La ultraderecha llega al gobierno
El desgaste sufrido por la guerra contra Hizbulá le está pasando factura al Gobierno de Ehud Olmert. Todo indica que la coalición en el poder, con una frágil mayoría de 67 diputados sobre 120, tiene los días contados: los presupuestos nacionales de 2007 deben presentarse antes de fin de mes y el Partido Laborista, socio principal del Kadima que dirige Olmert, ya ha anunciado que no votará a favor por considerarlos "antisociales".
Ante esta tesitura, el primer ministro, elegido en mayo pasado, acaba de sellar un pacto de coalición con un socio más estable: Avigdor Lieberman, dirigente del partido Israel Beitenu ('Israel es nuestra casa'), que con once escaños es la quinta fuerza de la Knesset, el Parlamento israelí. Una decisión muy polémica: parte de la prensa israelí llama abiertamente racista y hasta fascista a Lieberman, que aboga por la creación de un Estado judío 'puro'. El bastión de votantes de este político, nacido en Moldavia, emigrado a Israel en 1978 y director general del Likud durante el Gobierno de Benyamín Netanyahu en los años noventa, son los ciudadanos de origen ruso, que superan el millón y forman un universo casi cerrado dentro de la sociedad judía.
"¿Cómo reaccionaría Israel si alguien como Lieberman entrase en un Gobierno europeo?", se pregunta Guideon Levi, columnista del diario israelí Haaretz. La respuesta: cuando el partido conservador de Austria eligió como socio de coalición al derechista Jörg Haider, Tel Aviv retiró a su embajador de Viena.
La comparación entre Haider y Lieberman es incluso benévola con el israelí: éste pide abiertamente la expulsión de gran parte de los ciudadanos israelíes de religión musulmana —el 20% de la población— a fin de preservar el carácter puramente judío del Estado. Sugiere que Israel debería deshacerse de algunas zonas pobladas por 'árabes' y anexionar en cambio los asentamientos judíos en Cisjordania, al tiempo que todos los ciudadanos no hebreos deberían pasar un 'test de lealtad' si quieren continuar en el país. Un ideario que incluso a Ariel Sharon le pareció demasiado extremista y provocó el cese de Lieberman como ministro de Transportes en el Gobierno del Likud, en 2004.
Ejecutar a diputados
El ultraderechista ya causó escándalo hace medio año, al proponer en el Parlamento "ejecutar a los diputados israelíes árabes que se entrevisten con representantes de Hamás, como se hizo con los colaboracionistas del régimen nazi tras la II Guerra Mundial". Pese al rechazo que despierta en gran parte de la sociedad, Lieberman regresará dentro de pocos días triunfalmente al Gobierno, una vez que Ehud Olmert ha aceptado las condiciones de su nuevo socio: una cartera ministerial y la reforma del sistema político y electoral para instaurar un régimen presidencial fuerte.
Esta última propuesta, ya aprobada por el Consejo de Ministros es la que más preocupa a algunos analistas, como el ex diputado israelí Uri Avnery, según el cual esta reforma daría "poderes casi dictatoriales" a Lieberman si consiguiera hacerse elegir presidente. Algo nada descabellado: un sondeo publicado en septiembre muestra que Israel Beitenu recibiría 20 escaños y se convertiría en la segunda fuerza del Parlamento, tras el Likud de Netanyahu, si ahora se celebrasen elecciones. "Una vez que Lieberman tenga un pie en la puerta, no cejará hasta hacerse con todo el poder", advierte Avnery, que recuerda que también en la Alemania de 1933 fue la derecha clásica la que aceptó como socio de coalición a Hitler antes de verse arrollada por sus huestes.
Alfombra rojaAunque Israel no parece ir tan lejos —la reforma de Lieberman deberá ser estudiada por la Comisión Legislativa de la Knesset antes de ser sometida a votación en la cámara, que probablemente la rechazará—, el ultraderechista tendrá una posición fuerte en el Gobierno: Ehud Olmert le ha puesto alfombra roja al crear la cartera de Amenazas Estratégicas a medida de su nuevo aliado e incluso ha prometido nombrarlo viceprimer ministro. Coincide con él al señalar a Irán como la mayor amenaza para la nación, algo que levanta especulaciones sobre las intenciones de los 'halcones' de lanzarse a la guerra contra Teherán.
¿Tendrá el nuevo tándem el respaldo internacional? El analista Shmuel Sandler, experto en política interna israelí, cree que la Unión Europea se mostrará totalmente en contra y tendrá que someter a revisión su actitud frente a Israel. Asegura que Washington tragará con el polémico ministro con el único objetivo de mantener cierta estabilidad en Tel Aviv.
El giro a la derecha de Ehud Olmert ha sorprendido a parte de su electorado: hace pocos meses, su llamado 'plan de convergencia' fue visto por gran parte de la sociedad como un cambio espectacular en la táctica israelí y un camino hacia la paz. Pretendía concentrar a los colonos ultranacionalistas judíos en unas pocas áreas compactas en Cisjordania y abandonar los asentamientos más expuestos. Desde el lado palestino —que recuerda las agresivas políticas de 'judaización' de Olmert cuando era aún alcalde de Jerusalén— siempre se ha señalado que el plan no haría otra cosa que afianzar la fragmentación de Palestina en una serie de 'reservas de indígenas'.
Hoy, incluso esta retirada parcial se ha convertido en inconcebible y las colonias —todas ilegales, según la legislación internacional— aumentan en lugar de reducirse. Olmert ha rechazado negociaciones de paz con Siria y ha congelado la cuestión palestina mientras que el movimiento islámico Hamás siga en el Gobierno palestino.
Pero el futuro no será del todo fácil para la coalición en el Gobierno. Los diputados ex laboristas de Kadima, encabezados por el viceprimer ministro, Shimon Peres, no ocultan su rechazo a las propuestas de Lieberman. Más revuelta aun está la cosa en el otro gran socio, el Partido Laborista. Su dirigente, Amir Peretz, ministro de Defensa actual, se ha negado a aceptar en el Gobierno a Lieberman, quien desde su nuevo Ministerio de Amenazas Estratégicas le arrebata algunas competencias.
El declive de Amir Peretz
Peretz se encuentra en un grave dilema. Si decide abandonar la coalición, podría verse solo: se cree que ni siquiera dos tercios de sus diputados le seguirían a la oposición. Algunos se pasarían sin duda a Kadima, como ya lo hicieron antes Shimon Peres, el diputado Haim Ramon y la presidenta del Parlamento, Dalia Itzik. Tres ministros laboristas —Ben Eliézer, de Infraestructura; Shalom Simhon, de Agricultura; e Isaac Herzog, de Turismo— defienden abiertamente la coalición con Lieberman. Las negativas de Peretz frente al ultraderechista sólo han servido para cuestionar su liderazgo en la formación laborista.
Peretz no es el único político en declive: la imagen de Olmert está gravemente dañada por noticias sobre un soborno en una transacción inmobiliaria y el presidente israelí, Moshé Katsav, está a punto de ser juzgado por dos delitos de violación y otra decena de casos de acoso sexual. El ministro de Justicia, Haim Ramon, dimitió en agosto por haber besado a la fuerza a una joven soldado. Dan Halutz, jefe del Estado Mayor, aún carga con el hecho de haber vendido acciones de bolsa cuando supo que la guerra contra Hizbulá iba a comenzar.
Avigdor Lieberman, mientras tanto, sigue escalando puestos en los sondeos y en las cábalas de alianzas de la Knesset. Su eslógan principal en los últimos comicios fue todo un programa: "Sí, Lieberman". Afirma que Israel necesita a un líder fuerte. Y quién mejor que él.