandoleros armados. Eso sí, el peligro no pasaba del desvalijamiento. Ahora, los métodos son mas expeditivos: los secuestros de iraquíes adinerados están a la orden del día, y no siempre tienen un final feliz, incluso si la familia se aviene a pagar.

La delincuencia y la lucha armada contra la ocupación estadounidense probablemente no estén vinculadas, pero a menudo es difícil decidir quién está detrás de un ataque, opina Amin. Lo mismo cree Rahim W., un electricista iraquí que mantiene a su familia en Bagdad gracias a los trabajos ocasionales que encuentra en Jordania.

“En febrero ―recuerda Rahim― el autobús en el que viajábamos desde Amman a Bagdad fue parado en Ramadi por un grupo de hombres armados que se presentaron como miembros de la Resistencia. Nos quitaron todo: el dinero, los equipajes, hasta el autobús, y nos dejaron en la carreterra. Más tarde, la policía iraquí y los militares estadounidenses nos ayudaron a llegar a Bagdad”.

El electricista está convencido de que los atracadores fueron simples delincuentes, sin vínculo alguno con la insurgencia. “Es más ―remacha― , quiénes están detrás de estos sucesos son los que gobiernan ahora Iraq: sólo mientras dure el caos y el miedo pueden mantenerse en el poder”. Menciona a Iyad Allawi, primer ministro de Iraq en el gobierno provisional, y a Ahmed Chalabi, hasta mayo de 1994 hombre fuerte de Estados Unidos en Iraq pese a su trayectoria de criminal convicto, condenado a 22 años de cárcel por los tribunales jordanos. “Una vez que te han robado, el ejército americano aparece como el salvador” concluye Rahim “pero en realidad les interesa que el país esté hundido en la delincuencia, así tienen motivo para quedarse en Iraq y controlar el petróleo”.

Secuestros oscuros

Aún más oscuro se vuelve el asunto en el caso de los secuestros de extranjeros, cuando se lanzan exigencias políticas como las referidas a la 'ley del velo' en Francia que difícilmente pueden responder a una estrategia de la Resistencia, dado que los comandos guerrilleros no se agrupan bajo una ideología islamista: los suníes iraquíes, que forman la mayoría de los insurgentes, eran conocidos durante la época de Sadam Husein por su escasa religiosidad, en comparacion con los chiíes. Bagdad, Mezquita 14 RamadanLos oficiales del disuelto ejército nacional, que participan en la Resistencia ―aunque ésta no se limita a un club de seguidores de Sadam― siempre defendieron la laicidad del estado, histórica en Iraq y afianzada por el dictador.

No menos dudosa se plantea la autoría de los atentados contra las congregaciones de chiíes religiosos, que han tenido lugar repetidas veces durante el año transcurrido, la ultima vez a finales de marzo cuando fueron acribillados varios peregrinos en su camino a Kerbala. Puede ser que los suníes vean con desagrado estas manifestaciones religiosas, prohibidas bajo el régimen de Sadam, pero no se adivina ninguna utilidad política tras los ataques, ya que ningún grupo étnico o ideológico podrá dirigir Iraq en el futuro sin contar con los chiíes. Los atentados, atribuidos a la 'insurgencia', sólo pueden tener una finalidad: abrir fosos entre las dos comunidades religiosas y dificultar un frente comun.

La división de Iraq en chiíes, suníes, kurdos, cristianos y turcomanos, reflejada por la composición del gobierno transitorio antes de las elecciones de enero, y perpetuada por las señas de indentidad principales de los actuales partidos políticos, es una medida reciente, introducida por la administración estadounidense de Iraq y por la prensa.

"Si algo positivo hizo Sadam Husein ―opina Kahtan Adnan Alani, un presentador de radio iraquí, ahora exiliado en España― fue reducir las diferencias entre las tribus y comunidades y forjar una nación iraquí". Pero la tradición de la democracia es más antigua en Iraq: ya a finales de los años cincuenta, cuando el militar Abdulkarim Qassem acabó con la monarquía impuesta por Gran Bretaña, las corrientes políticas de Iraq se agrupaban en torno a ideologías: el comunismo ―muy extendido― , el panarabismo del partido Baaz, el nacionalismo... sin que las religiones o divisiones étnicas fueran determinantes.

La constitución entonces integraba expresamente a kurdos y árabes y los a veces violentos enfrentamientos callejeros tras las manifestaciones y contramanifestaciones no se debían a fidelidades tribales y menos a diferencias sectarias. En realidad, el retorno a una "democracia representativa", es decir a un sistema político en que los intereses de las distintas comunidades deben ser defendidas por un sistema de cuotas de sus miembros, aparece mas bien inspirado en la Loya Jirga afgana, una idea que en Iraq significa un retroceso de más de medio siglo.

A menudo es difícil saber quién es suní y quién chií, ya que los matrimonios mixtos son frecuentes; por otra parte, no todos los chiíes se reconocen en el esquema religioso de sus líderes ni siguen los ritos que los diferencian de los suníes. Así, Amin Yawal, que pertenece a una familia chií, no comparte la fe ciega que muchos de sus correligionarios depositan en sus autoridades religiosas, y detesta las rencillas entre estos clérigos, que a veces se saldan con muertes y que según él suponen una amenaza mucho mayor para la comunidad que el dominio de los suníes. “Iraq lo dirigirá un suní ―opina Amin―: es la única forma de superar los odios internos de los chiíes”.

Prohibido afeitarse

Amin confirma también la noticia, aparecida en marzo, de que las peluquerías de Bagdad se han convertido en blanco de ataques aparentemente islamistas: al parecer, los asesinatos de varios barberos quieren castigar la tradición iraquí de eliminar la barba de las mejillas. ¿Pretenden implantar una estética talibán, que jamás se ha conocido en Mesopotamia? No se paran ahí: “Varios estudios de grabación han sido atacados ―informa Amin― para que no reproduzcan música que no sea religiosa”.

Una vez más es difícil imaginar quién puede tener la ambición de forzar la sociedad iraquí, cuna de muchas artes y refinados placeres, a adaptarse al austero fanatismo que exporta Arabia Saudí. Sólo un hecho es seguro: quienes tiran esta piedra esconden la mano. Escaparate en Bagdad“Los que disparan a los barberos o los técnicos de sonido no son islamistas sino pistoleros a sueldo” asegura Amin.

Pero si la ‘Resistencia’ no está detrás de estos ataques ni asesina a los peregrinos ni realiza los secuestros ―o al menos no firma las exigencias que hacen gala de una autoría islamista con deseos de implantar su ley en el mundo― ¿por qué no se distancia de estos actos?

Y. T., dueño de una tienda en Bagdad, que abastece a varios grupos guerrilleros con armas de fabricación casera, intenta dar una respuesta: "La Resistencia no es un frente organizado, actúa en pequeños grupos sin conexión entre ellos y sin mando unificado. Ellos mismos no saben qué hacen o dejan de hacer otros comandos que siguen la via de la lucha armada. Nadie se atreve a hablar en nombre de todos".

Y. T. afirma que los grupos insurgentes que él conoce demoran sus ataques a los convois estadounidenses si temen matar civiles y que durante algunos de los secuestros más polémicos ―como el de las "dos Simonas"―, algunos repartieron folletos que se distanciaban del secuestro como método político.

La versión oficial atribuye algunos de los atentados más sangrientos, entre ellos varios secuestros con desenlace mortal, al grupo de Abu Musa Zarqawi, un jordano supuestamente cercano a Al Qaeda. Eso coincide con la idea a la que se adhiere la mayoría de los ciudadanos de Bagdad:"Los terroristas no son iraquíes. Son todos extranjeros" clamaba ya en enero de 2004, poco despues de los primeros coches bomba, Nura Mohammed, una vecina de un barrio céntrico de la capital. "Puede que les ayuden algunos iraquíes por dinero, porque no tienen cómo buscarse la vida..."

Otras informaciones de los atentados en esta época hablaban de sirios implicados, o en general de 'árabes', palabra que en todo caso designaba a extranjeros. Es indudable, sin embargo, que parte de la población iraquí debe colaborar con quienes diseñan los atentados contra civiles. Quién se pone al volante de un coche bomba? Rahim cree que se trata de jóvenes iraquíes a los que la guerra ha privado de todo.

“Si te prometen que se ocuparán de tu familia si aceptas, y sabes que morirás de todas formas si te niegas, eres capaz de hacer algo asi”.  Otros recuerdan que según la prensa internacional, en uno de los casos se encontraba al conductor suicida atado al volante...

Pero ¿a quién le beneficia la muerte de los civiles, la delincuencia rampante, las divisiones y odios entre grupos religiosos, la confusión, el miedo? Amin Y. no tiene la respuesta. Sólo repite una vez mas: "No sabemos nada. Esta guerra se ha quedado sin testigos".

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