Ruth Mata
[Bruselas · Sep 2009] Argelia entrevista Nadia Zouaoui | Periodista argelina «El algunos países islámicos, las mujeres no quieren reconocer su problema»
Cabilia, una región en la costa mediterránea de Argelia, es uno de los lugares donde más atentados hubo durante la guerra de independencia que acabó en 1962 y también de los que ha sufrido más matanzas en los últimos años. Sus relaciones no siempre han sido amistosas con sus vecinos árabes ni el régimen oficial argelino.
En esta zona montañosa y plagada de valles de difícil acceso, las mujeres siempre han ido a recoger el agua a la fuente. En la Cabilia, antaño, la calidad de una mujer se medía por el número de hijos que tenía, en especial los varones, y su manera de criarlos. Sin embargo, la mujer cabileña es conocida por su carácter fuerte y su falta de sumisión.
Hoy en día las cabileñas luchan sin descanso contra el código de la familia argelina que se inspira mayoritariamente en la sharia, la ley coránica. Se puede citar la asociación Tharwa n’Fatma n’Soumer, llamada así por una heroína de la resistencia contra el Mariscal Rondon en plena colonización en el siglo XIX; o Tighri n tmettut (Grito de mujeres).
Nadia Zouaoui puede considerarse una de estas cabileñas luchadoras, a pesar de que su vida haya tomado otro camino. Cuando tenía 19 años abandonó Algeria por Canadá. A donde viajó ya que sus padres le obligaron a casarse con un argelino residente en Montreal que le doblaba la edad. El hombre, del que está actualmente divorciada, la había elegido por una fotografía.
En 2005, Nadia recibió la Beca Norte-Sur de la Federación profesional de periodistas de Québec y ha realizado diversos reportajes sobre la situación de las mujeres en países islámicos como Marruecos. En el festival Millenium también ha presentado en la Sección Panorama, Le voyage de Nadia (El viaje de Nadia), que aún no ha llegado a España. Se trata de su primer film, realizado en 2007: un documental autobiográfico que relata la vuelta a su Cabilia natal tras 18 años viviendo en Canadá. Muchas mujeres cabileñas creen que Nadia transmite una visión excesivamente negativa de la cultura bereber argelina
Puede que Nadia haya olvidado sus raíces, puede que sus imágenes del país fueran un tanto distorsionadas (abandonó el país cuando tenía 19 años) y es de eso de lo que le acusan los detractores de su documental, mucho de ellos argelinos y argelinas de Cabilia: haber olvidado sus orígenes y ser insensible a los cambios que han ocurrido en esta región. Muchas mujeres de la Cabilia no se han sentido identificadas con su documental ni sus declaraciones. Además, en Argelia, el hecho de que Nadia esté divorciada también influye negativamente en su imagen pública.
Le voyage de Nadia viaja más allá de la simple mirada del turista hacia una tierra de sombras. El documental hurga en la compleja realidad de las mujeres retenidas en cautividad en sus propias casas desde la pubertad. En la sombría casa donde Nadia creció, su única imagen del mundo exterior era el trozo de cielo que veía en el pueblo. Estas costumbres, que los hombres no se sienten suficientemente fuertes para cambiar, acaba minando el alma de mujeres y niñas. Es, pues, en definitiva, una visión un tanto negativa de la Cabilia.
Esta mujer, inmigrante, periodista, madre y ahora, documentalista, participó como jurado internacional en el Festival Millenium, organizado por Naciones Unidas en Bruselas.«En Canadá no dejo de ser 'la argelina' y cuando vuelvo a Argelia soy 'la canadiense'»
Dieciocho años son muchos para una persona que emigró tan joven. Canadiense o argelina ¿qué te consideras?
Me considero ambos. Si bien es verdad que cuando estoy en Canadá no dejo de ser “la argelina” y cuando vuelvo a Argelia soy “la canadiense”.
Ésta es tu primera incursión en el mundo del cine, en especial del documental. ¿Crees que habrá otras?
Por supuesto, ahora mismo ya tengo en mente otra idea sobre una feminista árabe que es incluso más feminista que las feministas no musulmanas…
Como tu compatriota, la franco-argelina Yamina Benguigui, también directora de cine, ¿no has pensado en pasarte a la ficción?
Nunca. Llevando la casa y con mis hijos que sacar adelante…no, no podría dedicarme por completo a una ficción, en la que has de buscar ideas y mover el proyecto. Además yo provengo del campo del periodismo, y creo que es el documental el medio perfecto para contar la realidad. Quiero hacer filmes que provengan de la gente, que sea ella la que me inspire y me sirva para inspirar a otros. También he notado que en Europa, en mi opinión, se fomenta más el cine documental y menos comercial que en todo Norteamérica.
¿Se dan a conocer mejor esas realidades?.
Sí, por suerte sí. Los documentales sirven para dar a conocer realidades que tal vez no conoceríamos de otra manera. En Occidente se habla a menudo de la mujer y el islam, pero yo no he querido hablar de la mujer y el islam, sino de lo que ocurre en estos pueblos, mostrar lo que hay detrás, la cultura de esta sociedad. Yo quería explicarle al mundo la dificultad de salir de esta cultura.
Las mujeres que emigran a Europa desde países del Magreb viven supeditadas a sus maridos, que en muchos casos no les dejan ni salir de casa para comprar ¿Ocurre lo mismo en los países de dónde provienen?
Sí, pero no hay que pensar que es un caso aislado. En el mundo occidental también solía ser así hace unos años. Hasta hace poco, en el sur de Italia, e incluso en España, la sociedad patriarcal mediterránea no permitía a las mujeres hacer muchas cosas. Y no por que veamos a mujeres llevando hiyab tenemos que pensar que la mujer es cerrada o vive sumisamente.
La libertad de estas mujeres se puede medir por la manera en que son apreciadas por los demás. El problema es que en determinados países, las mujeres no quieren cambiar. Es como un alcohólico que no reconoce que tiene un problema. Al fin y al cabo, es un asunto de imagen combinado con un cierto orgullo: no se habla de eso, eres una buena chica si no hablas de tus problemas.
Pero habrá mujeres que querrán cambiar ¿No es cierto?
Sí, pero no sólo es la imagen lo que les preocupa, también el temor al fundamentalismo islámico que en los últimos años ha ganado mucho terreno. El hombre es el que interpreta las normas del Corán y demoniza todo lo relacionado con la liberalización de la mujer. ¡Como si todo estuviese relacionado con la liberación sexual!
En Marruecos, cuyas leyes sobre la familia son más permisivas que las argelinas, los grupos árabes feministas están obligados a vestir hiyab y ropas tradicionales cuando van por los pueblos. Antes no era así, podían vestir como quisieran, con vaqueros, por ejemplo, y nadie se metía con ellas. En Argelia, por otro lado, estos grupos están prácticamente prohibidos. «El hombre interpreta el Corán y demoniza todo lo relacionado con la liberalización de la mujer»
Para acabar, ¿se liberarán algún día las mujeres argelinas del yugo del patriarca?
En Argelia, las mujeres no tienen ningún derecho. Sin embargo, aunque parezca sorprendente, las universidades albergan más estudiantes féminas que hombres. También participan en la vida social del país. En Marruecos es a la inversa: es el único país musulmán con leyes inspiradas en la sharia en el que las mujeres tienen todos los derechos, pero el hecho de que una gran parte sean analfabetas hace que los desconozcan. Legalmente, las mujeres pueden divorciarse sin problemas, pero no es raro encontrar a una mujer viuda que va a pedir permiso al patriarca para casarse de nuevo. Y es que la tradición es más difícil de cambiar que la legislación.
En definitiva, creo que la crisis puede ser un buen momento para la mujer argelina: ha de salir a buscar trabajo, ya que con un sueldo en casa probablemente no sea suficiente.