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El caos que viene Cuentos Populares Bereberes Defensa Siciliana

Liman
Adrián Mac Liman
[Marzo 2008]
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Si vis pacem, para bellum

La reunión de Bucarest, último gran encuentro atlantista celebrado bajo la presidencia de George W. Bush, avala la nueva configuración geoestratégica de Occidente, fórmula que encuentra sus raíces en el Nuevo Orden Mundial de Bush padre y el hasta ahora incomprensible concepto de Balcanes —última frontera del mundo libre—, atribuido a la ex secretaria de Estado Madeleine Albright.

Acudirán a la 20ª Cumbre de la OTAN altos representantes de las Naciones Unidas, el Banco Mundial y la Comisión Europea, instituciones involucradas, directa o indirectamente, en los proyectos castrenses de ‘promoción de la democracia’ elaborados por los estrategas del Imperio. Porque para los atlantistas, la Alianza es parte integrante del proyecto de globalización liderado por los poderes fácticos del planeta. 

Aparentemente, todo tiene lógica. A la integración de los nuevos candidatos balcánicos —Albania, Croacia y Macedonia— se suma el ‘guiño’ a Georgia y Ucrania, países  ubicados en los confines de la antigua URSS, cuya presencia en las estructuras atlantistas facilitaría la materialización de una vieja estratagema ideada por los politólogos de la Universidad de Yale: una ‘pinza’ estratégica susceptible de neutralizar al decadente, aunque no moribundo, contrincante moscovita. La OTAN planifica acercarse a las fronteras europeas y caucásicas de RusiaEl plan contempla el acercamiento de la OTAN a las fronteras europeas y caucásicas de Rusia y, en una segunda fase, la posible o deseable asociación del gigante chino al atenazamiento del Kremlin. Extraños designios éstos, teniendo en cuenta el hecho de que Rusia forma parte de la llamada Asociación para la Paz de la OTAN.

Los participantes en la Cumbre harán especial hincapié en la presencia de la OTAN en Afganistán, así como en la necesidad de reforzar los lazos con este país, escenario de la resurrección del radicalismo islámico. Porque no hay que olvidar que detrás de los aparentes malos augurios para Rusia se disimula el invisible rostro del nuevo ‘enemigo’ del Imperio: el Islam.