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Martinez
Francisco Martínez
[Sujumi · Feb 2010]
Cáucaso  entrevista Maxim Gundjia | Responsable de Exteriores de Abjasia «Las fronteras no son para siempre»

Maxim Gundjia Gundjia, recién nombrado ministro de Exteriores de Abjasia, país reconocido por sólo cuatro Estados, explica sus esfuerzos por conseguir, al menos, relaciones económicas con otras naciones.

Recién llegado de América Latina, donde espera conseguir el reconocimiento de Argentina, Ecuador y Cuba, el nuevo ministro de Exteriores de Abjasia, Maxim Gundjia, hace más kilómetros a la semana que un revisor de trenes de larga distancia. La meta lo vale: el reconocimiento de su pequeño país, autoproclamado república en 1992, por la comunidad internacional, que hasta ahora lo considera una territorio secesionista de Georgia.

“Nosotros buscamos el reconocimiento en cualquier país del mundo que tenga una actitud positiva con Abjasia. En el caso de Bielorrusia o Ucrania depende de que se dé un contexto más favorable en la región, pero hay otros muchos países preparados para reconocernos que no lo harán hasta que Abjasia entre en la agenda política internacional”, explica Gundjia en su antiguo despacho de viceministro de Exteriores, cargo que ocupó desde 2004 hasta finales de febrero de 2010.

“Aun así, aunque no nos reconozcan, lo importante para nosotros es establecer lazos económicos. Para Abjasia el reconocimiento económico tiene la misma validez que el político”, opina Gundjia. Nacido en la capital abjasia Sujumi en 1976 y con estudios realizados en Ucrania y en Harvard (Estados Unidos), el joven político trabaja desde 1999 en departamento de relaciones exteriores de su país.

Por ahora sólo cuatro países reconocen al enclave caucásico: Rusia, Venezuela, Nicaragua y Nauru. El periódico ruso Kommersant ha especulado recientemente con un posible reconocimiento de Cuba a cambio de ayuda económica rusa.

Moscú y Sujumi acaban de firmar un acuerdo de cooperación militar por el que Rusia establecerá una base en Abjasia con 1.700 soldados. Un acuerdo válido para los próximos 49 años. Además Moscú donará casi 200 millones de euros a Abjasia “para que sea autónomo”. «No esperamos ningún acercamiento con el actual gobierno de Georgia»

Gundjia, de 33 años, era la mano derecha antiguo jefe de la diplomacia abjaza, el histórico Sergei Shamba, ascendido a primer ministro de Abjasia a mediados de febrero. Dos semanas más tarde, Gundjia se hizo cargo de la cartera de Exteriores. “Tenemos que esperar el buen momento para ser reconocidos. Pero si tenemos en cuenta el derecho internacional, tampoco importa si nos reconocen dos, tres o cincuenta y cuatro países, lo importante es que ya hemos sido reconocidos”, sostiene.

“Hay muchos países en el mundo que no son plenamente reconocidos, como Israel, Somalilandia o Taiwán, por ejemplo. Desafortunadamente, unos pocos países deciden la política internacional; nuestra diferencia con Kosovo es que a ellos les apoyan en Occidente”, asegura Gundjia. Desde el punto de vista de la legalidad internacional no hay distinción alguna, opina.

“La actitud de muchos países jóvenes de Europa hacia Abjasia está determinada por nuestras buenas relaciones con Rusia, pero no vamos a cambiar nuestra cooperación con Rusia por tener mejores relaciones con Europa. Maxim GundjiaSi Europa no nos reconoce es un problema de Europa, no de Abjasia. ¿Cómo va a aplicar Europa una política de vecindad correcta si no reconoce los factores reales?”, manifiesta el nuevo ministro abjazo, quien visitó Roma hace un mes y viajará a Turquía en las próximas semanas.

“Abjasia no quiere participar en ningún juego geoestratégico. Los acuerdos o desacuerdos entre las superpotencias no afectan a nuestro compromiso con la independencia. Aunque me gustaría tener una política más constructiva de Estados Unidos hacia Abjasia”, opina Gundjia.

Critica a Georgia, que lleva años desarrollando un firme proceso de adhesión a la OTAN: “Algunos países piensan que por atacar a Rusia van a ser más europeos, cuando para ser europeo hay que desarrollar los valores europeos en tu país”. Aventura que "muchas potencias occidentales" estarían felices si Sujumi adoptara una actitud de confrontación con Rusia, pero no ve motivo para adoptar esa postura: “Tenemos relaciones con Rusia desde hace doscientos años, no vamos a fingir ahora no tenerlas”, resume.

Abjasia ha solicitado formalmente entrar en la Unión Aduanera que Rusia prepara con Bielorrusia y Kazajistán aunque para eso debería estar reconocida previamente por estos países. “La estabilidad es el factor principal para el desarrollo de Abjasia y mejorar el nivel de vida de su población. Debemos mirar adelante, no al pasado”, asegura.

Gundjia acaba cargando contra Mijail Saakashvili, el presidente georgiano: “No esperamos ningún acercamiento con el actual gobierno de Georgia. Al contrario, cada día estamos más lejos. Georgia propone unas ideas a nivel internacional que luego no pone en práctica. Juegan a una resolución pacífica del conflicto, pero no adoptan ninguna medida concreta. Sólo el embargo económico”. Concluye que lo más importante respecto a las negociaciones con Tiflis es asegurarse de que no vuelva a haber guerra.

El último enfrentamiento data de verano de 2008, cuando Abjazia aprovechó la guerra —perdida— de Georgia con otra república autónoma secesionista, Osetia del Sur, para recuperar el control del valle de Kodori en el noreste de la región. Gundjia no considera renegociar el trazado de la frontera que separa los territorios bajo control de Sujumi y de Tiflis y que, ahora sí, corresponde al límite de la antigua república autónoma abjasia dentro de la república soviética de Georgia, pero que tampoco sigue estrictos criterios de reparto étnico en este mosaico de lenguas y creencias. En todo caso, abandonar la pretensión de soberanía está fuera de todo debate: “Las fronteras no son para siempre, sino un proceso histórico”, afirma.

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