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López
Virginia López
[Lisboa · May 2007]
Portugal  reportaje 

Cizaña en Lisboa


Lisboa vista

El partido socialista consiguió hacer caer al alcalde conservador, implicado en una trama de corrupción urbanística, pero se enfrenta a un cisma propio a la hora de decidir quién sucederá al mandatario municipal.

Reconquistar Lisboa. Ésta es la intención del partido socialista (PS) portugués desde que cayera el alcalde, el conservador António Carmona Rodrigues, a inicios de mayo. Pero la guerra interna abierta entre los socialistas puede complicar la victoria.

Fue una golpe a cámara lenta. La izquierda, con ocho de los 17 conjales del pleno, acusó de corrupción a Carmona y tres de sus colaboradores más cercanos, entre ellos la concejala de Urbanismo, desde que la policía judicial comenzó a investigar a la inmobiliaria Bragaparques.

Un caso antiguo: en julio de 2005, tras la llegada de Carmona Rodrigues a la alcaldía, el ayuntamiento intercambió los terrenos de la antigua Feria Popular en el centro de Lisboa por los del Parque Mayer con Bragaparques. En causa está la forma como se llevó a cabo la permuta. En una subasta pública, una filial de la empresa de Braga compró otros terrenos a pesar de que había dos ofertas superiores.

El caso se agudizó cuando, hace un año, el concejal izquierdista José Sá Fernandes denunció un intento de Domingos Névoa, administrador de Bragaparques, de corromperlo para tranquilizar al público. Carmona se negó a dimitir hasta que los concejales de la oposición fueron dimitiendo uno tras otro y el Ayuntamiento fue disuelto por falta de quórum. Sigue en sus trece: “Soy un chivo expiatorio y sólo el tiempo me dará la razón”, asegura, pero no se presentará a las elecciones anticipadas que se celebrarán el próximo 15 de julio.

La izquierda tiene buenas cartas para recuperar ese día la simbólica alcaldía de la capital: los sondeos otorgan el 47% de los votos al PS, frente al 23,5% que obtendrá el Partido Socialdemócrata, la formación conservadora que apoyaba al independiente Carmona. Pero ¿quién se llevará estas papeletas? El primer ministro, José Sócrates, designó candidato en una ‘operación relámpago’ a António Costa, su ‘número dos’ y hasta entonces ministro de Administración Interna. Pero su salida del Ejecutivo ha obligado a una remodelación en el gobierno y ha vuelto a provocar fisuras dentro del partido.

 Año y medio de polémicas

2005 El alcalde de Lisboa, António Carmona Rodrigues, adjudica a Bragaparques la compra de un terreno por una oferta inferior a otras. Alega que la empresa tiene un derecho de preferencia por una permuta anterior, aunque no consta en ninguna parte.
2006 El concejal del Bloque de Izquierda José Sá Fernandes documenta y denuncia un intento de Névoa de sobornarle con 200.000 euros.
2007 En febrero dimite una concejal y deja a Carmona en minoría; en abril, el alcalde es imputado por tráfico de influencias y a inicios de mayo, toda la oposición dimite, lo que obliga a disolver la alcaldía por falta de quórum y convocar elecciones.

La concejala socialista Helena Roseta, que flirtea con el cargo desde el inicio de la investigación judicial de Bragaparques, asegura que escribió una carta al primer ministro en la que se proponía como futura alcaldesa. "Nunca obtuve respuesta y por eso he decidido avanzar como independiente", anunció el pasado 9 de mayo, día en que se desvinculó del Partido Socialista para presentarse como candidata.

Antiguos rivales

Roseta no está sola: cuenta con el respaldo del diputado Manuel Alegre, antiguo exiliado político y cofundador del partido socialista, quien ya se enfrentó a Sócrates en 2004 por el puesto de secretario general del PS. Perdió la primarias pero tomó su revancha en las presidenciales de 2006, cuando sacó el 20% de los votos, por encima del 14% del candidato oficial, Mário Soares.

Varios días después de la disolución del ayuntamiento, el conservador PSD presentó a su candidato, Fernando Negrão, que prometió hacer que la alcaldía trabaje "con transparencia, sin sospechas ni promiscuidades". Por su parte, Antonio Sá Fernandes, el diputado del Bloco de Esquerda quien denunció las sospechas de corrupción urbanística, también ha formalizado su candidatura.

La población tiene la sensación de que Lisboa acaba pagando los platos rotos de los partidos. Según el escritor Mário Zambujal existe cierta “desmotivación ciudadana” por el “descrédito de la clase política”. "La capital no debería ser una disputa por el poder, no debería basarse en el partidismo ni las ideologías; los candidatos deberían decir lo que pretenden hacer para mejorar la ciudad y resolver sus problemas", añadió.  Más lejos va Rui Godinho, ex vicepresidente de la Cámara Municipal: “El Ayuntamiento no debería haber sido disuelto por las sospechas de corrupción, sino por la incompetencia de sus dirigentes”, afirma. El nuevo equipo, que ocupará la alcaldía hasta ocubre de 2009, tendrá que enfrentarse a una deuda de 1.260 millones de euros.