Los estudiantes dividen Grecia
La reforma universitaria lanzada por el gobierno es contestada por la mayoría de las organizaciones de estudiantes. La toma de universidades, huelgas de solidaridad y debates políticos convulsionan Grecia.
Batallas campales, nubes de gases lacrimógenos, coches incendiados y cargas policiales con numerosos heridos han convertido al pasado mes de junio en uno de los más calientes en mucho tiempo en Grecia. La manzana de la discordia: una reforma universitaria propuesta por el Gobierno conservador e inicialmente apoyada por la oposición socialista.
El debate llegó a las calles en forma de ocupación de las universidades —ya a mitades de junio, unas 390 facultades de las 457 existentes en todo el país estaban en huelga—, la interrupción de las clases y protestas, que algunos grupos convirtieron en violentas.
Los estudiantes pronto consiguieron poner el marcador en equilibrio: no sólo recibieron el apoyo de los partidos de la izquierda, también el PASOK, la formación socialista que tiene el 40% de los escaños en el Parlamento, recapacitó y apoya ahora a los universitarios.
La Unión de Funcionarios declaró una huelga de 24 horas en solidaridad con los estudiantes. Y un paro de tres horas convocado por el mayor sindicato griego —que representa a dos millones de trabajadores— supuso otro poderoso gesto. El Gobierno se quedó prácticamente solo frente a las reivindicaciones que pedían abortar la propuesta de ley.
En un punto coinciden Gobierno, oposición y asociaciones de estudiantes: la Educación superior de Grecia necesita reformas urgentes. "Las universidades no están bien gestionadas, a menudo estamos 200 alumnos en un aula, no podemos acceder a los libros de texto hasta un mes o incluso una semana antes del examen...", se queja Diamantis Koumarias, estudiante de Derecho en Salónica. La Constitución griega garantiza la educación gratuita a todos los niveles y prohíbe crear universidades privadas
Pero si el diagnóstico es unánime, el remedio divide a Grecia. Por un lado, el Gobierno propone "ampliar la oferta educativa" abriendo espacio a universidades "no públicas" (evita la palabra "privadas"), algo prohibido por la Constitución, según Koumarias. De hecho, el artículo 16 de la Carta Magna griega establece de forma meridiana que "la creación de establecimentos educativos de nivel universitario por parte de personas privadas está prohibida" y que "los profesores de nivel universitario serán funcionarios públicos", aparte de garantizar una "educación gratuita a todos los niveles". Abrir centros privados, teme Koumarias, sería una forma de "echar a los estudiantes de la universidad".
La cumbre de ministros de Educación de la Organización por la Cooperación y el Desarrollo (OCDE), celebrada el 27 de junio pasado en Lagonissa, al sur de Atenas, virtió petróleo al fuego. El recién nombrado secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, declaró que "la contribución de los estudiantes al gasto de la educación superior puede ser una medida eficaz para incrementar los recursos". Tocó un tabú: el temor a que la carrera universitaria deje de ser gratuita en Grecia.
Este mismo día, más de 10.000 estudiantes marcharon hacia el Ministerio para pedir la retirada de la reforma. La presencia de grupos marxistas y anarquistas —a los que se han atribuido los mayores destrozos— integraba las protestas en el marco general de la lucha contra el neoliberalismo y la privatización, líneas que marcan la economía de algunos de los países más poderosos integrados en la OCDE.
Las vacaciones veraniegas del Parlamento relajan, de momento, el nivel político de la guerra desencadenada.En el hemiciclo, Nea Dimokratia, el partido conservador griego afiliado al Partido Popular Europeo, cuenta con mayoría absoluta: desde que ganó las elecciones de junio de 2004 copa 165 de los 300 escaños. Enfrente se sitúan el PASOK, con 117 diputados, el Partido Comunista, con 12, e Izquierda Radical, con seis.
La posible apertura de centros privados no es la única medida polémica. El Consejo Nacional de Educación cifra en 150.000 el número de estudiantes que sobrepasan "con mucho" los cuatro o cinco años habituales para terminar una carrera y quiere poner un límite al tiempo que se puede estar matriculado sin acabar los estudios, actualmente indefinido. Con la reforma, una carrera que normalmente dura cuatro años debería terminarse en un máximo de seis.
"No se puede dejar que haya personas que sean estudiantes toda la vida, porque ocupan las aulas y no hay sitio para los que quieran entrar", opina Manolis Mavrommatis, eurodiputado de Nea Dimokratia y vicepresidente de la Comisión de Educación y Cultura en el Parlamento Europeo.
Diamantis Koumarias rechaza esta visión. "Los estudiantes 'eternos' no son un problema real. Ellos van poco a clase, no tienen bonos de comida, realmente no cuestan nada a la Universidad. Parece que el Gobierno les da tanta importancia para hacer la reforma más atractiva al público. Es mejor darles mayor autonomía a las Facultades para que cada una pueda establecer un límite adecuado. La media para terminar la carrera de Química, por ejemplo, que dura 4 años, está en 6,6 años. Si lo limitan a 6, mucha gente no aprobaría".
Trabajos 'forzados'
Entre las causas, los estudiantes citan la necesidad de trabajar al margen de las clases, lo que les impide dedicarse plenamente a los estudios. La contraoferta del Gobierno de proporcionarles empleos en la cafetería o la biblioteca es denunciada por algunos como "trabajos forzados".
El pequeño Estado mediterráneo, con una población de 10 millones de personas, es el cuarto país del mundo en cifras absolutas de 'exportación de estudiantes' y el primero en proporción. Unos 60.000 griegos están matriculados en el extranjero, 30.000 de ellos en Inglaterra y Estados Unidos. Mavrommatis relaciona la masificación en las aulas con la masiva 'fuga de alumnos' que vive Grecia: "Se van porque no tienen sitio o la familia les paga los estudios fuera para que no pierdan el tiempo en una carrera sin límite", opina el eurodiputado.
Eso sí, "la Universidad griega tiene mucha calidad, es muy respetada", afirma. Algo que no suscribirían todos los expertos: el semanario Athens News, ferviente defensor de la reforma, denuncia que se suele utilizar un único libro de texto para cada asignatura, a menudo escrito por el propio profesor. La propuesta del Gobierno plantea acabar con este sistema e instaurar una lista nacional de libros consensuada. Grecia es el país europeo que menos invierte en Educación y el que más estudiantes 'exporta'
Los estudiantes temen que este sistema acabe apuntándoles al bolsillo, algo desmentido por el Ministerio. "Ahora no pagamos ni queremos pagar", afirma Koumarias. "Necesitamos fondos para más libros, y maneras más fáciles de acceder a ellos. Pero la reforma es muy poco específica en este punto, no aclara qué pasará". Explica que el Estado "sólo dedica un 3,5% de su presupuesto anual a la Educación; pedimos que este porcentaje aumente hasta el 5%". De hecho, Grecia es uno de los países europeos con menor inversión en la Enseñanza. Sólo gasta 3.700 euros anuales por estudiante, frente a los más de 6.000 de España o los 5.800 de Portugal.
Los profesores se han adherido mayoritariamente a la protesta. "Les viene bien, porque muchos tienen trabajos secundarios en academias privadas", insinúa Manolis Mavrommatis.
Aunque el verano ofrecerá un receso a ambos bandos, la lucha puede retomarse en otoño. Los estudiantes y sus aliados intentarán evitar que la ley llegue en su actual forma al Parlamento, donde podría ser aprobada por la mayoría del Gobierno. "La próxima cita es la Exposición Internacional de Salónica en septiembre. Nos manifestaremos para pedir un diálogo que parta de cero", afirma Koumarias.
El Gobierno, por su parte, denuncia que son el PASOK y los representantes estudiantiles quienes se salieron de las reuniones para negociar el proyecto de ley. "Porque era un monólogo: las cosas estaban decididas de antemano", denuncia Koumarias. Mavrommatis, de todas formas, cree que "en otoño se aprobará esta ley o alguna muy similar, con algunos parámetros cambiados".
Se intuye cierta flexibilidad en el Gobierno, que tiene, según los sondeos, a la opinión pública en contra. Eso sí, hay quien teme que los partidos de izquierda puedan intentar prolongar la confrontación hasta las elecciones municipales de octubre para asestarle al partido conservador un golpe en las urnas.
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