La OTAN, en busca de nuevos aliados
Cómo enderezar la compleja situación en Afganistán y sentar las bases para una futura expansión hacia el Cáucaso y Asia Central son los principales asuntos que se van a discutir en la Cumbre de la OTAN que tendrá lugar del 2 al 4 de abril en Bucarest (Rumanía).
Para la primera de estas cuestiones, la Alianza va a tener que jugar con los intereses y prioridades de los países implicados en la misión, si quiere llegar a un acuerdo que facilite una solución al conflicto, hoy en día estancado y, según varios analistas, con el éxito cada vez más lejano. Para la segunda, el juego diplomático apunta también al histórico ex enemigo de la OTAN, Rusia, que, a pesar de su papel actual como aliado para la paz, no ve con buenos ojos el que la organización transatlántica llegue hasta el límite de sus fronteras.
Con ambos objetivos en primera línea de la agenda de la cumbre, cabe plantearse cuál es el papel en el mundo actual de una organización nacida hace 59 años para contrarrestar la influencia comunista en Europa, principalmente, pero también en el resto del planeta.
Una conclusión asoma a simple vista: con los restos del naufragio de la URSS agarrándose al salvavidas de la Alianza y con la guerra no contra un país, sino contra una organización terrorista asentada en una región convulsa, como principal conflicto —junto al de Kosovo— en que las tropas multinacionales están implicadas, la OTAN se revela como el brazo armado —dotado de ‘legalidad’ internacional— de la ‘guerra contra el terrorismo’ promovida por George W. Bush tras el 11-S.
La amenaza del sur
En este sentido, “sería importante que la OTAN no se concentrase sólo en el Este, en ampliar las alianzas; también tiene que mirar al Sur y prestar más atención a programas como el Diálogo Mediterráneo”, explica a La Clave Jos Boonstra, experto en OTAN de la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE). La Alianza “necesita adaptarse a la situación actual. La mayor amenaza no viene del Este, sino del Sur”, expone en referencia al terrorismo internacional, identificado por este analista como el principal enemigo al que la OTAN tiene que hacer frente. Ucrania y Georgia pueden iniciar pronto el proceso de adhesión a la OTAN
Tres países optan a entrar en la organización durante la Cumbre de Bucarest: Croacia, Macedonia y Albania. Aunque hasta hace menos de un año el ingreso de los tres se daba por hecho, la amenaza de Grecia de vetar a Macedonia si insiste en mantener este nombre —coincidente con el de la región griega con la que tiene frontera, lo que hace temer al Gobierno heleno reclamaciones posteriores para una reunificación de toda la zona— podría perjudicar además a Albania, puesto que la OTAN “tiene la intención de aceptar a Macedonia y Albania a la vez”, según Boonstra.
Si la situación no se arregla, sólo Croacia entrará en la OTAN, aunque también se podrían sentar las bases para las futuras incorporaciones de Georgia y Ucrania, una de las prioridades de EE UU para conseguir la estabilidad en la zona del Mar Negro y, de paso, cerrar prácticamente el círculo alrededor de éste. Estratégicamente, serviría además para colocar una pieza —Georgia— entre Irán y Rusia, en medio del Cáucaso, lo que algunos analistas consideran como primer paso para controlar la zona caucásica y de Asia Central, donde están el 15% de las reservas conocidas de petróleo y el 50% de las de gas natural, además de codiciados minerales como el uranio. Una alianza entre China, Rusia e Irán facilitaría a estos países el control de tan preciados recursos.
Aliados inestables
Esta estrategia para extender las redes de la Alianza hasta la frontera rusa tiene, en cualquier caso, pocas posibilidades de convertirse en realidad en breve. “En Ucrania, el apoyo popular al ingreso en la OTAN es muy bajo, así que, ¿por qué va a solicitar el ingreso el Gobierno cuando no tiene el apoyo de la gente?”, cuenta Jos Boonstra.
En Georgia sí están a favor, pero el país no es políticamente estable, con reivindicaciones independentistas de las autonomías de Abzajia y Osetia del Sur, que Rusia está aprovechando para presionar al Gobierno georgiano: si continúan con el proceso de integración en la OTAN —sólo falta el último paso, el Plan de Acción para la Adhesión, inicialmente previsto para esta Cumbre—, apoyarán las reivindicaciones de ambas regiones autónomas. Ante este panorama, Boonstra se pregunta: “¿Va a ofrecer la OTAN garantías totales de seguridad a Georgia, cuando el país está en una situación de inestabilidad creciente?”
Sobre este asunto hay divergencia de opiniones dentro de la OTAN. Un primer grupo, encabezado por Francia y Alemania, opina que no es adecuado ofrecer el Plan de Acción de Adhesión a Georgia y Ucrania, para no enturbiar las relaciones con Rusia. Un segundo grupo de países, entre los que están Noruega y Holanda, argumenta que no se han hecho las reformas democráticas necesarias para iniciar el proceso.
Un tercer grupo sí está a favor de agilizar el ingreso de ambos países. Su promotor es EE UU, “que probablemente piensa más en motivos estratégicos”, deduce Boonstra. Para ello, cuenta con el apoyo de los miembros más recientes de la Alianza, como los países bálticos y Polonia.
Más compleja se presenta la expansión por el resto del Cáucaso. Azerbayán y Armenia ya cuentan con sendos Planes de Acción Individual de Asociación, una especie de categoría ‘vip’ dentro de los países asociados pero no miembros. En la práctica este tipo de alianza incluye asesoramiento y apoyo en cuestiones de seguridad, defensa, medio ambiente, ciencia y recursos. Armenia está asociada a la OTAN pero no pretende convertirse en miembro, a diferencia de Georgia Además de estos dos países y Georgia, también forman parte de esta iniciativa Bosnia-Herzegovina, Moldavia y Kazajistán. Pero no todos ellos pretenden el ingreso total en la OTAN.
Armenia, miembro de la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva liderada por Rusia, considera ideal su situación actual. “No creemos que sea necesario que Armenia se integre en la OTAN para nuestra política de seguridad”, expone a La Clave Samvuel Mkrtchian, embajador de la Misión de Armenia en la OTAN, que destaca la transformación de la Alianza en una “organización más multifacética, con un papel cada vez más dedicado a preservar la estabilidad en el mundo”.
Esta estabilidad, sin embargo, le está costando conseguirla en Afganistán. En Bucarest se buscarán soluciones a los problemas que están haciendo interminable la misión de la OTAN contra los talibanes. Los países con tropas en la zona sur, donde se libran combates a diario, exigen un mayor compromiso del resto de aliados y que envíen más tropas o las desplacen desde el ‘apacible’ norte. Pero éstos se niegan, ejerciendo su derecho a poner ‘condiciones especiales’ a su participación.
Las ‘condiciones especiales’ y la capacidad de decidir sobre el desarrollo de una misión podrían modificarse en la Cumbre, para otorgar voto de calidad a los países que participan con soldados en zonas consideradas de alto riesgo —de momento, las normas de la OTAN otorgan idéntica capacidad de decisión a todos sus miembros, participen o no en una operación—.
Otro motivo por el que se solicita esta mayor capacidad de decisión es que los países de la Alianza involucrados en una misión corren con los gastos de ésta relativos a sus propias tropas. Según cuenta James Dobbins, director del Centro sobre Seguridad Internacional y Política de Defensa de la Corporación RAND en el informe ‘El papel de la OTAN en los procesos de reconstrucción nacional’, publicado por la Alianza, “las fuerzas de la OTAN están mucho mejor equipadas que la mayoría de las que toman parte en operaciones de la ONU, lo que también provoca que sean más caras”. Así, se trataría de facilitar que quienes se arriesgan y ponen el dinero tengan la última palabra.
¿Un comandante francés?
Otro asunto que puede contribuir a modificar la situación afgana es la posible reincorporación de Francia a la Estructura Militar de la OTAN, que abandonó en 1966. Es la intención de Nicolas Sarkozy. “EE UU está deseando que Francia vuelva a la Estructura Militar, y espera que diga que sí al final, pero sabe que para ello tendrá que dar algo a cambio”, comenta Jos Boonstra. París podría estar jugando con la idea de solicitar que el SACEUR —comandante en jefe de las tropas de EE UU en Europa y máximo responsable de las operaciones militares de la OTAN— sea francés, en lugar de estadounidense, como ha sido históricamente. Francia está deseando volver a la estructura militar de la OTAN, que abandonó en 1966
Si Francia acepta la oferta norteamericana, se sentarían las bases para una modificación de las relaciones entre la OTAN y la Unión Europea sobre Política Europea de Seguridad y Defensa encaminada a fortalecer a ésta. Francia quiere “fomentar el papel militar de la UE”, explica Boonstra, y su regreso a la Estructura Militar podría provocar un efecto de arrastre entre los miembros europeos de la OTAN, que se alinearían con la tesis de París.
Dos asuntos polémicos que muy probablemente saldrán a relucir en la Cumbre de Bucarest son el de llegar a un acuerdo para realizar ataques nucleares preventivos cuando sea necesario y el de desmarcarse de la aprobación previa del Consejo de Seguridad de la ONU para poder iniciar una misión. Sobre el primero es difícil que se llegue a un consenso. El segundo va camino de salir adelante, como medio de facilitar una respuesta inmediata a situaciones de crisis..