La derecha italiana se combate en la prensa
Silvio Berlusconi está viviendo su peor crisis de Gobierno desde que comenzó la actual legislatura en mayo de 2008. Hasta el momento había salido relativamente indemne de los escándalos por su divorcio y por sus supuestas relaciones con jovencitas y prostitutas, pero la abierta pelea que ahora mantiene con Gianfranco Fini, 'número dos' de su partido y presidente de la Cámara de los Diputados, puede dejarle una sangrante herida política.
La relación entre Fini y Berlusconi se enfrió cuando el primero comenzó a marcar distancias frente al Ejecutivo en cuestiones como la inmigración o la eutanasia.
La separación se convirtió en enfrentamiento en el momento en que Il Giornale, el diario de la familia del primer ministro, atacó a Fini. Primero le llamó “compañero” y le pidió que dejara de coquetear con la izquierda. La segunda andanada, que llegó el pasado lunes, estuvo aderezada con amenazas.
Vittorio Feltri, director de Il Giornale, escribió en un artículo subtitulado “Última llamada para Fini” que existe un informe sobre escándalos sexuales de los dirigentes de Alianza Nacional, el partido fundado por el presidente de la Cámara de los Diputados y hoy disuelto en el Pueblo de la Libertad (PDL).
Tras el primer ataque, Berlusconi subrayó su estima por su antiguo aliado y afirmó que no conocía el contenido del artículo.En esta segunda ocasión el primer ministro ha guardado un cómplice silencio.
Fini respondió ayer acudiendo a los tribunales: pidió a su abogada, Giulia Bongiorno, que denunciara al director de Il Giornale. Éste, bravucón, dijo que “es más fácil iniciar un contencioso que ganarlo”.
La denuncia es sólo una preocupación menor para Berlusconi comparada con la carta que ayer le hizo llegar Italo Bocchino, vicepresidente vicario de los diputados del PDL. La misiva, firmada por 50 parlamentarios afines a Fini, pide una “consulta permanente” entre los dos líderes, una condena a la actitud de Il Giornale y un recorte de los poderes de la Liga Norte, la principal socia de 'Il Cavaliere' en el Gobierno.
Sólo así se evitará un “cortocircuito” interno en el principal partido italiano, advierten los firmantes. La situación política italiana se precipitará si Berlusconi hace caso omiso a la carta y no intenta remendar su relación con Fini.
Los analistas advierten de que, en caso de que la crisis siga agravándose, esta cincuentena de diputados podría dejar el PDL y pasar a la oposición, lo que significaría una caída del Gobierno, ya que perdería la mayoría en el Parlamento.
Aparentemente ajeno a la polémica, el primer ministro pasó ayer el día en la zona devastada por el terremoto de hace cinco meses. Pretendía darse un baño de multitudes con la entrega de un puñado de nuevas casas a los damnificados. Éstos, sin embargo, le recibieron con gritos y pancartas en su contra. Denunciaron que su visita no era más que una estrategia de propaganda. Su queja se vio respaldada por la dictatorial contraprogramación televisiva. Esta noche, en las pantallas italianas sólo se vio un documental, unas reposiciones de películas y a un triunfal Berlusconi entregando las nuevas viviendas en L’Aquila. Los programas sacrificados para que 'Il Cavaliere' tuviera toda la atención denunciaron la inusual maniobra.
'Il Giornale' contra 'Avvenire'
Pero Il Giornale ha hecho correr más sangre en el entorno de Berlusconi: parece servirle de brazo armado en una guerra en la que el primer ministro intenta amordazar a los diarios que han indagado sobre su disoluta vida privada y han censurado a su Gobierno. Pocas semanas antes de lanzar la estocada contra Fini, el diario había protagonizado y ganado una guerra contra Dino Boffo, director del diario Avvenire, propiedad de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI).
El 4 de septiembre, Boffo presentó su dimisión “irrevocable” y “con efecto inmediato”. El periodista, que llevaba 15 años en el cargo, había sido acusado por el Il Giornale de estar relacionado con un caso de acoso a la esposa de su presunto amante.
“No puedo aceptar que sobre mi nombre se desarrolle todavía durante días y días una guerra de palabras que turba a mi familia. Mi vida ha sido violentada con una voluntad profanadora que ni siquiera pensaba que podía existir”, afirmó Boffo en la carta enviada al cardenal Angelo Bagnasco, presidente de la CEI.
Éste último ha aceptado con “amargura” la dimisión, subrayando la “inalterable estima” por el ya ex director de Avvenire y denunciando que ha sufrido un “incalificable ataque mediático”.
Boffo, que se ha despedido con un artículo de diez puntos en el que desmonta las acusaciones de Il Giornale, se considera víctima de sus críticas a Berlusconi. Durante el verano, Avvenire había censurado las supuestas relaciones extramatrimoniales de Berlusconi al tiempo que cargaba contra la dura política de inmigración de su Gobierno.
El primer ministro ha respondido a través del periódico de su familia que, tras una semana de insultos y calumnias hacia Boffo, celebró su renuncia como una victoria. El dimisionario se preguntó en su carta de despedida: “¿Qué tengo yo que ver en una guerra entre grupos editoriales, entre posiciones de poder cristalizadas y prepotentes ambiciones?”
El día antes del adiós de Boffo se supo que Berlusconi había presentado una denuncia contra L’Unità, el diario fundado por Antonio Gramsci, líder histórico de los comunistas italiano. El primer ministro pidió a este periódico dos millones de euros por haber cometido una supuesta difamación al haber escrito sobre su posible relación Patrizia D’Addario, una prostituta de lujo que ha aireado en la Prensa sus encuentros con Berlusconi.
En la denuncia de Berlusconi también se mencionaban otros artículos en los que se especulaba sobre su posible impotencia y se analizaba su relación con la Iglesia. La querella a L’Unità estuvo precedida por otra a La Repubblica, el principal diario del centroizquierda italiano. Harto de que esta cabecera publique diariamente una lista con 10 preguntas en las que pide que aclare su supuesta relación con prostitutas y con Noemi Letizia, la muchacha que aceleró su separación, Berlusconi denunció a este diario por difamación. Le exigió un millón de euros como compensación ya que, en su opinión, las 10 cuestiones que se le hacen son “retóricas” e insinúan al lector “que la persona interrogada se niega a responder”.
Sumergido en una guerra con la prensa de la izquierda, primero, y con la de la Iglesia, después, a Berlusconi le puede dejar maltrecho ahora su intercambio de disparos con uno de sus mejores aliados, como es Gianfranco Fini, que siempre se ha barajado como uno de los pocos políticos capaces de suceder a ‘Il Cavaliere’ el día que éste se retire.