La crisis pacificadora
La visita del primer ministro turco, Recep Tayyip Erdogan, a Atenas, el 14 de mayo, fue de todo menos tranquila. A las pocas horas de aterrizar el avión de Erdogan, una bomba hacía explosión en un juzgado de Tesalónica, sin causar heridos, aunque la policía sospecha que el atentado fue obra de un grupo anarquista y no tenía relación con la visita diplomática. La noche anterior, otro artefacto explotaba junto a una de las principales cárceles de Atenas, provocando heridas leves en las piernas a una vecina.
Este viaje de dos días de Erdogan y su reunión con su homólogo griego, Georgios Papandreou, es la primera visita oficial del primer ministro turco desde 2004. Erdogan llegó con una decena de ministros que se reunieron con sus homólogos griegos, inaugurando el Consejo de Cooperación Greco-Turco a Alto Nivel. Esta entidad tiene la intención de reunirse cada pocos meses y su primer día de vida fue todo un éxito, dado que se cerraron más de veinte acuerdos en materias como inmigración, cooperación bancaria y económica, transporte o energía.
Erdogan vino acompañado de casi un centenar de hombres de negocios, entre ellos jefes de grandes corporaciones energéticas turcas.. Según opinó poco antes de la visita Selim Egeli, jefe del Consejo Greco-Turco de Negocios, la crisis ofrecía una gran oportunidad a las empresas turcas de invertir en el país vecino, ayudándo así a la recuperación económica. Hasta ahora han sido sobre todo las compañía helenas quienes invertían en Asia Menor ―Grecia el es séptimo inversor en Turquía― pero esta tendencia podría revertirse ahora y el comercio entre los dos países vecinos podría subir rápidamente de tres a cuatro mil millones de dólares, declaró Egeli al diario turco Hürriyet.
Pero no todos estaban satisfechos en Grecia. "¡Erdogán, fascista!", se oía en la plaza Klavmonus, donde por la tarde unos pocos centenares de personas se reunieron para protestar contra la visita. No faltaron banderas griegas, chipriotas, armenias e incluso kurdas, algunas, con la cara de Abdullah Öçalan, el encarcelado líder del PKK.
Aunque muchos griegos han celebrado el gesto de acercamiento diplomático, no faltan quienes ven en ello un intento de aprovecharse de la situación de Grecia, un país que sigue sumido en el caos económico. Numerosas compañías turcas ya han mostrado interés en hacerse con acciones de bolsa de compañías griegas dentro del programa de privatizaciones que el gobierno heleno planea lanzar el año que viene, en el marco de las medidas de ajuste económico aprobadas las pasadas semanas. Además, hay quien teme que Turquía utilice su influencia para conseguir concesiones económicas e incluso territoriales.
Amenaza turca histórica
“Vivimos con la amenaza turca desde hace mil años, desde la batalla de Manzikert, en el año 1071”, asegura Giorgos Karampelias, pensador político griego y un férreo crítico de la nueva política exterior turca. “El llamado nuevo otomanismo es una política que quiere reconstruir el espacio turco en la región, llenar el vacío dejado por la desaparición de la URSS y la destrucción de Yugoslavia y de Irak. Y ahora Grecia se encuentra en una posición pésima para confrontar este expansionismo”.
"Por supuesto, en la relación greco-turca quedan remanentes del siglo pasado, como Chipre, o el asunto de las fronteras comunes, pero pueden ser resueltos fácilmente. Creo que la visita de Erdogán es una iniciativa del siglo XXI", comenta Giorgos Glynos, analista de la Fundación Helénica de Política Exterior.
Una de las propuestas más importantes enarboladas por el jefe del Gobierno turco es una desmilitarización parcial de ambos países, cuyos ejércitos han considerado tradicionalmente al otro como un enemigo. El día anterior, en una entrevista en un diario turco, Papandreou declaraba que "es momento de invertir en la paz, no en armas".
"Espero que lo logren. En una situación de tensión militar, de vez en cuando hay accidentes, como en el pasado, que pueden conducirnos a una guerra", asegura Glynos. Otros, como Karampelias, se muestran en contra de la propuesta: “Es una mascarada”, dice. “Turquía es el segundo Ejército de la OTAN, tiene unos 600.000 soldados, 50.000 solamente ocupando Chipre. Si quitamos cien mil soldados, todavía le quedan medio millón. Si la desmilitarización se hace igual en ambos países, nos dejará a merced de Turquía”.
Sin embargo, el viceministro de Defensa griego ya había hecho saber que consideraba que "el recorte en armamento es la finalización de un camino largo y complejo, no el principio", alegando que la postura turca es incoherente al llamar al desarme mientras mantiene sus reivindicaciones territoriales sobre las islas del Egeo. Como dándole la razón, fuentes militares griegas aseguraron que ese mismo día seis cazas turcos violaron el espacio aéreo de Grecia, sobrevolando las islas de Limnos y Lesbos mientras tenían lugar las reuniones.
Algunos analistas dudan de que el propio AKP, el partido de Erdogán, esté en condiciones de imponer dicha reducción del gasto militar en su propio país, dada la resistencia del Ejército. Pero el propio jefe del estado mayor turco, Ilker Basbug, ha salido en ayuda del primer ministro, declarando que ha propuesto a su homólogo griego el cese de vuelos armados en el mar Egeo, en la zona que Turquía reivindica. “Lo hice en un encuentro de la OTAN”, ha comentado Basbug, sin especificar la fecha, asegurando que Turquía estaría dispuesta a que sus cazas volasen sin armamento militar si Grecia se compromete a hacer lo mismo. “Podemos disminuir los riesgos si ambos volamos desarmados”, ha dicho.
Turquía dedica el 1,5% de su PIB a gasto militar, mientras que Grecia invierte en este sector el 3,8%, siendo el país de la UE que más recursos destina a defensa. En la última década Atenas ha dedicado más de 50.000 millones de euros a sus fuerzas armadas. Con apenas 10,5 millones de habitantes Grecia es el quinto importador de armamento del mundo. Así, la malograda economía griega se beneficiaría enormemente del acuerdo de reducción militar bilateral.
Pero con acuerdo o sin él, Papandreou ya ha declarado su intención de ahorrar 547 millones de euros en defensa este año. Los nacionalistas, como Karampelias, han puesto el grito en el cielo: “Eso es lo último que debe hacer un país que quiere seguir siendo independiente”, asegura.
Leer más:
Del kemalismo al nuevo otomanismo. Columna de Adrián Mac Liman [May 2010]