Siria e Israel
Cuando los altos mandos militares callan y los servicios de inteligencia prefieren no facilitar, al menos aparentemente, falsas pistas a los medios de comunicación, cabe suponer que los contrincantes —en este caso concreto, dos países rivales de Oriente Medio, Siria e Israel— tienen interés en sellar un pacto de silencio.
Es lo que sucedió después del rocambolesco operativo llevado a cabo recientemente por diez reactores de la aviación israelí, que penetraron en el espacio aéreo sirio para efectuar una misión ultrasecreta. ¿Se trataba de aniquilar una central nuclear edificada con el apoyo de los regimenes de Teherán o Pyongyang? ¿De unos almacenes de material atómico? ¿De un convoy de armas destinadas a Hizbulá? Lo cierto es que después del incidente tanto sirios como israelíes optaron por echar tierra al asunto.
Recordemos que durante el verano, los estrategas de Tel Aviv advirtieron sobre la inminencia de un conflicto bélico entre los dos países. No sólo esta amenaza no se materializó, sino que, hacia finales de agosto, el jefe de fila del Likud, Benyamín Netanyahu, reveló la existencia de consultas bilaterales destinadas a allanar la vía hacia un acuerdo de paz con el hasta ahora intransigente régimen de Damasco. El ‘establishment’ hebreo no dudó en tachar al ex primer ministro de “irresponsable”.
En verano, Tel Aviv avisó de la inminencia de un conflicto bélico entre Siria e Israel, que nunca se materializóLos analistas políticos estiman que la incursión contra Siria se inscribe en el ámbito de la sofisticada guerra a geometría variable contra el terrorismo llevada a cabo por Israel, que logró convertir el ‘eje del mal’ de George W. Bush en el ‘triángulo del mal’, integrado por Irán, Corea del Norte y Siria. Se trataría, en efecto, de forzar una respuesta bélica por parte del régimen sirio. Curiosamente, mientras Tel Aviv practica la política del ‘palo’, advirtiendo a Damasco y Teherán que no está dispuesta a claudicar ante la ‘amenaza nuclear’ iraní, Washington ofrece al régimen de Bashar el Assad la ‘zanahoria’, invitándole a participar en la próxima Conferencia Internacional sobre Oriente Medio, patrocinada por la Administración Bush. Cabe preguntarse si Washington y Tel Aviv no tienen en estos momentos intereses estratégicos diferentes.