Unas elecciones imborrables
Durante los días previos al 12 de junio, sobre todo a partir del día 2, cuando se iniciaron los debates televisados entre los candidatos, se han visto y oído cosas impensables hasta hace un mes atrás. Las acusaciones directas entre los candidatos y los cuestionamientos hacia personajes claves de la élite política sorprendieron a todos los iraníes, que pensaban que esto no sería más que un intercambio cordial entre personas coinciden en muchos de los aspectos fundamentales de la república.
La movilización popular a favor de ambos candidatos fui inédita, y garantizó que la participación fuera record en las elecciones iraníes, más del 85% de ciudadanos mayores de 18 años emitieron su voto, de acuerdo a los datos oficiales del Ministerio del Interior.
La jornada electoral se desarrolló con normalidad, siendo un ejemplo de comportamiento participativo y de voto responsable de una población que deseaba fervientemente expresar su opinión. Sin embargo, las medidas previstas de mejora en los mecanismos que garantizaran la limpieza y transparencia de los resultados no habrían sido en principio aplicados en esta elección, a pesar de estar aprobadas por el Consejo de Guardianes.
El recuento electrónico de votos resultaba imposible técnicamente con el tipo de papeleta electoral. No había elementos legibles, ya que había que escribir de puño y letra el nombre del candidato, es decir, los votos debían ser leídos individualmente por los funcionarios electorales. A pesar de eso, los datos ofrecidos por el Ministerio del Interior fueron publicados con mucha rapidez, en comparación con otras elecciones presidenciales.
A las 11 de la noche, una hora después del cierre de las mesas de votación, se daban a conocer los datos del 20% de las mesas escrutadas. La totalidad de los datos fueron publicados a la mañana siguiente, dando una abrumadora mayoría del 62% al actual presidente Mahmud Ahmadineyad, quien fue proclamado vencedor por el Líder Ali Jamenei. Es la primera vez que los resultados electorales se impugnan ante el Consejo de Guardianes
Lo que sucedió tras los resultados también fue inédito en la historia electoral iraní. Si bien en otras ocasiones ha habido denuncias de irregularidades y críticas a la falta de transparencia en la publicación de los resultados, esta es la primera vez que ninguno de los candidatos perdedores reconocen los resultados, y la primera vez que se impugna oficialmente los resultados ante el Consejo de Guardianes.
Mir Hussein Musavi, quien se ha comunicado solamente a través de sus páginas de internet y no ha hecho hasta hoy ninguna aparición pública, ha formalmente solicitado al poderoso órgano supervisor electoral que se anulen los comicios. El Consejo de Guardianes habría recibido la solicitud, dando diez días para la contestación, lo que no significa que considere válida la protesta, sino simplemente que la tendrá en cuenta.
Movilización poco común
La movilización que principalmente se ha llevado a cabo en la ciudad de Teherán, también ha sido algo poco común, lo que plantea dudas sobre los próximos pasos de las autoridades ante el desafío que representa que personajes con la legitimidad revolucionaria que poseen tanto Musavi como Karrubi y Rezai sean respaldados popularmente en su denuncia de los resultados oficiales. También habrían expresado su desaprobación los grandes ayatolas Sanei y Musavi Ardebili, lo que implica que también parte de la élite religiosa estaría apoyando esta crítica a los resultados.
Sin embargo, hay que destacar que las críticas son solamente en relación a los resultados y no respecto al funcionamiento del sistema o la legitimidad de las instituciones republicanas. Parte de la élite religiosa parece apoyar las críticas a los resultados electorales
Aun es muy pronto para evaluar las consecuencias políticas de estas elecciones, sea cual sea la decisión final del Consejo de Guardianes. Sin embargo, se han hecho evidentes muchas diferencias sociales que perduran en la sociedad iraní, con elementos tradicionales y modernos, religiosos y liberales, urbanos y rurales. Durante la campaña, los comicios y las protestas posteriores, se han mostrado estas diferencias, que ya existían en períodos anteriores de la historia de Irán, y que han generado numerosos acontecimientos políticos a lo largo de todo el siglo XX.
Pero lo que también ha quedado demostrado –y esto es lo más importante para el futuro del sistema político de la república islámica– son las diferencias insalvables entre los miembros de la élite política iraní, la misma que creó la república, y que se disputa el control de las instituciones desde la desaparición de Jomeini en 1989. De estas elecciones saldrá reforzado unas de las tendencias del sistema. Si no hay cambios, esa tendencia será la “principalista” que encabeza Mahmud Ahmadineyad, en principio con respaldo del líder Jamenei, dejando prácticamente defenestrado al hombre fuerte de Irán, Hashemi Rafsanyani.