Premio Goncourt de poesía 2009, Abdellatif Laâbi (Fez, 1942) no puede evitar sentirse en Andalucía como en casa. "No hay ninguna extrañeza. Hasta el clima es igual", dijo al visitar esta semana Sevilla, adonde acudió invitado por la Fundación Tres Culturas.
De esa afinidad habla Laâbi en su breve ensayo El síndrome andaluz (Alfar), pero en este regreso a la capital hispalense también alude a otros aspectos, como el poder de la poesía. Fue la poesía lo que le llevó a la cárcel en 1972 ―no saldría hasta 1980 y luego se tuvo que exiliar a Francia― : cuando se le juzgó por “atentar contra la seguridad del Estado”, la acusación se basaba en la colección completa de la revista literaria Souffles (Respiros) que había fundado a los 24 años, con compañeros como Abraham Serfaty, quien pasaría 17 años entre rejas, tras fundar el movimiento marxista clandestino Ila al Amam (Adelante).
La estrecha conexión entre literatura y compromiso social marcó toda una generación de escritores y activistas marroquíes. Laâbi, autor de títulos como Fez es un espejo: el fondo de una tinaja o El camino de las ordalías (ambas en Ediciones de Oriente y del Mediterráneo), Un continente humano o Fragmentos de un génesis olvidado, es uno de sus mayores exponentes. Escribe en francés.
Su web personal se encabeza con una cita de Bakunin. ¿Se ha pasado del marxismo de Ilal Amam al anarquismo?
«Cuando estuve preso, lo peor fue la falta de “estar en la realidad”, de poder continuar batiéndome»
Yo estoy de acuerdo con las ideas de Bakunin, con su itinerario político, ideológico, pero si lo cito es porque da una de las definiciones más bellas de libertad que conozco y he leído mucha literatura universal. Para mí, es la que está más cerca de lo que es la libertad, de lo que yo entiendo por libertad.
Pero nada de militancia anarquista...
No, no soy anarquista [ríe].
Souffles, la revista que fundó con 24 años, fue el corpus delicti en su condena a diez años de cárcel. ¿La poesía siempre es subversiva?
Sí, yo creo que la poesía es subversiva. Es como en el caso de la ecología con la protección del Medio Ambiente, pero con la lengua. Hoy en día, los discursos están cada vez más vacíos de contenido. Los discursos que se producen esconden la verdad, no la revelan. Así, la poesía trata de renovar la lengua cada día y crear un discurso libre, más que nunca, además.
Como preso político que fue ¿cómo definiría la libertad?
Cuando estuve preso, la frustración de la falta de libertad fue un gran dolor personal. Pero lo peor fue la falta de “estar en la realidad”, de poder continuar batiéndome por las ideas que yo había defendido antes de ser un prisionero. Yo reemplacé todo esto por la escritura, aunque ya era antes escritor. La escritura me funcionó como un buen incentivo, una buena palanca para lograr la libertad.
Abraham Serfaty... ¿Qué significa este hombre para Marruecos? ¿Y qué significaba para usted, amigo suyo?
Es un compañero de ruta, de combate. En el libro que acabo de escribir este año, que se titula Le livre imprévu (El libro imprevisto), hablo de él. Hay un capítulo en el que narro qué le debo, qué me ha aportado. Entre estas aportaciones destaco lo que me ha dado como persona judía que es, que me ha hecho entender la cuestión palestina. Serfaty es un judío árabe que se reivindica como judío y como árabe al mismo tiempo. Así me ha hecho entender qué significa la lucha palestina y lo que puede traducirse de ella en otros pueblos como el marroquí. Él me ha enseñado algo muy difícil de comprender: la prevalencia de la solidaridad tradicional que hace que un hombre anteponga sus propios principios éticos a una ética, digamos, nacional o étnica. Y esto puede aplicarse por ejemplo al conflicto del Sáhara Occidental con Marruecos. Yo opto por una solución democrática que vele por una verdadera autonomía. Aunque también dentro de otro tipo de Estado marroquí que sea capaz de garantizar esa autonomía.
Algún autor de Souffles criticó al escritor marroquí Driss Chraïbi por mantenerse en el exilio, en lugar de luchar desde dentro del país, y le acusaba de perder el contacto con la realidad que lo inspiraba. Pero muchos han seguido su camino: Tahar Ben Jelloun, usted mismo... ¿Por qué los mayores escritores marroquíes viven en Francia?
¿Por qué todos los escritores latinoamericanos de países en dictaduras se fueron a vivir a Francia, Alemania, Italia, Estados Unidos o España? Yo creo que un escritor para cumplir con su función, tiene que vivir en las mejores condiciones de libertad. Llega un momento, en una dictadura, que ya no se pueden soportar las circunstancias en las que se vive. Para concentrarse en el trabajo, el exilio es una condición indispensable. Es una cuestión universal de la historia.
Volvamos a Marruecos. Los setenta: Los años de plomo. Los noventa: El cambio. ¿Por dónde se encamina Marruecos ahora? ¿Hacia delante o hacia atrás?
Hoy el islam es una cuestión política e ideológica. Y Marruecos está en ello. Hay comunidades musulmanes y todo. Yo combato este islam. Para mí es una religión que hay que respetar y escuchar pero que no debe inmiscuirse en la vida de la ciudad. Para mí la religión pertenece a la esfera privada, como el amor. No tiene que intervenir en la organización de la sociedad.
Usted escribe en francés, como muchos grandes escritores marroquíes. ¿Qué significa para un escritor escribir en una lengua que no es la suya materna? «La gran necesidad de Marruecos es la reforma, la revolución, pero en el terreno de la enseñanza»
Todo depende de la relación que se ha mantenido con la lengua materna, que yo llamo personalmente lengua natal y no materna, porque ¿por qué materna y no paterna, por ejemplo? Yo he perdido inevitablemente esta lengua. Yo estudié en un colegio colonial donde la lengua francesa era la que se enseñaba y en la que yo empecé a escribir. Habría que plantearse por qué en un momento dado Milan Kundera, que escribía muy bien en su lengua, empezó a hacerlo en francés. O Samuel Beckett. Muchas veces escribir en otra lengua responde a una necesidad de “descentralización”, como si al escribir en su lengua materna no se prestara la suficiente atención a cuestiones de la relación que el escritor debe mantener con la lengua. Una relación de vigilancia. Porque todas las lenguas condicionan, están condicionadas, como el escritor, por la historia de donde se han formado. El escritor no puede olvidar la cultura, el imaginario que la rodea, cuando trabaja en su lengua materna. Ésta lo hace un poco esclavo de todo eso.
¿Y qué significa para un pueblo que sus mayores intelectuales, desde Chraïbi pasando por Jelloun hasta usted, escriban en una lengua que no es la del pueblo?
En un país como Marruecos hay todavía 40-45% de analfabetos. La escuela es catastrófica: se sale analfabeto intelectualmente. Así, la gran necesidad de Marruecos es la reforma, la revolución, pero en el terreno de la enseñanza. También está el efecto que provocan los escritores que escriben en una lengua que no es la nacional: tienen que ser traducidos. Hay que ocuparse de esa literatura que tiene que ser traducida para acercarla a la gente. Yo creo que hoy los países como Marruecos tienen la necesidad de contar con una o dos lenguas vivas extranjeras para poder estar en el mundo. No se puede vivir sólo con la lengua árabe, que ha experimentado una especie de decadencia en su propia sociedad. Para estar en contacto con el mundo y no ir a la cola, hay que tener otras lenguas para apropiarse conocimientos y noticias nuevas que evolucionan a un ritmo infernal. La situación política y social de estos países exige segundas y terceras lenguas internacionales que se enseñen en los colegios desde muy pronto.
La literatura árabe, es decir, escrita en árabe, es una de las más escasas a nivel mundial, pese a apoyarse en una de las culturas con mayor legado literario de la historia. ¿Por qué?
Porque lo que se llama mundo árabe está en inevitable decadencia social, moral, lleno de dictaduras que ponen coto a la libertad. Y así la cultura es la primera víctima de estos regímenes. Habíamos empezado cuestionando si la poesía es subversiva y sí, la cultura es subversiva porque permite pensar libremente y adquirir un espíritu crítico, lo que está en contradicción con las leyes de estos regímenes.
En 1967, en las páginas de ‘Souffles’, usted preguntó a Chraïbi por el lugar de la literatura norteafricana de expresión francesa respecto a la literatura francesa y respecto a la literatura árabe. ¿Qué respondería usted hoy a esa misma pregunta?
Puede considerarse que es una desgracia que muchos de escritores se expresen en una lengua que no es la suya, pero yo digo por el contrario, que en el caso de Marruecos hay una riqueza que cuenta con los escritores que escriben lengua árabe clásica, los escritores que lo hacen en francés y los escritores que escriben en lengua popular árabe. Hace 13 o 14 años escribí una antología de poesía contemporánea y había textos en cuatro lenguas, lo que da cuenta de este pluralismo lingüístico que hay en Marruecos. Y no hay que oponer una lengua a otra alegando que si una es antinacional… no, hay que defender y velar por ese pluralismo para reconocer la diversidad. Si hay ese conocimiento habrá una pacificación de la cuestión y se dará por hecho que el pluralismo es una ventaja, una solución. «No hay pueblos puros, no existen. Hay una raza: la humana. Hay que acoger y mezclarse, compartiendo»
Usted también le preguntó a Chraïbi por el “atroz desarraigo de los trabajadores norteafricanos en Francia, y el racismo que sufren”. De esa pregunta han pasado 43 años: media vida larga. Haga balance.
La inmigración en Francia, y en otros lugares como Italia, España…, ha ido cambiando en relación al perfil del trabajador que llega. Ahora hay una nueva generación que no viene a trabajar al campo, sino que ha ido a la escuela. Podríamos hablar de un exilio económico porque muchas veces son gente muy instruida. Aunque también es plural: es verdad que hay gente que viene al campo. Es una cuestión que hay que plantearse en el país de acogida, que debe plantearse qué pasa. Da igual que sea en Francia, en España o en otro país, todos los pueblos se han constituido a partir de aportaciones sucesivas de inmigrantes. No hay pueblos puros, no existen. Hay una raza: la humana. Hay que acoger y mezclarse, compartiendo. Es una realidad: la mezcla es el futuro del mundo. La única pregunta es cómo se va a gestionar eso y si se va a comprender y asumir. Ahora hay una situación conflictiva que hace ver la inmigración como un problema. La labor de los intelectuales es intentar mostrar lo que las sociedades ganan al aceptar a los inmigrantes. Hay que fomentar la tolerancia y la razón.
Y finalmente, usted dice a Chraïbi: “Qué espera usted de los jóvenes escritores de la nueva generación?” Responda.
Espero que no hagan lo mismo que yo. Que inventen nuevas formas literarias, que nos revelen otros aspectos de la imaginación… pero también que se apropien de todo lo que se ha hecho antes de ellos, haciéndolo parte de ellos para hacer otra cosa. Un escritor es quien sabe que la verdad literaria de la humanidad no puede estar muy lejos. Hay que integrar la herencia literaria y hacerla avanzar.
Leer más:
Abraham Serfaty: «Si no emerge ya una izquierda radical, el islamismo será un riesgo». Entrevista de Topper [2002]
Ali Amar: Abraham Serfaty, el Mandela marroquí. Obituario [2010]