Apóyanos

Publicidad

El caos que viene

Cuentos Populares Bereberes Defensa Siciliana
Liman
Adrián Mac Liman
[Junio 2006]
Israel  columna 

La democracia de nunca Hamás

“Estamos empeñados en provocar subrepticiamente la caída del gobierno de Hamás”, confesaba a mediados de la pasada semana el primer ministro israelí, Ehud Olmert, en una entrevista concedida al rotativo parisino Le Figaro. Tres días después de la publicación de sus declaraciones, el ejecutivo palestino decidió “autodisolverse” abriendo la vía a la creación de un Gabinete de unidad nacional, integrado por miembros de Fatah y de la resistencia islámica y capitaneado por tecnócratas “independientes”, procedentes del mundo de las finanzas y los negocios.

A Occidente no le quedaba más que alabar este primer gesto de supuesta madurez política los dirigentes de Hamás, tratando de pasar un tupido velo sobre las múltiples y sostenidas presiones ejercidas por Tel Aviv, Washington y algunas capitales europeas para aislar, véase acabar con el gobierno liderado por Ismael Haniyeh.

La inteligencia militar israelí fue incapaz de prever la poco deseada victoria electoral de Hamás en enero

La primicia periodística facilitada por el sucesor de Ariel Sharon coincidió con el auge de la gigantesca ofensiva contra el movimiento nacional islámico de los territorios palestinos, iniciada por los servicios de seguridad hebreos hacia finales de enero, es decir, escasas horas después de la inesperada y poco deseada victoria electoral de Hamás. Un desenlace que la inteligencia militar israelí fue incapaz de prever. En efecto, para el estamento castrense de Tel Aviv, fino conocedor del panorama político palestino, la resistencia islámica era o, mejor dicho, debía de haber sido, una simple amenaza radical, un fantasma fácilmente manipulable por la maquinaria de propaganda del Estado judío.

Los autores de los informes destinados al establishment hebreo se equivocaron al menospreciar las posibles consecuencias de la desesperación en la que estaba sumida la sociedad palestina, afectada a la vez por el férreo bloqueo económico impuesto hace ya algún tiempo por Israel como por la inoperancia de unas instituciones nacionales corruptas, plagadas por militantes de Fatah.

Tras presentar los comicios como una "victoria del terrorismo", Israel aisló el gobierno de Ramalá y congeló las ayudas externas

Cuando Israel lanzó su operación “el país de nunca Hamás”, ideada con miras a acelerar la caída del equipo de Haniyeh, empleó todos los recursos disponibles para lograr su meta. Tras el hábil choque mediático que presentó el resultado de los comicios de enero como una “victoria del terrorismo, debida a la inmadurez política de los palestinos”, se puso en marcha el operativo diplomático destinado a provocar el aislamiento del gobierno de Ramalá y la congelación de la ayuda económica procedente de los organismos internacionales y regionales del llamado “primer mundo”. 

Ello desembocó en la bancarrota de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y el generosísimo ofrecimiento por parte del “Cuarteto de Madrid” compuesto por Estados Unidos, la Unión Europea, Rusia y Naciones Unidas, de canalizar parte de los fondos —unos 100 millones de euros— a través de un sofisticado mecanismo diseñado para eludir cualquier contacto con las autoridades palestinas.

Por si fuera poco, el Presidente de la ANP, Mahmúd Abbas, personaje otrora irrelevante, calificado in extremis de “hombre de paz” por el tándem Bush-Olmert, decidió lanzar un referéndum sobre el reconocimiento de Israel, basándose en un memorando de reconciliación nacional redactado por militantes de Fatah y Hamás recluidos en las cárceles israelíes (sic). Su objetivo: desautorizar la postura del gobierno Haniyeh para con Israel y exigir, llegado el momento, su disolución. El clima de guerra civil en Gaza y Cisjordania está generado por un guión escrito fuera de los territorios palestinos

A la ya de por sí caótica situación se suma otro fenómeno inquietante: las reiteradas intervenciones estratégicas llevadas a cabo estas últimas semanas por el ejército hebreo. Pero huelga decir que esta vez los llamados “asesinatos selectivos” provocaron numerosas bajas colaterales. Por otra parte, las facciones armadas palestinas protagonizaron una serie de enfrentamientos  sangrientos, que presagian una nueva escalada de la violencia entre sectores laicos y religiosos.

Aparentemente, el clima de guerra civil que se ha ido adueñando de Gaza y Cisjordania está generado por un guión escrito fuera de los territorios palestinos. Nubes negras planean sobre el escenario de la cada vez más hipotética democracia palestina, en “el país de nunca Hamás”.