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Las lenguas bereberes dominaba hasta la introducción del árabe la mayor parte de África del Norte. Hoy se conservan sobre todo en Marruecos y Argelia, donde se concentra el grueso de los hablantes; unas 20 millones de personas.

Además hay poblaciones menores —en conjunto, poco más de un millón— en Túnez, Libia, Egipto, Mali, Níger, Mauritania y Burkina Faso.

Las lenguas bereberes forman el tronco camita, llamado así en analogía al semita, con el que tiene una lejana relación. Hoy a menudo, ambos troncos se agrupan como "lenguas afroasiáticas".

Pese a estar difundidas en un área inmensa, donde muchas poblaciones no tienen desde hace siglos contacto directo, todas las hablas bereberes son muy cercanas. Incluso se pueden definir como un sólo idioma: pese a las diferencias de pronunciación y algunos cambios de vocabulario, los bereberes de todas partes pueden comunicarse de forma rudimentaria.

Habitualmente se distinguen dos ramas mayores: el tamazigh, hablado por la inmensa mayoría de la población bereber, y el tamasheq, la lengua de los tuareg. Algunos hablantes del tamazigh, sin embargo, aseguran que el tamasheq es perfectamente inteligible para ellos e incluso más cercano que los dialectos de la costa mediterránea.

Además hay dos ramas aisladas: la oriental, relativamente cercana al tamazigh, que se habla en el oasis egipcio de Siwa y probablemente dos minúsculos núcleos en Libia, y la zenaga, considerablemente más alejada, que sólo se conserva en una comunidad en el sur de Mauritania. No es seguro, pero probable, que el extinto guanche de las Islas Canarias formara parte del tronco bereber.

Aunque la clasificación de las hablas bereberes es objeto de controversia, y nos inclinamos a considerar el tamazigh como un idioma único, otorgamos al cabilio o taqbailit un espacio propio, por su marcado contexto político y social.

Las lenguas bereberes se diferencian de las semitas en que otorgan una mayor importancia a las vocales, parte fundamental de las palabras. Otro rasgo común a todas las lenguas bereberes es la formación del femenino —que sirve también de diminutivo o de forma derivada— de cualquier nombre: se añade una T al principio y otra al final de la palabra. Amuch (gato) se convierte así en tamucht (gata) y amazigh —término con el que definen los bereberes su propia etnia—- se transforma en tamazight para describir el idioma (en castellano omitimos la -t final para simplificar la ortografía).

Aunque hoy se conservan escasos ejemplos de piezas literarias bereberes de siglos anteriores —algunas baladas, una versión en tamazigh de la tora—, el bereber tuvo que ser antiguamente un importante idioma de comunicación en toda África del Norte. La existencia de poblaciones de Egipto a Argelia que hablan variantes bereberes muy similares pese a no tener contacto desde hace siglos hace pensar que el bereber pudo pasar por cierta fase de estandarización como idioma de comercio o administración, incluso por escrito, antes de ser desplazado por el árabe.