La mano izquierda de Hamás
“Si no fuera mujer y musulmana, me apuntaría a Hamás" confesaba hace más de una década una joven investigadora de origen árabe afincada en Norteamérica. Sucedió en otoño de 1994, pocos meses después del regreso de Yasir Arafat a Gaza y la creación de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Por aquellas fechas, el Movimiento de Resistencia Islámica Palestina (Hamás) organizó una jornada de reflexión sobre el porvenir de los territorios ocupados, que tuvo por escenario un lujoso hotel de Jerusalén Este.
La reunión se celebró bajo la complaciente mirada de los servicios de inteligencia israelíes, acostumbrados a tratar con los enemigos de su enemiga, la OLP. Acudió a esta extraña cita la plana mayor de Hamás, hombres y mujeres que brillaban por su discurso coherente, su exquisita educación y su clarividencia. Una clarividencia, eso sí, guiada por las palabras del Profeta; una coherencia ideológica acorde con el programa del Movimiento, que contemplaba (y contempla) la creación de un Estado islámico en la Palestina histórica y, por consiguiente, la desaparición de Israel. Curiosamente, los occidentales sólo conocen la cara guerrera de Hamás
Hamás, tal Jano, siempre ha tenido dos caras: la amable, reflejo de estos hombres y mujeres que se confunden fácilmente con los representantes de la alta burguesía occidental y la guerrera, encarnada por los sanguinarios hombres-bomba. La cara amable o, mejor dicho, la mano derecha, se dedicó a construir hospitales y colegios, a abrir guarderías y centros de capacitación profesional, a socorrer a los más necesitados y ayudar económicamente a las familias de los 'mártires' de la intifada. La mano izquierda se dedicaba a "castigar al infiel", es decir, a perpetuar la lucha armada contra Israel. Con unos métodos violentos que nada tienen que ver con las leyes de la guerra; métodos empleados en su momento por el IRA irlandés, la EAOK chipriota o el propio Irgún hebreo en la Palestina administrada por el imperio británico hasta finales de la Segunda Guerra Mundial. Curiosamente, los occidentales sólo están familiarizados con las hazañas de la… mano izquierda de Hamás.
El éxito inesperado de Hamás ha sacudido los cimientos de las mutantes estructuras políticas de Israel. El 'establishment' de Tel Aviv, acostumbrado a tratar con los tecnócratas de Al Fatah, no disimula su inquietud ante el auge del radicalismo islámico: a la victoria de Hizbulá en Líbano se ha sumado el ascenso de los conservadores en Irán, el innegable protagonismo de los Hermanos Musulmanes en Egipto y, ahora, el triunfo de Hamás. Ni que decir tiene que el porvenir de la nueva coalición ideada por Ariel Sharon depende en gran medida del espectacular vuelco registrado durante los comicios palestinos y, ante todo, de la actuación de la mano izquierda de Hamás. La mano derecha de Hamas, su cara amable, sabrá acomodarse al pragmatismo de las relaciones internacionales
Por su parte, la cara amable de Hamás sabe positivamente que no podrá renunciar públicamente a los objetivos del Movimiento de Resistencia: la 'remusulmanización' de la sociedad palestina (laica, en su gran mayoría) y la creación del Estado islámico. En cuanto a la lucha armada se refiere, conviene señalar que Hamás ha decidido prolongar la tregua negociada hace un año con la ANP. Curiosamente, esta noticia no ha trascendido. Las condiciones impuestas por "los 25" y los miembros del "Cuarteto de Madrid" para el mantenimiento de la ayuda humanitaria al pueblo palestino equivalen, para Hamás, a una renuncia inmediata, total y definitiva a los demás puntos que figuran en su programa. Ahora bien, la mano derecha de Hamas, su cara amable, sabrá acomodarse al pragmatismo de las relaciones internacionales.