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Miera
Ethel Bonet / Marta Miera
[Gaza / Jerusalén · Ene 2006]
Palestina  reportaje 

La victoria más temida


El arrollador triunfo del movimiento islamista Hamás en las elecciones de Palestina preocupa más a los propios palestinos que a Israel, que podría incluso ganar con la situación.

Tayser Barakat nació en el campo de refugiados de Yabailía, en el norte de Gaza, en 1959. Estudió Bellas Artes en Alejandría y es uno de los artistas palestinos más respetados. En 1998 fundó el café Ziryab, uno de los referentes culturales de la ciudad cisjordana de Ramalá. El local, donde el alcohol se bebe sin tabúes, se abre cada día para los bohemios palestinos que constituyen su principal clientela. Escritores, pintores y escultores se citan en este lugar para conversar y exponer sus obras. Aquí, la victoria de Hamás —76 escaños sobre 132— se presenta como una incógnita. Algunos de ellos sienten que sus esfuerzos por mostrar al mundo, mediante poemas o pinturas, el sufrimiento de un pueblo prisionero en su propia casa amenazan con desvanecerse bajo la nueva fuerza reinante.

Barakat se pasea por su local, decorado con algunas de sus obras. "Ayer reuní a los empleados y hablamos sobre qué vamos a hacer ahora que ha ganado Hamás. Esta claro que si emiten una ley para prohibir este tipo de establecimientos dejaremos de vender alcohol, pero mientras no lo hagan seguiremos igual". Barakat ha votado a Fatah, porque con este partido "todo el mundo es aceptado y puede pensar libremente", y no esconde que tiene miedo por la victoria de Hamás. "Ahora ellos van a controlar el Gobierno, pueden hacer lo que quieran, determinar cómo vive la gente. Dicen que no quieren influir en la vida social de los palestinos pero no sabemos si es verdad".

Pero Hamás no es el único peligro: el Ziryab y el restaurante Darna, otro establecimiento exclusivo, sufrieron hace cinco meses importantes destrozos al ser atacados por jóvenes de Fatah, descontentos con la corrupción de los dirigentes de su movimiento que frecuentan estos locales. En Ramalá, la gente está cansada de la ocupación y no ve ningún horizonte abierto: por el estancamiento de las negociaciones con Israel que comenzaron con los acuerdos de Oslo en 1993, por la negativa del primer ministro israelí Ariel Sharón a dialogar, por las esperanzas depositadas en Mahmud Abás que desembocaron en más frustración, por la construcción de un muro que de manera imparable, metro a metro, ahoga a Cisjordania. Por no hablar de los miles de presos en cárceles israelíes y los cientos de miles de refugiados. Todo esto —y mucho más— ha conducido a que el pasado 25 de enero, los palestinos otorgarán a Hamás la capacidad para dirigir su destino y ganar las elecciones legislativas con un aplastante e histórico resultado. Estancada en una crisis económica y social, la ciudadanía palestina se ha unido para castigar la corrupción del partido dirigente Fatah.

Pero las consecuencias de esta opción política, elegida democráticamente, mermará las libertades individuales si se constituye un Estado nítidamente islámico. En Palestina, el horizonte político se presenta con un enorme interrogante. Hamás sabía como organizar el combate desde la retaguardia, pero ahora le toca estar en primera línea del fuego diplomático. La primera reacción de Israel ha sido congelar las transferencias a la Autoridad Nacional Palestina (ANP), generadas por impuestos y aduanas. La Unión Europea también es reticente en entregar los fondos prometidos, y no es un gesto simbólico: Las finanzas de la ANP dependen de la ayuda de los países donantes, que cada año le transfieren cerca de 1.000 millones de dólares.

Fatah no quiere compartir

El grupo integrista, que no reconoce el Estado de Israel, ni acepta los acuerdos alcanzados en Oslo, se ha brindado a formar un gobierno de unidad nacional con el resto de agrupaciones que conforman la arena política de la Organización por la Liberación de Palestina (OLP), durante décadas reconocida como representante del pueblo palestino. Pero los partidos tradiconales, desde la recién estrenada perspectiva de la oposición, miran con recelo esta iniciativa de Hamás. El derrocado partido oficialista Fatah ha dejado claro que no compartirá gobierno con el grupo islamista. Mahmud Abás, presidente de la ANP, ha retomado la dirección del Ministerio del Interior para controlas las Fuerzas de Seguridad, en prevención de los episodios de caos y anarquía que quizás se avecinen. La dirección de Hamás, por su parte, ha pedido a sus milicianos calma y moderación.

Mahmud Abás: El presidente
Conocido como Abu Mazen, este histórico dirigente de la OLP es considerado el arquitecto oculto de los Acuerdos de Oslo en 1993. Nombrado primer ministro de la Autoridad Palestina en 2003, dimitió a los pocos meses. Tras la muerte de Yasir Arafat ganó las elecciones presidenciales en 2005. Adscrito al ala más moderada de Fatah, es diametralmente opuesto a Hamás, cuyo gobierno debe ahora representar.

El representante del movimiento extremista en el Comité Nacional Islámico, Jalil Nofal, alias Abu Bakar, asegura a La Clave que su deseo es que todos los partidos, incluida "la gente honesta" de Fatah, entren a formar parte de la Asamblea Nacional, porque, sostiene, "no se puede hablar de democracia palestina si no se empieza a trabajar desde dentro del Gobierno. Por fin podemos dar un mensaje de tranquilidad a Europa: va a ver una democracia y esto se va a demostrar con las relaciones con otros países árabes e islámicos, que se van a tratar con respeto, porque ahora Hamás va a ser parte del Parlamento Árabe como miembro de la Liga Árabe" manifiesta.

Abu Bakar confía en "los buenos resultados" que darán las conversaciones que mantendrá Hamás con la Unión Europea, pues "ésta ha sido la elección del pueblo palestino", asiente, al tiempo que matiza que "si están tan preocupados en Occidente, que nos devuelvan nuestros derechos y así no habrá armas ni Resistencia". Su tono se vuelve más crítico: "De ninguna manera vamos a vender a nuestro pueblo y nuestros derechos a cambio de dinero como ha hecho Fatah", en referencia a las ayudas internacionales que recibe la ANP para pagar los 150.000 salarios de los funcionarios de la administración y las fuerzas de seguridad. En la misma línea de denuncia añade que 53.000 puestos de trabajo "son falsos", y que ese dinero va a parar a las arcas particulares de los políticos dirigentes. "No necesitamos las ayudas; con el dinero que nos han robado, podemos crear muchos puestos de trabajo", puntualiza.

Mahmud Zahar: El ganador
Dirigente de Hamás desde 2004, cuando Israel asesinó al líder Rantisi, Zahar ha pasado por las cárceles israelíes y perdió a su hijo en un ataque aéreo. Su movimiento, fundado en 1987 e inspirado en los Hermanos Musulmanes, une religión y política. Su enorme labor social y su imagen no corrupta le ha ganado la confianza de la población. Entre sus principios fundacionales aún figura la meta de destruir Israel.

El representante de Hamás, dice que "la resistencia" es uno de los puntos clave de su programa político, por lo que "no decepcionará" al pueblo palestino que los ha apoyado. Según Abu Bakar, la causa palestina se ha debilitado con el Gobierno de Fatah. Por eso, apunta que su misión será "trabajar fuerte para devolverla al lugar que se merece". Para Nofal, la reivindicación histórica del territorio palestino, con capital en Jerusalén, trasciende a todo el mundo árabe e islámico, porque "para que haya estabilidad en el mundo, habrá que tenerla aquí". "Juntos con los otros gobiernos islámicos haremos una revolución pacifica, pero sí no, lo solucionaremos con la violencia. No habrá diálogo con Israel", sentencia.

Castigo a la corrupción

Kadura Fares, ex ministro palestino y uno de los máximos colaboradores del carismático dirigente de Fatah Marwán Barghuti, que cumple cinco cadenas perpetuas en una cárcel israelí, atribuye el fracaso del movimiento —sólo obtuvo 43 escaños, un tercio del Parlamento— a la corrupción. "Hemos pagado el precio de diez años en el poder, con dirigentes, ministros y oficiales corruptos. El pueblo ha votado a los integristas para castigar la corrupción y el caos en las calles de Gaza y Cisjordania" que casi siempre protagonizan activistas de Fatah.

Marwán Barghuti: El vencido
Forjado como líder estudiantil en la primera 'intifada', este dirigente de las Juventudes de Fatah era uno de los consejeros íntimos de Arafat. Ganó gran apoyo popular por su lucha contra la corrupción y figuraba como candidato favorito en las elecciones, pese a estar confinado en una cárcel israelí, condenado a cinco cadenas perpetuas.

Fatah, el principal partido de la coalición OLP, durante décadas encabezado por Yasir Arafat y ahora por Mahmud Abás, venía conduciendo el destino del pueblo palestino y los esfuerzos diplomáticos para recuperar los territorios ocupados por Israel en la guerra de 1967. En 1998, la cuestión de la corrupción saltó a la palestra cuando las autoridades monetarias palestinas publicaron un informe de 600 páginas sobre el uso y abuso del erario público por la ANP. Arafat no actuó. La polémica continuó hasta que estalló la 'intifada de Al Aqsa' en septiembre de 2000, y los casos de corrupción quedaron eclipsados por el sangriento conflicto entre israelíes y palestinos.

¿Recorte de libertades?

Fares, conocido por sus campañas parlamentarias contra la corrupción y por su postura opuesta a los atentados contra Israel, no disimula la tristeza por la derrota de Fatah ni oculta el temor de que Hamás imponga una teocracia islámica en Palestina. Pero está convencido de que no restringirán de forma inmediata las libertades individuales de los palestinos. "Son mucho más inteligentes.Ehud Olmert: El adversario
Considerado un 'halcón' del Likud y uno de los mayores defensores de los colonos radicales, Olmert fue alcalde de Jerusalén de 1993 hasta 2003, año en el que se convirtió en viceprimer ministro de Israel. Acompañó a Ariel Sharon cuando formó el nuevo partido Kadima ("Adelante", una escisión del Likud) y lo sustituyó cuando entró en coma el 4 de enero.
Tomarán ciertas decisiones para aparentar una reforma, para justificar su programa ideológico. Un cambio de oficiales de seguridad o algunas decisiones administrativas. Pero serán cambios estéticos y no estratégicos. Hamás no puede llegar al poder y prohibir la venta del alcohol" asegura el ex ministro, sentado en el restaurante Darna. "Quizás dentro de un tiempo, cuando no hayan tenido éxito con su programa político, se concentren en pequeñas victorias como el cierre de bares, la imposición de códigos de vestimenta o cambiarán a funcionarios de la televisión y pondrán a mujeres con velo".

Más pesimista es la visión del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), el ala comunista de la OLP. La histórica formación rival de Fatah, durante décadas portavoz de un amplio sector de la sociedad, ha perdido casi toda su influencia. Rabah Mohanaz, portavoz de la oficina política del FPLP, y defensor de una posición laica, cree que la política de Hamás afectará a los asuntos de la mujer, la educación y los medios de comunicación, porque "al ser islamistas están en contra de las libertades y de que haya una apertura al mundo". Explica que el Frente Popular, a través de su secretario general Ahmad Sadat, actualmente en la cárcel, ha solicitado una reunión con todos las fuerzas políticas palestinas para crear un único programa nacional y reactivar las instituciones de la OLP. Ha pedido a Mahmud Abás que convenza a Fatah para que se una a esta iniciativa, pues, en su opinión, "es la única salida al conflicto político y social".

Frente marxista
No menos pesimista es la visión del Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), el histórico ala comunista de la OLP. Así lo explica Rabah Mohanaz, portavoz de la oficina política del FPLP. "El futuro político, tanto para la causa palestina como para las relaciones con Occidente, va a ser muy complicado". A su juicio, la presión exterior llevará a Hamás a moderar su posición política y "se volverán más pragmáticos". Y con esto, agrega, "termina el papel de Hamás como movimiento de resistencia". Es lo mismo que les sucedió a los Hermanos Musulmanes de Egipto, que abandonaron su discurso radical, cuando entraron en la política, pronostica.
Ahmed Mubarak, de 43 años, uno de los cuatro candidatos de Hamás que ha conquistado un escaño en el distrito de Ramalá, intenta dispersar estos temores. Fuera de su oficina, un grupo de jóvenes con banderas y gorras repite eufórico la frase "Hamás vencedor", como hinchas de un equipo de fútbol. Mubarak, con una poblada barba oscura, está sentado en una mesa de reuniones, su dedo índice todavía manchado por la tinta indeleble que marca al votante. No puede evitar sonreír, es un día de celebración. Lo primero será luchar contra la corrupción, controlar la economía, hacer una reforma judicial y cesar los arrestos políticos, explica. "No pensamos inmiscuirnos en las libertades de las personas. Nosotros también usamos televisión por satélite y no tenemos problemas en ir a los cafés". Expresa su interés en entablar relaciones con otros países pero asevera con firmeza que jamás lo hará con Israel. "Se trata de un país enemigo que nos ha ocupado durante 60 años".

La negativa de reconocer al Estado de Israel y su calificación de grupo terrorista en la Unión Europea y Estados Unidos mantiene en vilo a todos los observadores del conflicto. Todos observan, sin todavía saber como reaccionar, a un grupo que ha matado a cientos de personas en decenas de atentados suicidas y que ha accedido al poder en las elecciones más limpias y transparente registradas en el mundo árabe.

El primer gobierno legítimo

Si la hospitalización del primer ministro israelí Ariel Sharón provocó un replanteamiento de la situación política, la victoria de Hamás ha revolucionado el panorama. "El Gobierno de Israel no entiende la oportunidad que se le presenta al tratar con un gobierno palestino por primera vez verdaderamente legítimo", dice el analista Mordejaí Kedar, de la Universidad Bar Ilan en Israel. Además, a partir de ahora el apoyo internacional que recibirá Israel contra Hamás será absoluto. Yihad Islámica
Las facciones más radicales ven como "una traición" la entrada de Hamás en el terreno de la política, pues las presiones internacionales le llevarán a abandonar las armas. Para Nasef Asam, uno de los principales líderes de la Yihad Islámica, "ésta es, sin duda, una nueva época para la causa palestina". Concautela y midiendo su discurso dice que "no vamos a adelantarnos. Vamos a escuchar y estudiar a Hamás, para después decidir nuestra posición. No tenemos nada en contra de Hamás ni Fatah: nuestras relaciones son buenas con todas las facciones. Pretendemos concretar la unión del pueblo palestino. Paso a paso, con la resistencia hemos liberado Gaza y lo mismo haremos con los territorios ocupados en Cisjordania". Sus palabras encierran cierto rencor hacia Hamás, pues denuncia que "mientras ellos envían a sus lideres al Parlamento, nosotros mandamos a nuestros dirigentes a Tel Aviv y a Jerusalén para hacer sacrificios". "No voy a hablar en nombre de Hamás, pero está claro que tenemos que tener una opción estratégica para enfrentarnos a esta campaña de violencia que practica Israel contra el pueblo palestino", sentencia.
"Nadie tiene simpatía por Hamás y el movimiento islámico lo sabe, por lo que actuará con extremo cuidado antes de provocar la ira de Israel". Hamás está dispuesto a dialogar para resolver problemas técnicos, como puestos de control o el suministro de electricidad por parte de Israel y esto para Kedar es lo realmente importante. "No espero que Hamás vaya a cambiar su ideología de destruir Israel, pero eso no me importa. Qué sueñe lo que quiera. Nosotros también soñamos durante 1.900 años con volver a Israel. Lo que sí me incumbe es que deje las armas y en el Gobierno no tiene otra alternativa que renunciar al terrorismo y convertirse en un partido político".

Dos encuestas realizadas por los diarios 'Maariv' y 'Yediot Aharonot', produjeron resultados similares: entre el 40% y el 50% de los ciudadanos apoyan la idea de que sus dirigentes negocien con un gabinete palestino liderado por Hamás. Mientras tanto, el Gobierno israelí mantiene una postura conservadora. "Ningún diálogo político será llevado a cabo con un gobierno palestino que aboga por la destrucción del Estado de Israel", eran las palabras del primer ministro israelí en funciones, Ehud Olmert, tras el anunció de la victoria de Hamás. Por el momento, es difícil saber cuál será la postura de la mayoría cuando, dentro de dos mesese, los israelíes se dirijan a las urnas para las elecciones legislativas.

Pocos tienen tanta autoridad para hablar sobre este asunto como Jacob Ohevtzion, un carnicero de 55 años, que ha vivido una decena de atentados suicidas a pocos metros de su insalubre puesto en el mercado judío de Mahane Yehuda, el más popular de Jerusalén Oeste. Es tajante: "No hay nada que temer. El triunfo de Hamás nos beneficia porque si intentan hacer algo contra nosotros, les destruiremos. Tenemos muchas mas armas que ellos. Así que o dejan el terrorimo o los aplastamos".

 «Quiero la paz con Israel» 

Jalil Mustafa Hasan, jubilado de 60 años, perdió a uno de sus seis hijos, Walid, en octubre de 2004, cuando, durante una ofensiva israelí, un misil lo hizo saltar por los aires. Explica con voz apagada que su hijo tenía 24 años y acababa de terminar la carrera de Ingeniería en la Universidad Islámica de Gaza.
Pero Jalil no sólo ha perdido un hijo: el benjamín, Nabil, de 22 años, sufrió un accidente hace un mes en una explosión, cuandose celebraba una concentración de Hamás con motivo de las elecciones. "Es un camino sin esperanza, no quiero a Hamás en el Gobierno, preferiría a Fatah porque empezaron el proceso de paz. He perdido a un hijo y otro está herido; quiero que haya buenas relaciones con Israel".
También Ahmad Hader, militar de los servicios de Seguridad Nacional, desconfía: "Fatah puede servir mejor al pueblo palestino, porque Hamás sólo va a servir a los suyos".
Para Gada Hasin, de 31 años, que trabaja como secretaria de la ANP en Rafah, el nuevo Gobierno significa perder su empleo. "No vamos a recibir más ayudas de la Unión Europea. Quiero conservar mi trabajo y mi forma de vida, y Hamás no me lo va a dar" dice indignada. "Tenemos un problema después de la victoria de Hamás, es una provocación contra Occidente" subraya. Gada, que se declara socialista, sostiene que "un Estado cuyo sistema político se basa en la religión no puede durar".
 «Se confunde islam y violencia» 

Heba Abu Handa, una musulmana que estudia Filología Inglesa en la Universidad Islámica de Gaza, se siente contenta con los resultados electorales. "Ya hemos visto cómo lo ha hecho Fatah, hemos visto su corrupción, ¿por qué no vemos cómo lo hacen los otros? No podemos juzgar de antemano el programa de Hamás, ya veremos qué pasa". ‘El nuevo mañana’, que así denomina ella la victoria de los islamistas, traerá las esperanzas a una juventud que tenía un futuro oscuro.
"No se por qué la gente tiene miedo", se pregunta, "yo hablo con extranjeros, delante de mi padre, tengo mis ideas, digo lo que pienso, y llevo hiyab" en referencia al cerrado pañuelo popularizado por la revolución iraní en 1979, símbolo femenino del islamismo en todo el mundo y convertido en prenda obligatoria en Gaza desde hace una década. Agrega que "se confunde islam con violencia".
Por su parte, Mona El Farra, encargada del gabinete de Asuntos Sociales del marxista Frente Popular por la Liberación de Palestina (FPLP) sostiene que la victoria de Hamás "ha sido justa" porque los islamistas "se han mantenido unidos", no como la izquierda, dividida en varios partidos que se presentaron por separado a las elecciones. Reconoce el valor de la labor social que ha llevado a cabo Hamás, mientras que la izquierda, dice, se ha debilitado por intereses personales y ha perdido la credibilidad en el pueblo palestino.

 Las causas de un triunfo 

Hamás, con su red de servicios sociales, ha ido ganándose poco a poco la confianza de los palestinos. Y ésta ha sido, sin duda, su principal arma para derrocar a Fatah. Desde hace diez años trabaja con asociaciones locales para ayudar a los más necesitados, especialmente a enfermos, viudas y niños huérfanos. Ha creado la primera asociación de caridad para huérfanos, en la que residen permanentemente 250 niños.
Este hogar, que se fundó en 1993 en la ciudad de Gaza, también es un una casa de adopción; hasta el momento, unos 75 niños han sido recolocados en familias. El centro cuenta con un gimnasio de rehabilitación para los discapacitados, y también para los heridos durante la 'intifada'. Además, unos 4.000 niños, huérfanos de padre, reciben ayudas económicas. Hamás reparte alaño 5.000 mochilas con material escolar, y ofrece cursos de formación profesional para la reinserción de los discapacitados al mundo laboral.