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Aranzadi
Unai Aranzadi
[Gaza · May 2009]
Palestina  reportaje 

Gaza, sufrimiento sin fin


Gaza es uno de esos lugares que conocen el sufrimiento sin fin, a los que cuando regresa el visitante y pregunta atónito "¿Cómo están las cosas?", siempre obtiene la misma respuesta: "Peor que nunca". Y así, año tras año, muerte a muerte, hasta la última gran masacre del ejército israelí.

Con sus cuarenta kilómetros de longitud y quince de anchura en su punto más extenso, la franja es, en realidad, un campo de concentración, una cárcel en la que sobreviven millón y medio de personas, todos ellos palestinos. El acceso a Gaza está totalmente controlado por Israel, a pesar de que Egipto teatraliza una falsa autoridad sobre el paso de Rafah en su frontera sur.

Hoy Gaza es, sin duda, el pedazo de tierra mas densamente poblado del mundo. Día y noche es acosada por aviones y helicópteros estadounidenses que, aun pilotados por militares israelíes, lanzan proyectiles también estadounidenses.Lo hacen de forma asidua y gratuita, pues, desde que Washington cubre los costes militares y políticos, no hay un límite de bajas civiles preestablecido.

Para el lingüista y politólogo Noam Chomsky, "allí ya ni siquiera se habla de daños colaterales. Se aniquila a coste cero". La última vez fueron alrededor de 1.300, la mayor parte de ellos civiles y, según una noticia del diario israelí Jerusalem Post, el 94% de la sociedad judía pedía más. Las salas de fiestas israelíes que se encuentran a escasos minutos de la franja jamás dejaron de funcionar, pero Israel hablaba de guerra y de terror en su sociedad. Del presidio palestino llegaban imágenes de pequeños destrozados y barrios pulverizados pero, pese a estar inmersa en Navidades, a Europa le dio igual. Durante esa mal llamada guerra perdieron la vida trece israelíes, entre ellos tres civiles y diez soldados (cuatro de los cuales murieron por fuego amigo).

Cruzar al interior de Gaza es literalmente como acceder a una prisión. La prepotencia y las formas de los jóvenes soldados israelíes que custodian el angosto paso son escandalosamente abusivas y denigrantes. "La humillación constante es una característica propia de la ocupación. Se busca el desgaste espiritual y la interiorización de los roles de poder", denuncia Sergio Yahni, del Centro de Información Alternativa, una de las pocas organizaciones israelíes que se encarga de supervisar algunos de los abusos contra la población palestina. Cruzar al interior de Gaza es literalmente como acceder a una prisión

A través del impermeable paso fronterizo de Erez cruzan escasos cooperantes, diplomáticos y periodistas. Casi se pueden contar con los dedos de una mano, pues conseguir los permisos para sortear el siniestro laberinto de acero israelí es una odisea que casi siempre resulta fallida. No es sólo que se aísle a los palestinos del mundo, sino también al mundo de los palestinos.Y así llevan años.

Pese a la miseria y desesperación que se vive en Gaza, encontrarse con los palestinos al otro lado de la barrera es gratificante. Apostados en sus taxis, saboreando una buena conversación o en una destartalada garita pidiéndote la documentación, estos árabes son pura amabilidad. ¡Que la paz sea contigo! ¿Cómo estás hermano? ¡Bienvenido! ¡Yo tengo un taxi barato! ¿Cuál es tu hotel?... Suelen ser frases habituales con las que comenzar una próspera relación.

Para el experimentado trabajador de la Unión Europea José Vericat, "es emocionante comprobar que la educación y la dignidad no están necesariamente ligadas al dinero. Los palestinos son pobres como ratas y tienen un temple y formas de gentleman". Sin embargo, la imagen habitual de los árabes (bien reforzada por el racista cine norteamericano) es de tipos armados siempre dispuestos a horrorizar y matar. Quizá por ello Israel evita que las gentes del mundo pudiente los conozca de verdad y así, trata de imposibilitar cualquier tipo de empatía hacia este hospitalario pueblo. Es, realmente, el embargo de “El Otro”, el robo de su alteridad.

Mas la última vez, aunque no nueva, la ofensiva fue especialmente dura. Muchas calles no son más que ruinas, infinidad de casas han sido aplanadas y, lo que es aún peor, el implacable cerco continúa haciendo estragos. Con cortes de agua,de luz y sin trabajo, el futuro de la franja es desoladoramente oscuro y, como en todo estado de sitio, el pueblo recurrirá a luchas desesperadas. Dicen en la Franja que "para Israel, el tiempo juega a su favor". Suele ser típico en las cruzadas de colonización. El tiempo al ocupante le acerca más a perpetuar su dominio territorial e incluso, a veces, también cultural. Se busca el cansancio, el exilio y, en diferentes términos, la asimilación. Pero el palestino no posee pasaporte británico, ruso o argentino como muchos de los israelíes. Tampoco tiene a dónde ir y, al contrario que los ocupantes, le gusta Oriente Medio. "Además, aportamos niños, futuro. Seguimos creyendo en nosotros mismos", afirma un muchacho combatiente definiendo en otras palabras lo que el sionismo llama “la bomba demográfica”.

Acercamiento al islam

El castigo colectivo que supone el estado de sitio, las matanzas indiscriminadas y la ocupación ha producido un acercamiento de la población palestina a ciertos valores religiosos del Islam. Para muchos es un reencuentro con su pasado; para otros, una cultura importada de fuera. "En cualquier caso –explica el imam Rajab Jader junto a su mezquita bombardeada–, es una forma de organización social que, si no perfecta, sí satisface varias necesidades básicas del día a día en un entorno donde el resto de fórmulas no han dado resultado. Es importante tener valores y, gracias a Dios, el Corán a nosotros nos ayuda". Removiendo escombros y recuperando libros sagrados con la ayuda de otros fieles, el imam asegura que volverán a levantar todas las mezquitas que han sido derribadas. "Nuestra fe es invencible", asevera con júbilo. Contrariamente a lo que se pueda pensar, en Gaza no se aplica la ley islámica

Contrariamente a lo que en Occidente se pueda pensar, en Gaza no se aplica la ley islámica. "Hamas es una opción política mayoritariamente electa y, por lo tanto, gobernante que no impone su criterio religioso al común de la población", aclara el imam. Lo cierto es que muchos países aliados incondicionales de Europa tienen políticas mucho más intransigentes que las que puedan tener los gobernantes de Hamas. Póngase como ejemplo las monarquías corruptas de Arabia Saudí, Qatar u Omán, en las que la mujer no puede conducir, no se puede rezar un padrenuestro ni comer en la calle cuando es ramadán. "En la franja, los cristianos rezan abiertamente en sus iglesias y hay mujeres que visten con pantalones o llevan el pelo suelto".

Aun así, el machismo es preocupante en Gaza, pero éste no es patrimonio exclusivo de Hamas, sino de todo el planeta en general y del mundo árabe en particular. No obstante, sobre esta cuestión hay diversas opiniones. "Aquí, desde que está Hamas, hay menos crímenes de honor. Nosotros respetamos a la mujer incluso más que ustedes", afirma uno de los fieles que perdió su casa y un hijo en la última masacre. Y añade con timidez, como si se esforzara en no resultar hiriente, "a través de la televisión, vemos concursos europeos en los que padres llevan a sus hijas a platós de televisión en los que, prácticamente desnudas, son objeto de votación. Luego cortan por los anuncios y ahí, de nuevo, se ven mujeres como ganado.Eso no es bonito…".

Con Hamas

Entre los escombros del bombardeado parlamento palestino, el influyente parlamentario de Hamas Salah Bardawil critica con ironía. "Claro, los países superdemocráticos que nos animaron a votar en 2006 y que no aceptaron nuestra victoria ahora van a socorrernos con lecciones de civismo y libertad". Este político de verbo afilado cuestiona las dudas existenciales del “artificial Estado judío” oponiéndose a éste de raíz. "¿Cómo vamos a reconocer al Estado de Israel si él no nos reconoce a nosotros?". Y asegura que es difícil negociar con una parte que verdaderamente duda de su propia identidad. "Ni el propio Israel sabe lo que es exactamente Israel. Cambian de frontera según les convenga e importan ciudadanos rusos de manera desesperada. ¡Nosotros somos palestinos y vivimos en Palestina! Al menos, nosotros lo tenemos claro…"

Los hoteles de la franja están totalmente vacíos. La mitad de los coches, parados, el 80% de la población no tiene trabajo y ya ni siquiera los medios de comunicación acuden para informar. Vuelve otra vez el “barbecho mediático”, lo que significa aparcar el problema de la ocupación hasta la siguiente masacre. "En la cuestión de Palestina, Israel es el criminal con dos cómplices que hacen de poli bueno y de poli malo. El malo es Estados Unidos, que hace lo que todos sabemos. Y, luego, el bueno es Europa, que hace lo mismo que los americanos pero con cinismo". Sobre estos últimos, el parlamentario tiene más cosas que añadir: "Están especializados en organizar cumbres, encuentros y ayudas estériles que den cobertura a la política israelí. Cooperan tratando de desgastarnos con el tiempo". Las patrullas israelíes siguen disparando a agricultores y pescadores de Gaza

Durante la ofensiva del pasado mes de enero, las pretendidas “redes sociales” de internet fueron –según “expertos en la materia”– un campo de batalla virtual en el que la propaganda de uno y otro lado trataba de influir en la opinión pública. Sin embargo, el frente tenía un único bando definido, el de Israel. Se podían observar citas y correos rezando sin paliativos "Yo apoyo a Israel" o "Yo apoyo al IDF" (fuerzas de defensa israelíes); sin embargo, el otro extremo apostaba por proclamas del tipo "Parar la masacre" o llamamientos a la acción humanitaria. Nadie de los simpatizantes palestinos pudo escribir "Yo apoyo a Hamas", como lo hacían sus homólogos sionistas, pues "el poder constituido imposibilita dicho apoyo, muy a pesar de que Hamas está elegida tan democráticamente como el gobierno que dio pie a esta guerra", denuncia el parlamentario Bardawil. "La ocupación necesita una solución política y si no, militar. La ayuda humanitaria no es la solución. Entrar en el discurso de la acción humanitaria es alinearse con las estructuras que perpetúan la catástrofe del pueblo palestino".

Hoy los ataques sobre Gaza son esporádicos, pero las técnicas de guerra psicológica son continuas. Por ejemplo, los cazas israelíes generan bombas sónicas –explosión acústica producida al romper la barrera del sonido– que no sólo asustan, sino que humillan. También se dispara habitualmente a los agricultores que tratan de regresar a sus huertos para proseguir con su precaria economía de subsistencia. Asimismo, es muy común ver, desde la privilegiada atalaya del hotel, cómo las patrulleras lanzan ráfagas vespertinas a los pescadores, "no vaya a ser que hoy puedan comer algo", se lamenta un camarero mientras prepara el té.

Los niños quieren morir

Tratar de levantar la sonrisa de un niño en Gaza se ha vuelto más difícil que nunca. Según un estudio de la ABC (American Broadcasting Corporation), "los niños de Gaza quieren morir". Por ejemplo, el hijo del intérprete que cooperó en la elaboración de este reportaje recriminó a su padre por no salvar sus juguetes cuando los soldados judíos penetraron en su calle y destruyeron su casa. Era la segunda vez que sucedía en muy poco tiempo. "¿Por qué no les echas?", preguntó a un padre impotente y humillado. "Difícil de responder", se duele el traductor. A partir de entonces, Omar comenzó a dormir con su pistola de plástico junto a la almohada y no pasó una noche sin que se orinase en la cama. El padre, preocupado por su hijo, le preguntó desesperado: "Omar, ¿qué te pasa? ¿Hay algo que yo pueda hacer por ti?". Y el pequeño respondió que quería disparar. El padre le prometió: "No te preocupes, Omar, que vas a disparar". Lo llevó al campo de tiro, le sujetó su pequeña mano y bang, bang, bala tras bala vació el cargador. Desde entonces,Omar no se ha vuelto a orinar. "¿Sabes lo que tenía?", exclama su padre. "¡Rabia!, ni siquiera miedo, ¡era rabia!".

El campo de refugiados de Jabalia está repleto de niños como Omar. Sus padres eran los pobres de entre los pobres.Vivían hacinados en frágiles casas y hoy es el día en el que pernoctan en unas diminutas tiendas de campaña. Son de nuevo refugiados en un campo de refugiados. Las vistas de este barrio son desoladoras. No queda piedra sobre piedra y, sin embargo, el sentimiento no es de derrota. "Existe un dolor colosal, una necesidad enorme, pero, a pesar de todo, las frentes están bien altas"; no así entre los niños, visiblemente afectados, notablemente abatidos, infinitamente tristes.

Mahmoud tenía un huerto. Era un pequeño botánico. En la pasada incursión de enero, su casa cayó y bajo ella yació su huerto. En la defensa de todo aquello murió su hermano mayor . Pertenecía a un escuadrón de Hamas que durante días soportó la brutal embestida del poderoso ejército judío, hasta que, exhaustos, sin descanso ni comida, sucumbieron a las bombas. Hoy el pequeño Mahmoud come poco y habla menos, pero ha conseguido rescatar algunas de sus plantas. "Ha recolectado algunas ramitas y las ha replantado en botellas de plástico", interviene su madre arrodillada en las ruinas de su demolida casa. Observar a Mahmoud es reconocer la resistencia personificada, aunque él no lo sepa. Sus gestos, aparentemente mínimos, su mirada, desgarradoramente afligida, transmite una fuerza y dignidad que encoge el alma. "Estos muchachos son fieras. Uno solo con un fusil no tiene igual, vuelve loco al ejército. Mírales a la cara, creen. ¿Entiendes lo que significa? Están convencidos de que su lucha es justa; van a ganar o morir, sin miedo".

Walid se siente orgulloso de albergar dos “terroristas”en su familia. "A nosotros ya nos da igual. Dicen que somos terroristas. Mira, amigo, su propaganda ya nos da igual. Si defender a tu familia de tanques y Apaches es ser terrorista, pues mis sobrinos son exactamente eso, ¡los mejores terroristas!"

Con el Frente Popular

Los militantes del marxista-leninista FPLP (Frente Popular para la Liberación de Palestina) apenas se conocen entre sí con el rostro descubierto. Dadas las razzias masivas, los asesinatos “selectivos” y los difícilmente evitables informadores, la organización ha optado por la clandestinidad absoluta. Al igual que Hamas, el histórico FPLP está incluido en la lista de organizaciones “terroristas” de Bruselas y Washington. De hecho, fueron ellos los que forzaron la visibilidad de la causa palestina mediante espectaculares acciones armadas, como el secuestro de aviones comerciales. Por esos sucesos fueron los primeros en recibir el adjetivo de “terroristas” y con su guerra asimétrica consiguieron encender la cólera de importantes estados. En sus heterogéneas filas hay cristianos, gentes pudientes, mujeres y obreros y, si bien hoy la organización se encuentra en una fase de cierto declive, el FPLP sigue gozando del respeto de amplios sectores de la población y también, cómo no, de grupos de izquierda internacionalista.

Para poder entrevistar al ala armada del FPLP es necesario acudir a una de las escasas zonas inhabitadas de Gaza. Se trata de un bosque –en realidad, un huerto– desde donde se han lanzado muchos misiles Kassam. Misiles casi inútiles para la guerra común y valiosísimos para la guerra propagandística israelí, que los exprime e instrumentaliza ad nauseam a pesar de su limitada capacidad letal. Ilusoriamente protegidos por una docena de combatientes armados, el encuentro transcurre bajo el preocupante zigzag de los helicópteros artillados. En Gaza aseguran que la grieta entre Fatah y Hamás no es tan profunda como la pintan

"Hoy en día te localizan sin que tú los veas y, para cuando te das cuenta, ya te han eliminado. Hemos de darnos prisa", advierten con evidente nerviosismo. Colocados frente a la cámara como en una improvisada y fugaz rueda de prensa, transmiten su desánimo por el llamado impacto mediático. "Ya no es como antes. Esperamos poco del exterior, aunque vuestro boicot a Israel debería de jugar un papel clave. En realidad, sólo vosotros podéis hacer la verdadera diferencia".

Respecto a la situación en Palestina, lamentan las recientes divisiones entre Fatah y Hamas, pero aseguran que "la grieta no es tan profunda como la pintan. En la última ofensiva israelí, los hermanos de Hamas, Yihad Islámica y el FPLP hemos luchado juntos con gran efectividad". Desde la breve guerra civil que enfrentó a Hamas con Fatah en Gaza, muchos de los habitantes de la franja que simpatizan con los movimientos islámicos ven al FPLP "demasiado cercano al gobierno colaboracionista y corrupto de la OLP, la Autoridad Nacional Palestina y su presidente, Mahmoud Abbas (de Fatah)", y les preocupa el uso que se vaya a dar a la nueva fuerza policial que Europa y Estados Unidos están entrenando en Jericó (Cisjordania), que, según Hamas y estos mismos combatientes, "parece ser una fuerza anti Hamas y anti lo que no sea colaboracionista".

El zigzag de los helicópteros se escucha cada vez con más fuerza. Es el momento de preparar la salida, no sin antes lanzar un último mensaje: "Hemos sufrido mucho, pero, aun así, no se puede decir que hemos perdido… Nadie puede decir que tras la ofensiva contra Gaza los palestinos estamos derrotados".

Sola frente al mar

En la playa de la ciudad de Gaza,una joven estudiante de la Universidad Islámica mira al mar. Cautiva frente a un futuro que, aun siendo suyo, la ocupación torna ajeno, Hanadi se resiste a aceptar. "Yo creo que el mundo no nos entiende". Con pocas palabras expresa lo que siente todo Palestina, en especial Gaza, dolida y descreída por todo el cinismo de la llamada comunidad internacional. "¿Qué más necesita ver el mundo para ayudarnos? Hacen como que se preocupan por nosotras y es mentira. Les importa más si me cubro la cabeza con un pañuelo que si me matan al ir a la universidad". Juzgada por muchos y auxiliada por pocos, Gaza resiste hoy aislada, preguntándose, tal y como lo hace Hanadi: ¿Cuándo el mundo les ayudará de verdad?