A Fadma le habría gustado. Fadma trabaja limpiando casas en Rabat, ella vive en Salé, al otro lado del río y en otro mundo; tiene un hermano islamista y algún día se ha llevado palos por trabajar fuera de casa. A Fadma le habría gustado Number One porque conoce demasiado bien este tipo de hombre rudo que empieza el día gritando a su mujer porque el café está frío, salpica de fango a los vendedores de periódicos cuando arranca el coche y ordena a las costureras de la fábrica que se tapen el cabello como chicas decentes.
Fadma habría reconocido de inmediato a su hermano, al jefe que tendría si trabajara en una fábrica, al marido que tendría si se hubiera casada. Quizás, entonces, también se le habría pasado por la cabeza el remedio expeditivo, aparentemente el único que puede convertir de la noche a la mañana a un machista irredento en un ser amable, atento y cariñoso: la magia negra...
Number One es una comedia popular —un telefilme, según juzgan algunos críticos marroquíes— que tiene un pie en el reino de la fábula y el otro en el del manifiesto político. Arranca con una referencia a la reforma de la mudáwana, el código civil marroquí que desde 2004 ha mejorado enormemente la situación legal de la mujer marroquí, aunque ni en la vida real ni en el filme se haga muy visible el efecto de la reforma.
Pero pese a sacrificar a ratos la finura artística por el discurso didáctico, el filme tiene sus grandes momentos. Queda grabada en la memoria como un relámpago de un mundo futuro —y tan posible, tan rotundamente posible— la imagen en que el hombre afectado por la pócima observa, incrédulo, el grupo de mujeres que charlan animadamente en la terraza de un café, leen la prensa, se hacen lustrar los zapatos, mientras que en el balcón de arriba, un hombre sacude alfombras y otro tiende la ropa... Cómo no aplaudir esta comedia popular con un pie en el reino de la fábula y el otro en el manifiesto político
Y cómo no compartir la ilusión rebelde de las cincuenta costureras cuando deciden plantarle cara al patrón y formar piquetes de huelga. Y como no aplaudir el desenlace, la repentina conciencia de que el hecho de detentar el poder no convierte al varón en ganador: en la guerra de sexos, ellos también pierden. Es, en el fondo, el mismo mensaje que transmite Los ojos secos de la cineasta marroquí Narjiss Nejjar, aunque Zakia Tahiri se queda a años luz de aquella obra de arte.
Pero a Fadma, estoy seguro, le habría gustado. Porque Number One muestra un Marruecos al revés, un Marruecos como podría, debería ser. ¿Hará falta, realmente, la magia negra para llegar ahí?
Zakia Tahiri (Lille, Francia, 1963) fue actriz y ayudante de producción desde joven; aunque residente en Francia ha participado en numerosas películas marroquíes, algunas dirigidas por Farida Belyazid. Desde 1993 trabaja con el cineasta argelino Ahmed Bouchaâla, que más tarde se convierte en su marido y, ahora, en productor de su primer largometraje en solitario, Number One.
Título:
Number One
Dirección:
Zakia Tahiri
Guión:
Zakia Tahiri
Reparto:
Aziz Saadallah, Nezha Rahil, Khadija Assad, Abderahim Bargache, Chantal Ladesou
Género:
Largometraje de ficción
Productor:
Ahmed Bouchaâla
Duración:
86 minutos
Estreno:
2008
País:
Marruecos
Idioma:
árabe magrebí
Título original:
Number One [El mejor]