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Ortiz
Beatriz Ortiz
[Bucarest · Feb 2006]
Rumanía  reportaje 

El reto de ser homosexual


Carteles anti homosexualesEl movimiento rumano de extrema derecha Noua Dreapta pide volver a ilegalizar la homosexualidad, permitida desde 2002

Una bandera de arcoiris de tres kilómetros y medio de largo. Ésta es la propuesta audaz de la asociación pro derechos humanos rumana ACCEPT para celebrar el próximo día del Orgullo Gay en Bucarest.

La tela hará visible la comunidad homosexual en este país europeo, donde aún hay una fuerte resistencia social a aceptar a gays y lesbianas: las relaciones entre personas del mismo sexo no se legalizaron hasta 2002, el primer desfile gay se celebró el año pasado y, a tenor de lo ocurrido entonces, este año será todo menos lúdico-festivo: la organización de extrema derecha Noua Dreapta (Nueva Derecha) ya ha anunciado su decisión de oponerse frontalmente.

"Vamos a iniciar una campaña de envio de cartas para persuadir a las autoridades de no autorizar la manifestación" explica a La Clave Dan Ghita, vicepresidente de Noua Dreapta. "Si tiene lugar, intentaremos oponernos de una manera pacífica. Las organizaciones de homosexuales tienen que entender que organizar este desfile puede ser una provocación y un insulto para los cristianos".

De hecho, durante el desfile del año pasado, la misma organización realizó una nutrida contramanifestación.

Carteles explícitos

"¡Nos avergonzamos de vosotros!"  era un de los esloganes lanzados contra los defensores de la integración. Las pancartas, con dos muñecos en una postura explícita, se pronunciaban "por la normalidad, contra la homosexualidad". Los mismos carteles plagaron el centro de Bucarest en las semanas previas al desfile del año pasado como parte de una campaña para que se vuelva a penalizar toda manifestación pública de homosexualidad. La Iglesia no se quedó atrás: "Estamos a favor de un mundo más sano, sin homosexuales", decía, por su parte, una pancarta de grupos de fieles ortodoxos.

Incluso la Administración municipal había inicialmente negado el permiso del desfile a favor de la aceptación de la homosexualidad, alegando que no podía garantizar la seguridad de sus participantes. Cambió su actitud cuando Traian Basescu, el actual presidente de Rumanía, criticó esta decisión. Finalmente asistieron unas 500 personas bajo la vigilancia de 200 agentes de las fuerzas del orden que protegían a los manifestantes de los miembros de la derecha.

La organización ACCEPT y otras ONG, que ya en 1997 comenzaron a organizar numerosas campañas de denuncia, reivindicando la derogación del artículo 200 del Código Penal que permitía la discriminación por razones de orientación sexual. Este artículo condenaba "las relaciones sexuales entre personas del mismo sexo que tienen lugar en público o puedan causar escándalo público". Rumanía despenalizó la homosexualidad en diciembre de 2001, pese a la oposición de la Iglesia

Según una ley vigente desde 1938, se consideraba escándalo público "cualquier acto que llegase al conocimiento de más de dos personas que lo desaprobasen". El párrafo 5 prohibía también "proponer o incitar a cualquier persona a tomar parte en relaciones sexuales con personas del mismo sexo, así como cualquier tipo de propaganda, asociación u otros actos de proselitismo que tengan el mismo propósito".

Es esta legislación que Noua Dreapta quisiera volver a ver en vigor. Dan Ghita promete que "seguirá con las campañas para recoger firmas y pedir que se vuelva a prohibir la propaganda y las manifestaciones homosexuales". Todo ello porque éstas "promueven un estilo de vida que rompe los calores cristianos de la familia tradicional y glorifica la anormalidad y la inmoralidad". Critica el apoyo internacional que recibe ACCEPT: "Sabemos que el año pasado recibió 700.000 euros de los fondos del Banco Mundial para utilizarlo con el fin de la erradicación del SIDA" pero acusa a la organización de utilizar los fondos para el desfile.

La despenalización vino tras las críticas europeas a las leyes rumanas: Amnistía Internacional denunció en 1995 numerosos casos de violaciones de derechos humanos, entre ellos el encarcelamientos por el ejercicio pacífico de la libertad de expresión así como la práctica de actos homosexuales entre adultos en privado. El Ministerio del Interior rumano respondió con una carta, en la cual afirmaba que entre 1994 y 1995 había iniciado investigaciones criminales contra 113 homosexuales "sólo cuando sus actos dieron lugar a un escándalo público, tal y como especifica el Código Penal rumano".

En uno de los casos citados por Amnistía Internacional se utilizaron como pruebas del escándalo público "la conducta afeminada del acusado" así como una simple queja de vecinos de que "el acusado sólo recibía visitas masculinas".Manifestación gay en Bucarest

Ante tales denuncias se reformó en 1996 el artículo 200 del Código Penal pero sólo se cambió su forma, manteniendo el fondo. En 1997, la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa condenó la reforma por insuficiente. El mismo año, el dictamen de la Comisión sobre la solicitud de admisión a la Unión Europea de Rumanía dejaba constancia de que los homosexuales podían verse sometidos a abusos debido a la imprecisión de la noción de 'escándalo público', un obstáculo para la entrada en la UE.

Reacción de la Iglesia

En diciembre de 2001, el Gobierno de Adrián Nastase despenalizó totalmente la homosexualidad —medida que se hizo efectiva en 2002— y posteriormente aplicó una amnistía a todos los detenidos por el artículo 200.

La reacción del Santo Sínodo de la Iglesia Ortodoxa Rumana no se hizo esperar. En una carta al Senado pidió que no fuera abolido dicho artículo y amenazó con un recurso judicial en caso de que su petición no fuera satisfecha.

Pero Gobierno y jueces parecen no dar marcha atrás: en 2005, tras una denuncia promovida por ACCEPT, la compañía aérea pública Tarom fue condenada a pagar una multa por discriminación contra los homosexuales: había ofrecido dos billetes por el precio de uno para "parejas de enamorados" y negó esta oferta después a varias parejas del mismo sexo.

Ana, farmacéutica rumana de 27 años, lamenta que, a pesar de que las cosas hayan cambiado y de que en su barrio se haya abierto un club para homosexuales, "en Rumanía existan aún muchos prejuicios sobre la homosexualidad. La gente joven se muestra cada día más tolerante; sin embargo los mayores consideran la homosexualidad como una enfermedad".